El descubrimiento de pinturas en el interior de una cueva del municipio de El Paso por parte de la arqueóloga Nuria Álvarez y el espeleólogo Eduardo Díaz viene a cambiar muchas de las teorías que estudios e investigaciones anteriores habían planteado sobre los antiguos benahoaritas, pobladores prehispánicos de La Palma.

Allí, durante 1.500 años esperaron a ser descubiertas las marcas realizadas por uno de esos habitantes indígenas de la Isla. Las primeras estimaciones cronológicas emanan del estudio de dos fragmentos de cerámica aparecidos en superficie bajo las pinturas rupestres. Corresponden a trozos catalogados como pertenecientes a periodos relacionados con las fases III-a y III-c de la alfarería palmera, lo que permite datar una fecha aproximada al año 500 de nuestra era.

Ahora, con el inicio de un proyecto de estudio más exhaustivo de la cavidad en la que fue descubierta la pintura rupestre, se están realizando pruebas a otras porciones de cerámica, huesos de cabras y ovejas, así como los carbones con los que el antiguo benahoarita tiznó las paredes, que aún permanecían en el lugar.

Nuria Álvarez en el interior de una cueva palmera. | | E.D.

Este descubrimiento se realizó en febrero de 2020, enmarcado dentro de un proyecto denominado Cuevas Colgadas, con el que se trata de inspeccionar cavidades de difícil acceso ubicadas en barrancos, acantilados o riscos que tuvieron un uso habitacional, funerario o económico por los benahoaritas y probablemente fueron abandonadas hace 500 años tras la conquista.

Liderado por Nuria Álvarez y Eduardo Díaz les ha permitido catalogar medio centenar de cuevas distribuidas por toda la geografía insular, todas ellas en lugares de difícil acceso en riscos y acantilados, a los que es imposible entrar sin usar medios verticales y cuerdas, y a cuyo trabajo de prospección también ha contribuido la tecnología de un dron cedido por la Consejería Insular de Patrimonio Histórico.

La ‘Cueva Tiznada’. | | E.D.

El caso de la ya denominada Cueva Tiznada no fue distinto al resto de las integradas en este catálogo de investigación. Su descubrimiento estremeció a los dos jóvenes investigadores palmeros, que vivieron atónitos el hallazgo a más de 40 metros de profundidad en una cavidad de un barranco de El Paso, del que por seguridad y para preservar la integridad patrimonial aún no se han dado a conocer más datos.

Nuria Álvarez describe a EL DÍA-La Opinión de Tenerife como descubrió el panel principal con las marcas realizadas “probablemente” con carbón. “Eduardo estaba intentando entrar por una gatera y yo estaba sentada detrás de él esperando”, fue entonces cuando “levanté la mirada y allí estaba el panel principal”, relata llevando a quien le escucha hasta esa cavidad y haciéndolo partícipe del maravilloso descubrimiento.

“Allí”, continúa, “aparecen pinturas en el fondo de la cavidad”, donde además “aún existen carbones en el suelo” descubriendo para la arqueología palmera “una cueva única” al ser la primera que hasta ahora se localiza con restos pintados en las paredes.

La cueva se localiza en una pared vertical “a unos nueve metros de la cima” destaca la arqueóloga, necesitando el equipo de sistemas de progresión vertical para acceder a la cavidad. Cuenta además con diferentes tubos, “pero uno sobresale por contar con un recorrido de unos 50 metros de profundidad”, siendo justamente al final de éste donde se encuentran las pinturas.

Para plasmar estas marcas, el antiguo poblador de la isla utilizo un panel principal y otros dos paneles en los laterales de la cavidad, lo que para Álvarez viene a cambiar la forma de trabajo en la arqueología palmera, ya que destaca que “habitualmente nosotros solo miramos hacia el suelo”, ya que La Palma “no se caracteriza por tener pinturas ni grabados en el interior de las cuevas, por lo que es algo que no miramos”.

