La Consejería de Medio Ambiente del Cabildo de La Palma ha encargado un proyecto de campo para cuantificar el número de ejemplares de arruí que existen en la Isla, y los lugares principales en los que se concentran, con el objetivo de evitar una proliferación excesiva que cause aún más daño a la flora local.

Juan Ramón Felipe, consejero de Coalición Canaria, preguntó en sesión plenaria por la adjudicación de este estudio y las razones para su elaboración. El responsable insular de Medio Ambiente, Borja Perdomo, explicó que el trabajo se había encargado a un especialista recomendado por técnicos del propio Cabildo palmero, que tiene la experiencia de haber realizado un censo similar y la idea no iba en principio más allá de tener datos actualizados con los que en su momento poder trabajar.

Perdomo es consciente de que incluso con este estudio "no será posible dar una cifra exacta del número de arruís que hay en La Palma, pero sí disponer de un censo lo más aproximado posible" para aplicar las acciones que en su caso se estimen necesarias para su control. También se pretende "ver los lugares en los que se están concentrado". Y es que "son animales que saben buscar los espacios naturales protegidos para evitar a los cazadores".

En este sentido, el consejero explicó a esta redacción que los últimos desprendimientos registrados en los nacientes de Marcos y Cordero, que obligaron a cerrar el sendero, fueron en parte provocados "por la acumulación de arruís". Son animales "que tienen esa zona como lugar de cría, andan por las laderas y lugares escarpados, provocando agrietamientos que con la lluvia provocan inestabilidad del terreno".

El arruí (Ammotragus lervia) es una especie natural de las montañas saharianas y de la cordillera del Atlas. En 1972 se introdujo una población de unos 15 ejemplares en la Isla para potenciar la caza mayor. A principios de los años noventa, según un estudio del director del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, el número de ejemplares ya era de unos 200 a 250, con tasas de reproducción de un 30%. Son herbívoros que comen cada día entre tres y cuatro kilos de yerba. En manada son capaces de arrasar peladas laderas enteras.

La presión de los cazadores ha evitado que este animal acabe desapareciendo de la Isla, a pesar de que conservacionistas y agricultores exigen que se eliminen.