El municipio de Los Llanos de Aridane es el que más posibilidades de expansión territorial y económico registró en las últimas décadas en la isla de La Palma. Su configuración territorial y la vinculación económica con el motor que supone el plátano para esa zona ha permitido que empresas, migrantes y palmeros de otros municipios decidieran legar a la localidad para establecerse, convirtiéndola en la capital económica de la Isla.

Pero asociado a ese progreso, llega también el desarrollismo urbano y el abandono de su casco histórico, denunciado por el doctor en Historia del Arte y profesor titular en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, Jesús Pérez Morera.

El también miembro de la Comisión Insular de Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma pone el foco al trabajo que se desarrolló por otras localidades palmeras en la protección de su conjunto histórico, así, destaca que desde 1975 Santa Cruz de La Palma ostenta esa declaración, mientras que la Villa de San Andrés lo logró en 2015. Sobre Los Llanos de Aridane, segundo centro histórico de la isla de La Palma por su volumen edificado, extensión y trazado, “la declaración de Los Llanos de Aridane como conjunto histórico ni está ni se le espera”, lamenta Pérez Morera.

En ese sentido, defiende que con la legislación vigente y si no se actúa pronto, “el centro histórico de la ciudad está condenado a desaparecer, a pesar del valor y antigüedad de su trazado”, informando que su diseño se realizó “de forma consciente en torno a 1521 al modo de las fundaciones coloniales del Nuevo Mundo y del valor de su arquitectura tradicional tanto civil como religiosa”.

El historiador Pérez Morera hace hincapié en que “una y otra vez se impone la realidad de los hechos consumados y de las normativas técnicas redactadas sin más miras que las de la rentabilidad inmediata y el máximo aprovechamiento”, no pudiendo conservarse “ni las cuatro calles principales, bastante tocadas”.

Lamenta además que “a día de hoy, el municipio no cuenta con ningún Bien de Interés Cultural declarado o tan siquiera solicitado”, ni en su centro histórico ni fuera de él, “y no será por no poseer espacios y conjuntos arquitectónicos tan excepcionales como es el del Llano de Argual y las edificaciones que lo rodean”, añade, apostillando Pérez Morera que “ni siquiera su monumento más significativo”, la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, ostenta tal declaración, “toda vez que su incoación en 1998, hace ya la friolera de 22 años, se dejó morir sin que nadie consumara el proceso”.

En 1996 se aprobó un Plan Especial de Protección que preveía la creación de una Comisión Municipal de Patrimonio Histórico Artístico para informar las licencias, “cosa que, hasta hoy, nunca se hizo”, informa Pérez Morera, añadiendo que “hace algún tiempo”, la Concejalía de Cultura puso en marcha una Comisión de Patrimonio Histórico, “pero que, sin atribuciones ni posibilidad de actuar, no está en condiciones de frenar ningún desatino”.

Ante esa situación, el doctor en Historia del Arte denuncia que en las calles históricas del municipio se están realizando actuaciones “estrambóticas, agresiva y ortopédicamente añadidas” a las viviendas tradicionales, “vaciados salvajes” y perpetrando la desaparición o sustitución integral de todas las carpinterías originales. De esta manera, “los edificios históricos resultan tan despersonalizados, desnaturalizados e irreconocibles que, en este estado, no vale la pena conservarlos”, denuncia, al desaparecer su valor patrimonial.

Cita además como ejemplo las ventanas de celosías, representan auténticas reliquias arquitectónicas y culturales. Prácticamente desaparecidas en el resto del mundo hispánico, como sucedió en Andalucía, en ninguna otra parte de España o de Iberoamérica conserva un número tan copioso como en Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridane, con una formulación típicamente palmera. “Reducidas poco a poco, en la actualidad quedarán en este último lugar tan sólo una veintena de ejemplares de esta clase de ventana que tanto abundó en el pasado”, lamenta Jesús Pérez Morera.

Hace hincapié también en que “su conservación tampoco puede recaer exclusivamente sobre el bolsillo de sus propietarios”, por lo que exige la implicación y la colaboración de los organismos oficiales, “que deben estar comprometidos sin titubeos, también económicamente, con la protección de nuestros signos de identidad”.

Denuncia que “a este paso, el casco histórico de Los Llanos quedará convertido en una sucesión de lunas de cristales y marcos vacíos”, vinculados a locales comerciales. Exige que “la ciudadanía debe preguntarse cuál es el tipo de ciudad que quiere para el futuro y si desea o no conservar este legado y transmitirlo a las generaciones venideras, a las que pronto no habrá nada que enseñarles”.