Una pieza de cerámica benahoarita, prácticamente entera, ha sido descubierta en el interior de la Caldera de Taburiente. Sus descubridores, los hermanos Valentín y Santiago Rodríguez Capote, trabajadores de Tragsa, son los mismos que descubrieron hace algunos meses una muela superior de un molino de mano de basalto poroso en las laderas del Barranco de Bombas de Agua.

El hallazgo se produjo el pasado 14 de enero. Tras el descubrimiento, los hermanos no tocaron absolutamente nada e inmediatamente se pusieron en contacto con personal del Parque Nacional, quienes, a su vez, lo comunicaron a la Consejería de Cultura y Patrimonio Cultural. Se trata del primer caso, en los últimos treinta años, en que una pieza aborigen de esta magnitud y calidad es recogida de su posición originaria por especialista en la materia.

La consejera de Cultura, Jovita Monterrey Yanes, ha agradecido y reconocido la labor desempeñada por estas dos personas, que han permitido recuperar una pieza arqueológica de gran interés para la ciencia: "La forma de actuar de Valentín y Santiago es un modelo y un ejemplo a seguir por todos aquellos que descubran objetos aborígenes. Lo ideal es que no se toque absolutamente nada del yacimiento y que el hallazgo se ponga en conocimiento con las instituciones públicas para que un especialista en la materia proceda a la recuperación y el estudio de los vestigios".

Jorge Pais Pais, director del Museo Arqueológico Benahoarita, puntualiza que la cerámica se rescató y depositó, apenas tres días después del hallazgo, en este centro museístico, donde se procederá a su limpieza, restauración y estudio.

La vasija, según Jorge Pais, está en buen estado de conservación, si bien le falta todo el borde. Carece de decoración, tiene una forma semiesférica y es bastante antigua. Estaba depositada boca abajo y en su fondo aparecen unas costras que intentarán analizar para conocer su contenido.

El pasado sábado, Jorge Pais, acompañado por la paleoantropóloga Nuria Álvarez Rodríguez y el agente forestal José Heriberto Lorenzo Pérez, realizaron una prospección intensiva en la zona, si bien no pudieron localizar nuevos materiales. Por todo ello, la presencia de la vasija en el fondo de esta estrecha covacha puede obedecer a la existencia de un escondrijo en el que los aborígenes escondían estos objetos hasta que volvían a ser necesarios durante las tareas de pastoreo. También podría ser que se tratase de un recipiente para recoger agua de los goteos del techo, si bien los especialistas se inclinan a pensar que podría tratarse de una especie de ofrenda ritual.