Las obras de emergencia que se desarrollan en la carretera LP-1 a su paso por el barranco de Gallegos, que realiza el Cabildo en el municipio de Barlovento, afrontan ya su última fase con los trabajos de remate de la instalación de las mallas en la mayor obra de estabilización de taludes que se ejecuta en Canarias.

En concreto, se está procediendo al «cosido» de la malla de triple torsión, una actuación que supone garantizar el sostenimento de este elemento de protección al terreno natural, además de la ejecución de un pequeño tramo final de perforaciones.

De esta forma, la obra afronta la última etapa de la instalación de las mallas, mientras que las barreras dinámicas están terminadas desde que se permitió el pase de vehículos en determinadas franjas horarias desde mediados del pasado mes de julio.

El consejero de Infraestructuras de la Corporación insular, Borja Perdomo, visitó las obras en compañía de las concejalas del Ayuntamiento de Barlovento, Janet Díaz y Yesica Medina, así como técnicos responsables de los trabajos y de la empresa especializada que ejecuta esta intervención.

Perdomo mostró su satisfacción porque la conclusión de los trabajos está próxima, poniendo fin así a una obra «de gran complejidad, en la que pese a que se actuó con la máxima celeridad y toda la eficiencia que hemos podido, sin duda somos conscientes de que supuso un gran sacrificio para los habitantes de la zona», manifestó el consejero.

Por una vía más segura

Durante el mes de septiembre se podrá poner en funcionamiento íntegramente una carretera más segura, pero con una actuación considerada como provisional, para lo que el Cabildo de La Palma continúa trabajando con el Gobierno de Canarias para dotar a esta zona de la Isla de una solución definitiva a los problemas de comunicaciones que sufre.

La actuación realizada en Gallegos superó las previsiones con las que se iniciaron los trabajos, interviniendo en 2,3 kilómetros, frente a los dos que estaban previstos inicialmente. Del mismo modo, se está empleando 6.000 metros cuadrados más de malla que la se había contemplado en una primera estimación, hasta un total de 32.000 metros cuadrados de este material, con el objetivo de estabilizar el talud y evitar la caída de piedras sobre la vía.