Además, destaca Nuria Álvarez, “desde el punto de vista arqueológico parece una cueva totalmente estéril, donde solo se encontraron pequeños fragmentos en el exterior de la cavidad y en el interior restos óseos de cabras y ovejas”, por lo que sorprende aún más el hallazgo de estas pinturas que “están prácticamente escondidas”, haciendo hincapié en que “hay que fijarse mucho para verlas”.

En el caso la Cueva Tiznada se trabaja para poder catalogar los dibujos, líneas y su morfología, ya que “no sabemos aún cuantas líneas o motivos hay en la cavidad”, señala la descubridora, quien también informa sobre la posibilidad de que se encuentre un cuarto panel.

En el estudio de este descubrimiento ya trabaja un equipo multidisciplinar, integrado también por la antracóloga Paloma Vidal y el restaurador Jorge Afonso, y en el que desde un momento participaron el inspector de Patrimonio del Cabildo de La Palma, Jorge Pais, y la también arqueóloga y directora general de Patrimonio Histórico del Gobierno de Canarias, Nona Pereda.

Entre las primeras conclusiones a las que se ha llegado está que posiblemente se traten de pinturas que desarrolló una sola persona, que trazó esos dibujos en tres partes de la cueva, posiblemente portando desde el exterior el material para realizarlas, donde uno de los componentes sea el carbón. Actualmente no se conoce si realizó las pinturas de una forma consciente con una finalidad artística o simplemente por el impulso de dejar marcas en la cavidad como testimonio de su presencia.

Se trata de trazos verticales no identificados en su mayoría y, en otros casos, la morfología de las líneas simula lo que podrían ser antropomorfos. Sin embargo, esto hay que tomarlo con mucha cautela ya que hay que estudiar el yacimiento con mayor profundidad.

En otra línea de la investigación sobre el hallazgo se trabaja sobre si estas marcas podrían ser normalizadas y consensuadas por la población prehispánica, habiendo sido utilizada como señalética o un código representacional vinculado a las características de las cuevas, referencias al cielo o a la vida práctica del mundo aborigen.

Más estudios

Para evaluar todas las opciones que se barajan se continuarán los trabajos con los que también se pretende acceder a la personalidad de los aborígenes palmeros, y permitir conocer los medios físicos que utilizaron para entrar a cuevas de difícil acceso para desarrollar en ellas cultos o dar sepultura a su gente.

Ante eso, Álvarez destaca que “estamos hablando de una cueva que probablemente tenía su simbología, pero que nos queda mucho por estudiar y averiguar”. Por ese motivo, y la importancia de esa cavidad, se sigue interviniendo en la actualidad a través de un proyecto financiado por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias, que está permitiendo la recogida de carbón y un sondeo en la entrada de la cueva para poder acopiar información y dataciones del hallazgo.

Igualmente se está sondeando la cueva y en las unidades estatigráficas “prácticamente no aparece nada”, destaca Nuria Álvarez, “por lo que se están generando más interrogantes sobre la funcionalidad de la cueva”, destaca.

Todo ello conlleva un cribado de la tierra extraída para la obtención de los materiales superficiales, un estudio de los materiales arqueológicos y el análisis de los carbones mediante estudios antracológicos para obtener las dataciones de este yacimiento.

Nuevas investigaciones

Este hallazgo “obliga” a los arqueólogos palmeros a abrir nuevas líneas de investigación, hace hincapié Álvarez. “Ahora nos obliga a repasar las cuevas en las que hemos entrado y mirar los techos y paredes para ver si hay más pinturas o incluso grabados”, destaca.

Se trata de una costumbre que la propia investigadora ya mantenía, ya que “siempre he mirado los techos de las cuevas por si aparecen restos de humo por fuego”, pero es algo que en La Palma no es habitual ya que no hay constancia de inscripciones rupestres, ni pinturas en el interior de cavidades. “Ahora nos toca mirar al techo y laterales”, apostilla, ya que “seguro que hemos estado en otras cuevas pintadas y no nos hemos dado cuenta”.

