Nieves Castelló tenía un trabajo estable. Salario a final de mes, días de vacaciones, un horario... pero tenía un sueño incompatible con su tranquilidad laboral. Ama la artesanía local y, por ende, todo lo elaborado en la Isla. Hecho exclusivamente en su tierra. Dio un portazo al sosiego y se lanzó a la aventura. Surcos La Palma, en la calle Anselmo Pérez de Brito 36, en la capital, no es una tienda cualquiera. No es un establecimiento más. Es un espacio coqueto en el que se respira tradición y que desprende autenticidad.

Castelló cuenta con pasión cada una de las piezas que vende en su comercio. Manifiesta que "tenemos una representación de cada uno de los oficios tradicionales, algunos de ellos en peligro de extinción y a los que debemos darles auge y salida". Lo dice convencida. Con adoración. "Nuestra artesanía es exquisita", sentencia.

La apuesta por un nuevo viaje en su vida llevaba tiempo rondándole la cabeza. Los cambios suelen pasar en realidad por los pensamientos de casi todos. A unos antes, a otros después. Luego toca tener los arrestos para hacerlo, en lo que resulta casi siempre determinante el temple y el apoyo de los que te rodean. Nieves tiene a su lado a Fernando Rodríguez, un amante de la historia, de los detalles, un loco por cada acontecimiento... Y lo hicieron.

Nieves pasea por la tienda mientras cuenta con sentimiento que "aquí tenemos los típicos morteros, los trompos, instrumentos musicales, nuestra cestería típica, una pequeña muestra de alfarería, reproducciones de los antiguos aborígenes, los bordados maravillosos de María Zerpa, sombreros de moda partiendo siempre de la base de uno tradicional, con un bordado sobre seda que nunca pierde la esencia...".

No hay productos chinos. Tampoco de otros territorios. Si como cliente no se busca algo auténtico, el negocio pierde sentido. Aquí se viene a por lo bueno. A por lo propio.

"También apostamos por fusionar diferentes oficios", explica la propietaria del establecimiento. Por ello, "aquí tenemos una mezcla de alfarería y la cestería". Pero no es solo artesanía. Surcos La Palma ofrece además repostería tradicional, desde rapaduras hasta quesos de almendras, almendrados, mojos, chicharrones, las mieles, flor de sal o el aceite de oliva que se produce en La Palma, sin olvidar a Sabores de Garafía, con sus frutas deshidratadas.

Al redactor se le hace complejo resumir la tienda. Aprovecha cada espacio para introducir un detalle. Y atrapa. ¿Un bazar? No solo eso. Quizás lo más justo sería decir que es un paseo por el trabajo que muchas personas de diferentes sectores desarrollan en La Palma, la mayoría empleos minoritarios y, en ocasiones, precarios. Y a eso se une que es un negocio con olores. Gusta estar dentro.

Castelló hace además especial hincapié en "la bodega", con una línea "bastante amplia, desde los vinos de Puntagorda a Garafía, Tijarafe, Fuencaliente con la gama alta de Bodegas Teneguía". A ello se suma "una representación de la tradición tabaquera de nuestra isla, con Puros Julio...". Sí, es un no parar.

Incluso el nombre de la tienda tiene su explicación. Aquí nada es al azar. "Los artesanos, con su tenacidad y esfuerzo, llevan grabados en sus manos los surcos de un legado que ha pasado de generación en generación, de ahí nuestro nombre, creando una artesanía simple y rústica pero de extraordinaria belleza".