Una fiesta, un santo y una procesión prohibida. Son todos los ingredientes necesarios para contar la historia que, en medio de la declaración del estado de alarma, posibilitó que la imagen de San Antonio del Monte saliera de su ermita a hombros de vecinos y concejales de Garafía. La fiesta, que se realiza cada año el segundo fin de semana de junio, atrae a miles de fieles al municipio de Garafía. La onomástica de San Antonio sirve para celebrar una de las principales ferias ganaderas de nuestras islas, en la que lo religioso y festivo son protagonistas de un fin de semana intenso y que este año tuvo que ser suspendido por motivos sanitarios.

Pero las autoridades civiles, religiosas y las fuerzas de seguridad organizaron un protocolo de seguridad que permitió que el pasado sábado muchas de esas visitas se produjeran, pero esta vez sin poder tirar del cordón del santo, que según la tradición da o quita pareja. Sin ganado, sin verbena, sin ventorrillos y sin procesión, la fiesta podría parecer menos atractiva que en otras ocasiones. Todo eso tendrá que esperar a una próxima edición, aunque lo cierto es que el santo sí tuvo la oportunidad de recorrer la explanada que rodea a la ermita, ya que un grupo de vecinos y concejales del Ayuntamiento de Garafía decidieron darle ese paseo a la venerada imagen de San Antonio.

Esperaron a que terminara el horario estipulado para visitar la ermita y cuando el párroco cerró la puerta y abandonó la zona, con la caída de la noche, aprovecharon para saltar la reja, eso sí, no de una manera tan espectacular como en El Rocío, ya que contaban con una llave del templo, y con repique de campana incluido realizaron esa procesión previamente suspendida. Faltó la banda de música y la habitual representación de autoridades militares, pero, eso sí, algunos de los representantes políticos del municipio sí estaban presentes, incluso cargando las andas del santo.

Disculpas desde Garafía

Ahora llega el momento de pedir responsabilidades y ya el grupo de CC en la oposición se encargó de solicitar un pleno extraordinario y la posterior dimisión de los concejales implicados. Hasta el párroco se mostró sorprendido por la "salida extraordinaria" de San Antonio, invitándole desde el propio Obispado a que presente una denuncia por la sustracción de la imagen del santo y la entrada sin permiso a la ermita. Al grupo de gobierno, integrado por concejales del PSOE, PP y Fuerza Garafiana, no le quedó otra que admitir los hechos y disculparse reiteradamente, no sin antes justificar su acción en la tradición desarrollada en años anteriores, en las que se realizaba una segunda procesión, con la caída de la tarde, por parte de algunos vecinos y, eso sí, sin autorización del párroco.

Y es que esos vecinos y concejales lo que quisieron fue continuar con esa nueva tradición, y no dejar hasta próximas ocasiones a San Antonio dentro de su coqueta ermita. La única pega es que se olvidaron que el estado de alarma y los protocolos establecidos durante toda la jornada de la onomástica del santo prohibían esa procesión.