Cinco siglos después de que desaparecieran los primeros pobladores de La Palma, siguen siendo recurrentes los estudios sobre sus costumbres y tradiciones, sobre sus formas de relacionarse con la naturaleza y, por encima de todo, sobre cómo sobrevivieron durante más de 1.500 años en un entorno que no era el propio y en el que fueron "abandonados" a su suerte. Existen varias teorías sobre la llegada de los guanches a Canarias. Todas coinciden con su procedencia bereber -norte de África- y aunque hay estudiosos que los relacionan con los fenicios en torno al año 1.000 antes de Cristo, la más aceptada tiene que ver con un destierro provocado por los enfrentamientos de las tribus bereberes con el avance del Imperio Romano al comienzo de nuestra era.

Así, poblaron las Islas, llenándolas de restos que hoy sirven para interpretar cómo vivían: utensilios domésticos y de caza, restos funerarios, restos de asentamientos... La Palma es una de las Islas que conserva un mayor número de estos vestigios, lo que la convierte en la joya de la arqueología canaria. Cinco siglos después de la conquista castellana -La Palma fue una de las últimas islas en caer- continúan anunciándose hallazgos fundamentales para entender al pueblo benahoarita. La joven arqueóloga palmera Nuria Álvarez trabaja en uno de ellos: las 40 cuevas aparecidas en riscos de las cumbres palmeras y donde, pese a la gran altitud, se ha demostrado que vivieron o realizaron ritos funerarios los benahoaritas. Álvarez pone de relieve que, aunque llegaron a la Isla de una manera que se desconoce, provenían de pueblos que conocían el metal y la industria textil. Sin embargo sufrieron una involución tecnológica. "A esas personas les quitaron todo". Pese a ello lograron sobrevivir más de 1.500 años.

Pero no eran unos trogloditas, defiende el historiador Miguel Martín, cuestión sobre la que "el franquismo hizo un daño tremendo", rechazando cualquier representación del mundo canario, cuando investigaciones mucho más antiguas sí exaltaban al indigenismo canario, su cultura y relación con la naturaleza y, sobre todo, su capacidad para sobrevivir en un medio que terminaron por controlar. Los benahoaritas eran de piel blanca, e incluso muchos de ellos tenían los ojos claros, ya que provenían de razas caucasoides. Además, estudios realizados por el inspector insular de Patrimonio, Jorge Pais, destacan que su altura era superior a la de los conquistadores, hallándose incluso esqueletos en cuevas funerarias de individuos que llegaron a los dos metros, lo que deja a las claras que "eran más fuertes que los castellanos".

Durante su estancia en la Isla no sólo habitaron cuevas, también cabañas -sobre todo en la mitad sur de la Isla-, generando durante siglos una cultural propia en la que elementos relacionados con la industria de la cerámica, lítica, cestería y ósea llegan hasta nuestro tiempo. Todos esos restos generan uno de los patrimonios arqueológicos más interesantes de todo el Archipiélago, con elementos únicos como las estaciones de grabados rupestres con motivos geométricos, ejecutados con la técnica de picado que "sólo aparecen en La Palma", ilustra Jorge Pais, y unas estratigrafías "potentes", que en el caso de yacimientos como el de El Tendal, en San Andrés y Sauces, tiene más de siete metros, mientras que "seguramente" en el Roque de Los Guerra, en Villa de Mazo, "se podrá superar ese espesor".

Cientos de cuevas

Actualmente son más de 500 estaciones y cientos de cuevas las que están catalogadas, que aparecen desde la orilla del mar hasta la cumbre más alta y "siguen apareciendo", hace hincapié Jorge Pais, para quien La Palma es "única a nivel mundial", ya que es reseñable que en un territorio tan pequeño existan tantos restos, en su gran mayoría "auténticas maravillas" ubicadas en "parajes impresionantes". La sociedad palmera tiene mucho que ver con la defensa de esa parte de la cultura ancestral. Así, desde las escuelas se consiguió que una parte de la comunidad educativa "pusiera la semillita" entre los más pequeños, resalta Miguel Martín, lo que también defiende Nuria Álvarez como fundamental, logrando que los niños se conciencien "sobre la importancia de nuestro pasado" y que la población también se sienta partícipe de algo que "es de todos".

Frente a eso, el enemigo expoliador sigue rondando cualquier hallazgo. Aunque "son cuatro gatos", lamenta Pais, "una persona en cuestión de minutos puede hacer un destrozo tremendo en un yacimiento con 2.000 años de antigüedad". Por eso, se trabaja en la creación de la figura del vigilante del patrimonio, apoyados también en los agentes forestales con los que cuenta La Palma, a quienes la Ley les da potestad para intervenir en estos casos.

