Una población que se acerca a los 86.000 habitantes, con una proporción elevada de zonas rurales, convierten a la isla de la Palma en un territorio con un gran potencial para implantar nuevos sistemas de gestión de residuos como, por ejemplo, el modelo de compostaje descentralizado, un sistema que demuestra ser muy efectivo y que puede extrapolarse a otros lugares.

En concreto, La Palma cuenta con 113 núcleos de población con menos de 500 habitantes. Esta distribución demográfica reducida favorece, en el caso de la gestión de los residuos orgánicos, su puesta en marcha. Por ello, la gestión de los biorresiduos es una de las principales líneas de trabajo de la Consejería de Servicios Sociales y Cambio Climático del Cabildo de La Palma, dirigida por Nieves Rosa Arroyo.

En el último año, el Cabildo centró los esfuerzos para concienciar a la población acerca de la importancia que tiene para el medioambiente la correcta separación de los residuos, especialmente de la materia orgánica, que es la única que puede gestionarse en origen.

La concienciación es una de las tres patas sobre las que se asienta el modelo de gestión que propone el área de Servicios y Cambio Climático. Las otras dos líneas son la implantación de la recogida selectiva en las zonas urbanas y el fomento del compostaje doméstico comunitario e individual en aquellas zonas rurales de la isla.

Respecto a este último punto, el del compostaje doméstico comunitario, Arroyo apunta que aproximadamente el 40% de los residuos que se generan a nivel doméstico son orgánicos. “Así que no tiene sentido transportar ese material reciclable a varios kilómetros para separarlo y depositarlo en un vertedero porque, nunca mejor dicho, es tirar a la basura un recurso que es muy valioso y que puede tener nuevos usos, como la elaboración de compost”, apunta.

El Cabildo palmero centra sus esfuerzos en concienciar a la población para separar residuos

“Tenemos que hacer todo lo posible para conseguir que se deposite la cantidad mínima de residuos en el contenedor gris o de restos, porque esa es la fracción que acabará en el vertedero”, resume así la consejera, que insiste en la necesidad de “hacer una buena separación en origen”.

La consejera de Servicios y Cambio Climático explica que “uno de los pasos más importantes para alcanzar la mayor eficiencia en la gestión de los residuos orgánicos es un cambio de mentalidad individual y colectiva que haga que los desechos pasen de ser vistos como un problema a que los identifiquemos como recursos muy valiosos”, especificó.

Este modelo, que potencia el tratamiento local y descentralizado de los biorresiduos lleva asociada, además, la creación de puestos de trabajo en los distintos ámbitos de actividad: formación, seguimiento, recogida y tratamiento, todos relacionados con la economía verde y circular.

Además, Arroyo defiende que las administraciones locales están llamadas a liderar esta transición ecológica hacia un modelo de gestión de los biorresiduos más sostenible y coherente con su responsabilidad social y medioambiental.

La puesta en marcha del compostaje comunitario se lleva a cabo mediante el programa La Palma Orgánica. Esta iniciativa que se puso en marcha en 2014 teniendo un gran impulso en los últimos años, en los que se habilitaron cuatro zonas para el compostaje comunitario en la isla y se formaron a 360 familias.