El 31 de diciembre de 1893, a las doce de la noche, la luz eléctrica llegó a Santa Cruz de La Palma. Fue la primera ciudad de Canarias y la sexta del mundo (después de París, Nueva York, Londres, Barcelona y Madrid) que pudo apagar los faroles de vela. El Ayuntamiento capitalino celebra hoy aquella efeméride o, para ser más exactos, aquella gesta, justo cuando la sociedad demanda un cambio en la política energética.

No debe sorprender que La Palma fuera la primera isla del Archipiélago en ver sus calles encendidas. Siempre ha sido, antes y ahora, un territorio inquieto, imaginativo, con talento y, sobre todo, abierto a las vanguardias sociales y culturales. No fue solo la luz, también fue la primera de las Islas en tener teléfono, telégrafo o prensa, sin olvidar que fue el primer pueblo de España en elegir a sus representantes populares para que ocuparan los puestos de los regidores perpetuos, en sentencia de un 3 de diciembre que por cierto con el paso de los años parece haber caído en el olvido.

La burguesía de la época se unió para construir la central de El Electron, en el Barranco del Río, una instalación con demasiada historia para el triste abandono que sufre, aunque es cierto que por su propia ubicación tampoco es sencillo apostar por un proyecto de recuperación integral y accesibilidad.

Aprovechaba como fuente de energía el agua para el riego procedente del barranco. No hace tanto de aquello: fue casi ayer mismo. Y es que iluminó la ciudad hasta 1949 e incluso estuvo en funcionamiento hasta 1954, cuando se puso en marcha la Central de Los Guinchos, que aún abastece a la Isla. La empresa El Electrón acabó siendo adquirida por Riesgos y Fuerzas de La Palma (RIFU), empresa anterior a Unelco.

Una implantación progresiva

La implantación de la luz eléctrica fue progresiva. Primero en las principales calles del casco histórico, sobre todo en el entorno de La Alameda; más tarde en otras vías, siempre pensando en la actividad comercial; y por último, acabó llegando a las viviendas. Un dato clarificador de la situación de entonces es que entre 1894 y 1895 solamente había 49 abonados, que pertenecían a la clase social más alta. Luego se fueron sumando el resto de hogares, a cuyos propietarios les cambió la vida. "Nacida para combatir el miedo a la oscuridad, atávico, cultural y universal, la luz artificial, a través de sus distintos sistemas de producción y casi como un objeto de culto, ha estado siempre muy presente en la vida pública y privada de Santa Cruz de La Palma", recordaba hace ya un lustro el investigador y trabajador municipal Víctor Hernández Correa, en la inauguración de la exposición Luces para la ciudad: 120 años de El Electrón.

El propio Correa recordaba que "la casa Fierro, sede entonces del Hotel Inglés o The Palma Hotel (hoy, del Real Nuevo Club Náutico), fue escenario del almuerzo de gala que congregó, el 1 de enero de 1894, a las autoridades municipales, al director de las obras de fábrica, al electricista Gaspar Kill, al mecánico Mansuelo Sprenger y a los accionistas de la sociedad El Electrón, organizadora del acto". A los postres, según se recoge en la crónica del evento, "se pronunciaron elocuentes brindis y se redactó un telegrama de felicitación a los señores Jackson Hermanos por el buen éxito de la inauguración del alumbrado eléctrico, en el que indudablemente les cabe la más honrosa parte".

Santa Cruz de La Palma había dado un salto hacia delante notable, que pronto fue calcado por otros municipios del Archipiélago. El añorado Luis Cobiella Cuevas recordaba, en el prólogo del libro Los orígenes de la electricidad en La Palma-El Electrón, que "el servicio eléctrico propiamente dicho, en la isla de La Palma y en las demás, comprende tres etapas: implantación (1890/1950), desarrollo (1950/1980) y consolidación (1980/1990). A su vez, en la trayectoria global cabe una clasificación aún más simple: empresa privada (1890/1970) y empresa pública (1970 hasta finales de los noventa)".