No solo celebraban el Día de la Paz, que ya de por sí sería loable. Las unitarias salieron ayer a la calle además para exponer un modelo educativo diferente, integral, donde la defensa de unos valores quizás más arraigados en el mundo rural es indestructible. Y lo hacen durante todo el año. No es postureo.

En cada aula, en cada colegio de núcleos dispersos, la comunidad educativa ha ido elaborando durante semanas, incluso meses, diferentes elementos que desde primera hora fueron instalados a lo largo de la calle Real de Santa Cruz de La Palma, con temática libre. En ellas se habla de generosidad, de libertad, de tolerancia, de sinceridad, de los caminos que llevan a la paz... de esas señas de identidad que los maestros de pueblo, de los de toda la vida, intentan transmitir en aulas donde se entremezclan con naturalidad y enriquecimiento personal alumnos de diferentes edades.

Es un modelo que durante años fue atacado, que vivió en el alambre de la incomprensión institucional, con algunas escuelas absorbidas por los denominados colegios completos, pero que en La Palma supo luchar contra imposiciones por la propia idiosincracia de la gente que lo forma. El pin parental aquí, en este sistema, suena a guasa.

En la plaza de España se celebró el acto central, con miembros de una treintena de unitarias. Alumnos (más de medio millar), profesores, padres y madres, también representantes institucionales. Un grupo de menores portaron una antorcha de madera y latón, realizada por Víctor García Pérez, latonero, y diseñada por Roberto Martín Pérez. La misma que en el año 2005 recorrió todos y cada uno de los municipios de la Isla, y que ayer antes de llegar al corazón de la capital visitó la sede de la institución insular.

En la plaza se concentraron los discursos. Todos los intervinientes destacaron esa forma de educar fundida generación tras generación. El presidente del Cabildo, Mariano Hernández Zapata, sostuvo la importancia de recordar que entre todos "tenemos que construir una sociedad más justa y en paz", y aprovechó para felicitar "a padres y madres y a todas las personas que forman parte de esta gran familia educativa por ayudar a la educación en valores", lo que en este tipo de centros "se práctica todos y cada uno de los días" lectivos.

Antes era una cita exclusiva para las escuelas rurales principalmente de la comarca Este. Desde el año pasado se han unido también las unitarias del Valle de Aridane. En el fondo, aunque cada centro rural tenga sus propias características, comparten el modelo elegido para formar a los alumnos. Y, de camino, para ser herramientas determinantes en la fijación de población. Un pueblo sin colegio acaba envejeciendo hasta desaparecer.

Puede parecer lejano aquel enero del año 1995, con la paloma regordeta de la paz dibujada por una niña de nombre Cristina, de La Sabina, pero la realidad es que 25 años más tarde, ¡parece que fue ayer!, poco se ha alterado en lo sustancial: la unidad y compromiso de estas escuelas.

De todas formas, sería injusto redactar un artículo en el que diera la impresión de que las unitarias fueron los únicos centros educativos que celebraron el Día de la Paz. Y no sería verdad. Ayer, como ejemplo más manifiesto, el colegio Santo Domingo de Guzmán (La Palmita), un modelo concertado totalmente diferente a una unitaria al incluir desde Educación Infantil hasta Educación Secundaria Obligatoria, también sacó a su comunidad educativa a la calle con un mensaje contrario a cualquier conflicto.

En este caso, centenares de alumnos, junto a profesores, padres y madres descendieron desde El Pilar hasta recorrer en silencio la calle Anselmo Pérez de Brito, para concentrarse en la plaza de San Francisco, donde hicieron una representación teatral bien diseñada y plasmada, con suelta de palomas incluida, recordando que la paz al fin y al cabo "es un trabajo de todos".