Signo muy diferente es el que emana de las constantes donaciones que se siguen recibiendo, en la gran mayoría de hallazgos casuales durante la rotulación de huertas o incluso vestigios que durante décadas fueron custodiados en domicilios particulares y que, aunque conservan su valor estético y patrimonial, perdieron el científico, al no poder contextualizarlos. Por eso, los arqueólogos e investigadores llaman a la necesidad de "no tocar nada", ya que es importante la posición de cada objeto y la relación con otros del mismo lugar, y así cualquier especialista puede obtener muchísima información de esos factores.

La Palma también es pionera en proteger el legado de sus primeros pobladores. "Cuando vas a congresos te das cuenta que La Palma es especial", destaca Pais, ya que no sólo "hemos sido pioneros en los parques arqueológicos, también en la protección de yacimientos". En la Isla hay en la actualidad cinco centros específicos o de visitantes y un total de 18 yacimientos protegidos y con paneles explicativos, a los que próximamente se sumarán dos nuevas estaciones en el Pico Bejenado, en colaboración con Parques Nacionales. Además, también se trabaja en la configuración de dos nuevos parques arqueológicos en Buracas y en las cabañas habitacionales cercanas al Refugio de El Pilar.

Avance para la sociedad

Estos lugares suponen para Miguel Martín un avance para que la sociedad "interiorice el mundo indígena" y para que siga surgiendo el interés y la colaboración con las investigaciones, potenciando además un turismo cultural, defendido por Nuria Álvarez, relacionado con los centros de interpretación. En La Palma se pueden visitar enclaves como la Cueva de Belmaco, "donde se descubrió la primera estación de grabados rupestres de toda Canarias", o El Tendal, "que durante los años 80 fue el yacimiento por antonomasia, de donde salieron numerosas tesis doctorales". Sin olvidarse, recuerda Álvarez, de La Zarza y La Zarcita. Pero es "imposible", lamenta Pais, proteger los más de 5.000 grabados inventariados en la Carta Arqueológica insular, por lo que los esfuerzos se centran en los que más peligro corren.

El banahoarita era un pueblo al que le encantaba la apariencia, detalla Jorge Pais. Contaba con una industria ósea que les permitía confeccionar colgantes y collares con un gran gusto "por las cosas bien hechas", lo que "aún se sigue manteniendo en la Isla". Esa pasión por la estética se ve reflejada en la cerámica, que también permite identificar cronológicamente los yacimientos en sus diferentes estratigrafías. "La Palma es la única isla en la que con ver un cachito de cerámica se identifica su datación", evolucionando el proceso y la decoración desde los primeros tiempos hasta la llegada de los conquistadores.

Un pueblo muy religioso

Los especialistas definen a los benahoaritas como un pueblo muy religioso, en el que todos los elementos que los rodeaban tenían un componente "mágico". "Llenaron la isla de símbolos", añade Miguel Martín, configurando una isla que no se puede comparar con ningún otro lugar del mundo. Además, "si esto es lo que nos quedó, hay que imaginarse lo que se destruyó en las medianías y la costa", lamenta, reafirmando que "para ellos la religión es lo que la ciencia supone actualmente para nosotros". Esa manera de ver lo que les rodeaba eran parte de su forma cotidiana de entender el mundo, formando parte de su comunidad los vivos y los muertos.

Miguel Martín, impulsor también de la revista Iruene, que durante los últimos 12 años ha permitido generar un espacio de información y discusión sobre la forma de pensar de los antiguos pobladores de la Isla, se convierte también en un acérrimo investigador sobre algunos de los principales ritos que practicaban los benahoaritas. Entre ellos está la denominada arqueoastronomía, o cómo prefiere identificarla el investigador, la cosmovisión. Para ello, "hay que tener en cuenta que eran muy hábiles en su medio", aprovechando todos los recursos que tenían a su alcance y con un pensamiento que "no era diferente a nuestro".

Así, Martín defiende que "simplemente tenían una manera distinta de ver el mundo". Creían en la naturaleza y no en dioses infinitos, consiguiendo crear un orden propio del espacio y tiempo a través de los yacimientos en los que vivían. Una de sus máximas preocupaciones era "la manera de controlar el tiempo", lo que lograron sin la tecnología que tenemos ahora. "Seguían el sol y hacían cálculos matemáticos y astronómicos", lo que les permitía saber los momentos de siembra y los distintos momentos astronómicos a lo largo del año por la posición del sol y las estrellas. El estudio de las cosmovisiones sigue evolucionando, ya que, como señala Martín, "lo que pensaban los antiguos no se fosiliza". "Las ideas no quedan, por lo que las deducimos a través de los yacimientos". Actualmente hay varios estudios pendientes de confirmar las fechas aproximadas de datación de los yacimientos. Jorge País confirma que "tenemos varias fechas muy antiguas que es necesario contrastar". La más fiable es una que sitúa unos restos hallados en Belmaco en torno al siglo IV antes de Cristo. Igualmente, un tabón funerario recuperado en el yacimiento de La Palmera, en Tijarafe, dio la fecha del 230 antes de Cristo, aunque está referido a la madera y no tienen relación con la datación real del lugar ofrecida por el estudio de la cerámica. En esa línea de establecer cronologías, para Pais resultará determinante poder realizar el estudio exhaustivo del Roque de Los Guerra, que "nos dará la fecha más antigua", al considerarse el poblamiento más antiguo de cuantos se han investigado hasta ahora.

