Cuando a última hora de la tarde del pasado viernes surgió la alerta por el inicio de un incendio forestal en el barranco de Catela, en Garafía, las expectativas de lograr vencer el fuego si alcanzaba la noche activo eran muy pesimistas. La oscuridad, las altas temperaturas y la cercanía del barranco de Briestas dificultarían el control del avance de unas llamas que ponían en peligro las cumbres de la Isla. Los técnicos, conscientes de la situación que podría generarse, fueron más insistentes, si cabe, consiguiendo que rápidamente se activaran efectivos de otras islas y, junto con un poco de suerte, lograr contener el fuego.

En las primeras jornadas del incendio, el técnico de emergencias, Jorge Parra, destacó que la peor previsión podría hacer esperar un incendio con más de 10.000 hectáreas afectadas "que se quedaron en 1.200", dijo, mostrando su satisfacción por el trabajo realizado y las labores de prevención realizadas durante todo el año.

Tras la declaración del control de la emergencia, el técnico de la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo insular, Francisco Prieto, se pronunciaba en la misma línea, asegurando que "gracias al esfuerzo tremendo" de los equipos de extinción se consiguió detener el avance de un incendio "con un potencial de 10.000 o 12.000 hectáreas".

Puso de relieve que históricamente "nunca se había conseguido contener un incendio en esta zona", logrando otros episodios similares alcanzar la cumbre de La Palma y extenderse por toda la cordillera a otros municipios.

Prieto respiró aliviado por detener un fuego "cuyas peores previsiones nos daban para un fuego de una semana y, con un poquito de suerte, que siempre hace falta, y el trabajo desde tierra y el aire hemos conseguido contenerlo", destacó.

Lo cierto es que la orografía de la Isla permite que el fuego se adentre en barrancos donde crece en virulencia e imposibilita a los efectivos poder combatir las llamas. Muchos factores favorecieron que los buenos resultados en esta batalla llegaran rápidamente. Entre ellos que se pudieran sumar efectivos velozmente llegados desde otras islas, así la Unión Militar de Emergencia llegó desde Tenerife al frente del fuego apena ocho horas después de iniciarse el fuego y los medios aéreos llegados desde la Península realizaban sus descargas en apenas 24 horas.

Los trabajos preventivos previos al verano y la ausencia de viento permitieron, a pesar de las temperaturas que siempre superaron los 30º, que desde un primer momento el éxito de los trabajos de extinción fuera patente y que a pesar de la incertidumbre y momentos de tensión que se vivieron con esta emergencia, no se vivieran episodios como los del año 1994, en el que un fuego iniciado en esa misma zona llegara hasta los montes de Santa Cruz de La Palma. En el municipio cercano de Tijarafe se produjo otro gran incendio en el año 2000 que afectó a 6.000 hectáreas de este municipio, Puntagorda y Garafía, quedándose a las puertas de las Caldera de Taburiente. Otro gran incendio en la misma zona se produjo también en Garafía en septiembre de 2005, afectando también a Puntagorda, Tijarafe y Barlovento calcinando casi 2.000 hectáreas.