La crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus ya generó la suspensión de numerosos actos civiles y religiosos desde que se iniciara el estado de alarma. Otros, como la Bajada de la Virgen de Las Nieves, miran el horizonte del mes de junio con la esperanza de que la vuelta a la normalidad social permita su celebración. Esta fiesta palmera, que se celebra cada cinco años, aúna actos culturales, deportivos y por supuesto religiosos, en los que la organización conjunta corre a cargo de la Iglesia y el Ayuntamiento capitalino. Esta celebración lustral sobrevive aún a la crisis sanitaria, en el que ninguno de los promotores quiere adelantarse a la toma de una decisión.

Lo cierto es que aún quedan algunos meses para esta fiesta que revoluciona la isla de La Palma durante prácticamente dos meses, generando una enorme riqueza económica que podría contribuir a solventar la crisis que está generando el cierre de todo el tejido económico vinculado al turismo y al comercio palmero.

El pistoletazo de salida de la Bajada está previsto para el 20 de junio, día de la lectura del pregón de la fiesta, fecha que puede parecer lejana y da la posibilidad de albergar esperanzas a toda la ciudadanía palmera de que dentro de esos dos meses y medio pueda resolverse la actual alerta sanitaria y vivir la celebración con relativa normalidad. Más lejana aún queda la llegada de la Semana Grande la llegada de la Semana Grande, que arrancará el 6 de julio y acoge los actos más tradicionales como el Minué, Acróbatas, Danza de Enanos y Carro Alegórico y Triunfal, y que terminará con el descenso en procesión de la Patrona de La Palma desde su Real Santuario en el monte hasta La Encarnación en una primera etapa, y posteriormente, el domingo 12 de julio, con la 'Entrada Triunfal' en la capital palmera.

Pendientes de la evolución

Y es eso, precisamente, lo que ha querido destacar el obispo de la Diócesis Nivariense, el también palmero Bernardo Álvarez, quien recuerda que "aunque todo va a depender, lógicamente, de cómo evoluciona el proceso sanitario", la Fiesta Lustral gira en torno a esa imagen de terracota de más de cinco siglos de historia y relación con los palmeros y palmeras. Por eso, Álvarez señala que "bajar la Virgen es lo más fácil. Es una procesión, que si se puede hacer en las fechas establecidas se hará", destaca, aunque también lamenta que todo el entorno de la Bajada con actos para honrar a la Virgen "puede verse mermado" por la falta de tiempo para ensayar y prepararlos.

Tanto la Administración Local como el Obispado han mantenido hasta ahora un respetuoso silencio administrativo y eclesiástico al respecto de una posible suspensión o aplazamiento de la fiesta, en consonancia con el actual estado de alarma y la lucha social e institucional contra al coronavirus.

Desde el Gobierno capitalino insisten en que "no podemos olvidamos de que se trata de una fiesta religiosa. Del Ayuntamiento dependen los actos que se organicen. Lógicamente, hay una comunicación entre ambas partes, como no podía ser de otra manera, pero si la Iglesia dice que la Virgen se queda en el templo no hay nada más que hablar". Ahora bien, aclaran que "ni el Ayuntamiento ni la Iglesia, nadie con sentido común, pondrá en riesgo la vida de absolutamente ninguna persona si hay la más mínima posibilidad de contagio".

Ante este panorama, desde ambas instituciones plantean que "llegado el momento se valorará, con todas las condiciones sobre la mesa, en su debido momento y de acuerdo con las autoridades correspondientes", esa suspensión o aplazamiento de la Fiesta Lustral.