Nuevos hallazgos

La Palma sigue generando noticias sobre nuevos hallazgos que vienen a completar el conocimiento ya existente o a aportar nuevos datos sobre el pueblo benahoarita. Uno de esos últimos descubrimientos es el de las mencionadas cuevas colgadas. Se trata del proyecto dirigido por Nuria Álvarez, en colaboración con el espeleólogo y escalador Eduardo Díaz, que se inició en 2017 con el fin de incentivar el conocimiento de las poblaciones aborígenes de La Palma. Durante ese tiempo están catalogadas unas 40 cuevas distribuidas por toda la geografía insular, todas ellas, en lugares de difícil acceso en riscos y acantilados, a los que es imposible entrar si no usamos medios verticales y cuerdas. Estos lugares están ofreciendo nuevos hallazgos de tipo óseo y cerámico y, sobre todo, destaca Álvarez, cuevas funerarias. Además, estas cuevas, situadas algunas de ellas a más de 60 metros de desnivel, ponen de relieve la capacidad de los benahoaritas para controlar la naturaleza y el terreno, consiguiendo métodos de accesos a esas cavidades que aún están en investigación.

Por eso, Nuria Álvarez destaca que "nos queda por descubrir todo", ya que sólo conocemos "la punta del iceberg" y aún existe mucho desconocimiento sobre el pueblo aborigen palmero, adelantando que están por llegar estudios que "nos cambiarán la forma de pensar sobre nuestros antepasados".

Pero también siguen llegando noticias negativas, como los graves daños ocasionados al yacimiento arqueológico de Pinos Gachos, en el municipio de Tijarafe, por la ejecución de las obras de mejora y empedrado de un tramo del camino real GR-131 que el Cabildo de La Palma realiza en la zona. Del yacimiento arqueológico, conformado por un importante amontonamiento de piedras con grabados prehispánicos, se extrajeron y partieronlajas con grabados para su posterior colocación en el empedrado del camino, así como en las paredes.

Centros arqueológicos en la Isla Bonita

Museo Arqueológico Benahoarita

En este museo se encuentra recogida toda la historia de la Prehistoria de la isla de La Palma. En él se conservan todo tipo de restos que se han ido encontrando en excavaciones hechas por toda la Isla, donaciones particulares y fondos privados. Además, cuenta con paneles explicativos que permiten conocer un poco más sobre la historia de la prehistoria insular y cómo eran fabricados esos objetos. Se encuentra en Los Llanos de Aridane.

Centro Arqueológico de La Zarza y La Zarcita

Está constituido por un caboco, cuevas y estaciones de grabados rupestres, situados a la cota entre 150 y 900 metros de altitud en el municipio de Garafía. Los grabados están ejecutados con diferentes técnicas y estilos, donde aparecen espirales, meandros, círculos y semicírculos concéntricos, realizados mediante picado continuo o discontinuo y puntos.

Parque Arqueológico de El Tendal

Ubicado en el Barranco de San Juan en Los Galguitos, en San Andrés y Sauces, presenta un gran interés por la impresionante cueva natural de habitación, con más de 60 metros de ancho y magníficas condiciones de habitabilidad, que se completa con un numeroso poblado de cuevas, distribuido por ambas vertientes del barranco, con un mínimo de 27 cuevas de habitación, asentamientos superficiales que pueden ser paraderos pastoriles o cabañas, 3 necrópolis y una pequeña estación de grabados rupestres.

Cueva de Belmaco

Las primeras noticias sobre sus petroglifos prehispánicos son de 1752, descubiertas por el ilustre palmero Domingo Van de Walle de Cervellón. El conjunto arqueológico de Belmaco, en el municipio de Villa de Mazo, está formado por un poblado de unas trece cuevas naturales de habitación que se aglutinan en los alrededores del caboco. Recientes excavaciones siguen permitiendo encontrar nuevos vestigios benahoaritas.

Centro de Interpretación Benehauno

Este centro de reciente creación permite disfrutar de restos aborígenes encontrados en el municipio de El Paso, además de recreaciones de las condiciones de los antiguos pobladores y un importante material multimedia que completa la información. Permite la realización de rutas guiadas a las diferentes estaciones de grabados rupestres del municipio como La Fajana, El Verde, Lomo de Tamarahoya VI y Lomo Gordo I y II.