La poética de Elsa López, Olvido García Valdés y Andrés Sánchez Robayna alzó anoche el telón de la tercera edición del Festival Hispanoamericano de Escritores en el enclave del Parque Antonio Gómez Felipe, en Los Llanos de Aridane, en La Palma, que vuelve a unir ambas orillas del Atlántico por tercer año consecutivo con un puente literario por el que circulan la palabra, el pensamiento y la belleza. Este refugio urbano de mosaicos y senderos fragmentados como islas en la estela de Gaudí, con la impronta del artista palmero Luis Morera y el creador Natan Teutsch, se erige en el nuevo escenario de esta cita literaria que este año reinventa su formato bajo un estricto protocolo de seguridad sanitaria contra la Covid-19.

Y es que esta entrega, que prefiguraba el año de la consolidación definitiva de esta célebre fiesta de las letras, ve la luz "a pesar de", parafraseando a la escritora Clarice Lispector, con un equipo capitaneado por el escritor Nicolás Melini de la mano de su comité asesor y el área de Cultura del Ayuntamiento de Los Llanos, con el apoyo del Cabildo palmero, la viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias y la cátedra Vargas Llosa, no solo volcados en la defensa de la cultura y las letras contra viento y pandemia, sino también en la reivindicación del espacio cultural como un encuentro seguro en tiempos de desencuentros, crisis e incertidumbre, donde más urge el abrazo de la palabra.

El recital de bienvenida agotó anoche las 61 plazas limitadas que admite cada actividad de la programación, que engloba 35 actos literarios que exigen reserva previa, lo cual, tal como relataban ayer varios repetidores de la muestra, congela de forma temporal esa rutina festiva alrededor de la literatura que llegó a congregar en los dos últimos años a más de 400 espectadores, entre invitados, entusiastas y vecinos, en el corazón de Los Llanos. Sin embargo, riadas de seguidores quedaron confinados anoche en la lista de reserva para el acto, y "esto demuestra que sigue habiendo ganas de disfrutar de la cultura", destacó la concejala de Cultura, Charo González, en su intervención inicial.

Por otra parte, el grueso de las ponencias pueden seguirse vía streaming a través de los canales de difusión del encuentro, lo que multiplica su proyección y seguimiento a una escala planetaria.

Este año, los 52 invitados al Festival, que suman 36 escritores y 16 prescriptores, entre editores, críticos, periodistas y agentes, con un número significativo de bajas a causa de la situación sanitaria, debieron someterse a pruebas serológicas a su llegada a la isla y dividirse en grupos de diez para su distribución en alojamientos, almuerzos y cenas, con el fin de garantizar la seguridad contra el coronavirus. Sin embargo, a pesar de, las sonrisas en los ojos durante el primer acto en el atardecer naranja de la isla bonita, incluso desde el propio aeropuerto, puso de manifiesto la importancia de fomentar en las islas ese "espacio literario" que acuñara Maurice Blanchot, tal como recordaba el poeta tinerfeño Rafael-José Díaz en una entrevista reciente en estas páginas, donde promover el diálogo, el intercambio de ideas y la reflexión en torno al papel de la literatura en la noche oscura de este 2020.

Muchas fortalezas de esta tercera edición se desplomaron como fichas de dominó a comienzos del verano, como el homenaje a México como país invitado, debido a la imposibilidad de que sus protagonistas se desplazaran a La Palma, aunque se establecerá una conexión en directo con varios autores, entre ellos, Sergio Ramírez, Premio Cervantes de Literatura, en la jornada de hoy. Pero otras muchas salen adelante, como las tradicionales firmas de libros en la Plaza de España y los encuentros con escolares, a lo que se suman varios actos destacados, como el nombramiento de Elsa López como Hija Adoptiva de La Palma o el tributo a J. J. Armas Marcelo por su retiro de la cátedra Vargas Llosa, ambos almas mater del Festival. Además, la programación, que rejuvenece este año con una nómina intergeneracional transoceánica de voces veteranas y emergentes, mantiene su esencia con una multiplicidad de mesas redondas en torno a la literatura, marcada por el cruce de miradas y latitudes en torno al paraíso de la lengua hispana y sus variantes infinitas como patria común. Y la isla bonita, una vez más, como anfitriona en esta celebración de las letras y la cultura como bien de primerísima necesidad, que, si bien pendió de un hilo y rayó la cancelación -el sueño es que algún día la cultura deje de caminar en el alambre-, se lanzó al vacío con el convencimiento de que esta página merecía ser escrita, con todas las medidas pertinentes. Por lo pronto, en ese vacío había poesía, compromiso y deseos de compartir, como reza uno de los poemas recitados por Elsa López: "palmeras que se doblan hasta alcanzar la orilla / de un océano único". "Gracias a ustedes. Y gracias a la poesía", se despidió, en la bienvenida, la anfitriona.