La de 2020 será siempre recordada como la Bajada de la Virgen que no se celebró, a pesar de que cuando comenzaba el año fueron muchos los que se apresuraron a decir que este sería un curso importante para La Palma, con muchas tareas por hacer que casi se cumplirían en estas fechas y sobre todo con una cita, la Lustral, en la que se habían puesto muchas ilusiones, apuestas y sueños.

Incluso la fecha, con esos cuatro dígitos tan atractivos para quienes diseñan campañas y eslóganes, permitía imaginar lo que nunca llegó a pasar y que al final, por influencia de una pandemia sanitaria, se quedó en eso, en la mente de quienes soñaron lo que podía haber sido y no será.

Allá por el mes de marzo, cuando la situación que aún seguimos viviendo comenzó, muchos pensaron que cuando llegaran estos días las cosas estarían resueltas y que la Fiesta Lustral podría celebrarse con cierta normalidad. Esa luz se apagó cuando el obispo Bernardo Álvarez verbalizó lo que creo que toda la sociedad palmera ya intuía.

La suspensión de esa 69 edición de la Bajada de la Virgen 2020 hasta la próxima cita de 2025 rompió las ilusiones de muchas personas que, de una manera u otra, participan en su organización y celebración, pero sobre todo supuso un jarro de agua fría para quienes veían los meses de julio y agosto como una oportunidad para salir adelante económicamente.

Y hoy, en otras condiciones, en este artículo estaríamos hablando sobre el inicio de la Semana Chica de la fiesta. Comentaríamos la alegría del traslado e izado de la Bandera de la Virgen y, sobre todo, lo ilustraríamos con el color del paseo romero de bajada del trono, peculiar romería por el angosto camino de El Planto de cada último domingo de julio de Año Lustral. Le dedicaríamos unas líneas a comentar el estado de la venta de entradas para el concierto del Love Festival con Alejandro Sanz y otros artistas que no se llegaron a anunciar, o describiríamos alguna carroza de la cabalgata anunciadora del próximo viernes. Pero no, no podremos hacerlo porque la suspensión de la Bajada 2020 supone un hito desde que, en el año 1676, y como consecuencia de una extraordinaria sequía, el obispo Bartolomé García Ximénez decretó en inicio de la fiesta. Ni la Guerra Civil ni las dos mundiales tuvieron el efecto del Covid-19.

Los enanos no bailarán, no se iluminarán las pandorgas, los acordes del minué dieciochesco no resonarán en la capital palmera, ni las piruetas de los acróbatas desafiarán el equilibrio, pero, sobre todo, la Virgen de Las Nieves no bajará desde su santuario en el monte para reiniciar el calendario de la Isla, y comenzar esa nueva cuenta de cinco años hasta que otra vez retorne a la ciudad.

Ese momento culmen de la celebración, cuando la patrona de La Palma entra en la plaza de España capitalina y la loa de Antonio Rodríguez López recibe ante el Sacro Templo a la que durante cinco años esperó, tendrá que esperar otro lustro más hasta que se realice la 69 edición de la Bajada.

Por el camino, se quedaron las ilusiones de mucha gente. No solo participantes de los números que fueron elegidos para tener el honor de danzar, cantar o interpretar para la Virgen, también muchos autores y artesanos que en esta edición estrenaban el trabajo y esfuerzo de años, pero, sobre todo, de quienes en la cita lustral ven un vértice vital.

Evidentemente, fuera de lo cultural y sentimental, es el tejido económico el principal perjudicado de la situación generada por la pandemia sanitaria. Las esperanzas de recuperación económica estaban puestas en este verano festivo, más aún tras las consecuencias de estos meses de confinamiento. Tendrán que esperar.

Mientras llega ese 2025, y si entonces las condiciones sanitarias lo permiten, la esperanza se centra en que, en algún momento, con o sin mascarilla y con distanciamiento social, pueda realizarse algún tipo de celebración vinculada a la Virgen de Las Nieves que propicie la organización de actos de índole cultural asociados.

Aun así, en estos tiempos de videoconferencias y lo tecnológico, y más allá de un octavario organizado semanas pasadas por la Iglesia, poco más o nada recuerda lo que hubieran sido estos días en otras circunstancias. Solo los fieles y seguidores de la Fiesta Lustral, principalmente a través de las redes sociales, desempolvan recuerdos para añorar lo que podría haber sido, y no será.