La directora general de Patrimonio, Nona Perera, califica este hallazgo como “estremecedor”, produciendo una sensación que “turba”. Además, destaca que el descubrimiento “permite ir rellenando la ficha identificativa” de quienes un día llegaron a La Palma y “progresaron sin poner en riesgo la salud medioambiental de la Isla”. Por eso expresa todo el apoyo institucional para seguir con un estudio que ayude a desvelar si estas pinturas son resultado de comportamiento colectivo o individual, adentrándose también en el sentido estético que entraña.

Descubrimiento exclusivo

El inspector insular de Patrimonio, Jorge País, resalta que se trata de un “hallazgo exclusivo”, destacando que es “el proyecto más importante que se está desarrollando en La Palma y el que va a seguir aportando descubrimientos muy interesantes y únicos”, abriendo líneas de investigación.

Pone de relieve además que en la zona de la cueva se localiza un antiguo poblado “con mucha importancia en la época de la conquista”, incidiendo en que el descubrimiento obliga a replantearse muchas teorías de las existentes actualmente.

Jorge País recordó en cuanto fue informado por Nuria Álvarez y Eduardo Díaz del hallazgo, como hace 32 años “un taxista de El Paso me dijo que en esa zona había una cueva con pinturas en el techo”.

En aquel entonces, acompañado de este vecino, iniciaron la búsqueda infructuosa de esa cavidad que había descubierto su padre. Se trataba del mismo barranco, pero ni la localización ni la altura de la boca de la cueva hacen pensar que se tratara de la misma, ya que ellos buscaron en las que eran más accesibles.

Cuevas Colgadas

Este descubrimiento se realiza enmarcado en el proyecto inicial de prospección arqueológica en cuevas colgadas de la isla de La Palma, que se encuentra en su tercera fase financiada por la Dirección General de Patrimonio Cultural, y que se está desvelando como una de las investigaciones más prometedoras de la arqueología palmera.

A través de la progresión vertical y el uso de un dron, Nuria Álvarez y Eduardo Díaz acceden a aquellas cavidades susceptibles a ser estudiadas, e identificar así los yacimientos arqueológicos con presencia de industria lítica, malacológica, fauna terrestre, restos de cerámica, restos humanos, etc.

Nuria Álvarez: "Desde el punto arqueológico, parece una cueva totalmente estéril"

Desde 2017, el equipo de especialistas ha prospectado más de 40 cavidades en los municipios de El Paso, Puntagorda, Mazo, Puntallana y San Andrés y Sauces, y es la primera vez que se encuentran con este nuevo tipo de yacimiento arqueológico.

El proyecto, iniciado con el fin de acceder a aquellas cuevas en las que todavía se pueden encontrar restos arqueológicos prácticamente intactos, sin saqueos o expolios, ha resultado todo un éxito, puesto que se espera que la Cueva Tiznada no sea la única que se encuentre en el futuro en La Palma.

Los estudios realizados han permitido descubrir que algunas de estas cavidades de difícil acceso tuvieron un uso habitacional, lo que plantea nuevos interrogantes sobre la fórmula y mecanismo que utilizaron los benahoaritas para poder acceder a ellas.

Eduardo Díaz destaca que los accesos a esas cuevas pueden haber variado algo en los últimos siglos, pero “no sabemos si lo hacían con algún tipo de andamiaje” o usaban técnicas específicas de escalada, lo que considera “muy sorprendente”, ya que muchas de estas cuevas están situadas a más de 30 metros de altura en una pared vertical.

Protección

Para proteger este y otros importantes descubrimientos realizados en los últimos tiempos, desde el Cabildo de La Palma se está procediendo a la formación del personal de la Consejería de Medio Ambiente para que se encargue de vigilar el tránsito de personas por la zona de la Cueva Tiznada en el antiguo cantón de Aceró.

Igualmente se realizarán nuevas jornadas de instrucción que permitan al personal tener una formación más detallada y luchar contra el expolio arqueológico y del patrimonio histórico insular.