Tras unas semanas donde volvió a surgir la polémica sobre la campaña de control del arruí iniciada en la Isla y las amenazas realizadas en forma de atentado medioambiental y amenazas a la consejera insular de Medio Ambiente, María Rodríguez, por este asunto, faltaba por pronunciarse el colectivo ecologista, que se ha mostrado favorable al control de esta especie introducida.

Además, a través de La Centinela – Ecologistas en Acción, han querido invitar al colectivo de cazadores de la Isla, del que todas las pruebas apuntan a que han surgido los autores de esas amenazas, a tomar «conciencia» de la actual situación y la afección que esta especie está provocando en los ecosistemas endémicos de La Palma.

Los ecologistas hacen hincapié en la «presión herbívora» del arruí, que ha provocado que sea necesario hacer recintos vallados en el seno de la propia Caldera de Taburiente para proteger la evolución de la flora autóctona, como en el caso del barranco de Jenebuque, donde tras dos años de esta experiencia, destacan que «los resultados no se han hecho esperar».

Igualmente se refieren a que el contraste de Jenebuque con los barrancos y lomos cercanos, donde sí acceden los arruís, «es evidente», recordando desde La Centinela esta cabra salvaje del noroeste africano fue introducida en La Palma en 1972 con el objetivo de potenciar la caza mayor por iniciativa del Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), paradójicamente el mismo organismo que entonces gestionaba los Parques Nacionales españoles.

A lo largo de los años esta especie se ha expandido por la isla y ha propiciado una afición cinegética tendente a su control, reseñando los ecologistas que su beneficio se limita «lo entretenido que para algunos puede resultar cazarlo».