La Palma no olvida a Fran Santana, el agente forestal que falleció en acto de servicio cuando luchaba para atajar las llamas del incendio forestal que sufrió la Isla Bonita en 2016 y que arrasó casi 5.000 hectáreas de terreno de los municipios de El Paso, Los Llanos de Aridane, Villa de Mazo y Fuencaliente.

Por ello, cada 4 de agosto se sigue guardando un minuto de silencio para recordar su memoria y, desde ahora, una placa se encargará de recordar que la pista forestal general, que hasta ahora carecía de nombre concreto, lleva el nombre de Fran Santana. Se le sigue rindiendo un homenaje a la memoria de esta agente de medio ambiente, además en un lugar cercano al que perdió la vida, y que discurre entre los términos municipales de El Paso y Fuencaliente.

Representantes políticos, compañeros y familiares del homenajeado participaron en el acto de recuerdo, celebrado en el Mirador del Llano del Jable, en el que se puso de relevancia su compromiso con la Isla y su patrimonio natural, y con el que se quiere mantener vivo el recuerdo de Fran Santana.

Su viuda, María Luisa Millares Lorenzo, fue la encargada de cerrar el acto, recordando a su pareja a nivel personal y profesional, e incidiendo en el mismo mensaje que habitualmente se escuchaba de la boca de Fran, con el que siempre invocaba a la protección y conservación del medio ambiente.

Y es que hasta los colectivos ecologistas recuerdan la figura de este trabajador por el ecosistema, alabando la figura de quien recuerdan especialmente implicado en poner de relieve la fortaleza del pino canario frente a la fragilidad de la vida humana.

Su pérdida aún es dolorosa entre quienes afrontan las llamas en primera línea cada vez que se produce un incidente en la Isla. No dejan de recordarlo, porque Fran falleció durante un incendio, pero en riesgo no estuvo sólo él. Hasta un minuto antes estuvo acompañado por otros operarios que sí pudieron salvar la vida tras escapar de una emboscada en forma de grandes llamaradas que llegaron a rodearlos.

El agente forestal, natural de Telde en Gran Canaria pero residente en La Palma, falleció a los 54 años cuando trabajaba en lo que más quería, proteger el territorio de las llamas.