"Con los telescopios actuales, es como estudiar a los seres humanos desde adolescentes. El TMT nos permitiría verlos desde bebés". Roy Gal, astrónomo de la Universidad de Hawái, fue extremadamente conciso a la hora de resumir los anhelos de la comunidad científica con el Thirty Meter Telescope (Telescopio de Treinta Metros). Se obtendrán imágenes "hasta doce veces más nítidas que las del telescopio espacial Hubble", ha subrayado Michael Bolte, profesor de Astrofísica de la Universidad de California en Santa Cruz.

Las potencialidades del que sería el mayor telescopio del mundo no están en discusión. Nadie ni nada ha podido escudriñar el Universo con un instrumento tan avanzado. Tan exacto. Con realidades tan limpias. El debate está en dónde ubicarlo o, para ser más realistas, si en Hawái se puede o no instalar. Maunakea es el lugar seleccionado. Y es que esta montaña "es el mejor lugar del mundo para hacer observaciones. Es un lugar muy alto, de más de 4.000 metros, y a esta altura la atmósfera tiene una distorsión mínima, una cantidad de polvo mínima y sobre todo un contenido de vapor de agua muy bajo", tal y como explicó Francisco Diego, investigador en Astronomía en la Universidad de Londres, a BBC Mundo allá por el año 2016.

No hay, por tanto, que llevarse a engaños. La Palma es aún hoy una segunda opción. El Consorcio del TMT, que ha agradecido "el esfuerzo y apoyo" de las instituciones y de la sociedad civil en España, seleccionó Maunakea en 2009, después de una rigurosa campaña de cinco años que abarcó todo el mundo y en la que se midieron las características atmosféricas que podrían afectar el rendimiento del telescopio. ¿Significa, por tanto, que se vaya a construir en Hawái? No.

Después de 2009 han pasado demasiadas cosas. Una parte de la población en Hawái se ha opuesto con rotundidad a la instalación del TMT en lo que consideran una montaña sagrada. El propio consorcio creado para la gestión del megatelescopio recuerda "la interrupción de la ceremonia oficial de inauguración (comienzo de las obras) por los manifestantes en octubre de 2014". No olvida tampoco que "las protestas posteriores en la montaña impidieron el inicio de la construcción en dos ocasiones diferentes en 2015". Las resoluciones políticas y, sobre todo, judiciales en estos últimos cuatro años han dado la razón al proyecto científico, hasta el punto que el 10 de julio de 2019, el gobernador David Ige y el Observatorio Internacional del Telescopio de Treinta Metros (TIO) anunciaron que las obras de construcción comenzarían la semana del 15 de julio de 2019.

Sin embargo, los opositores al proyecto han cerrado el acceso a la montaña durante los últimos tres meses y medio. Hubo detenciones de manifestantes, pero la vía sigue cerrada. El consorcio admite que este desafío hizo "desarrollar un plan B, en un sitio del Hemisferio Norte en el que construir el telescopio. Este es La Palma, Islas Canarias, España".

Entre los opositores también hay científicos de Hawái. Es, como ejemplo, el caso de Aurora Kagawa-Viviani, que se manifiesta en contra de la instalación del TMT y que considera que la resistencia que está oponiendo la población debe servir para pensar en "otra forma de hacer ciencia", según escribe en Medium.

"Maunakea, con su alta elevación y cielos despejados, ofrece una poderosa oportunidad para estudiar el Universo" reconoce, "pero ese potencial debe ser sopesado contra el potencial perjuicio añadido". La científica recuerda el daño causado al ecosistema por otros telescopios anteriores instalados en la montaña, y asegura que "ser cauto no significa estar en contra del progreso". Kahookahi Kanuha, el líder de la protesta, ya ha dejado claro que el TMT "estará mejor en Canarias. Que se vayan (en referencia a los responsable del proyecto) al plan B", ya que así "evitan romper a la comunidad" hawaiana. "Si el TMT se va a Canarias aquí no habrá dos partes", unos a favor y otros en contra de la instalación del megatelescopio en esta cima. "Ellos podrán seguir con su proyecto en Canarias, pero no en Maunakea".

En la elección de Maunakea, además de sus condiciones incuestionables para la astrofísica, también tuvo un peso notable que la asociación internacional que está diseñando y desarrollando (que financia) el TMT está formada por el Instituto de Tecnología de California, la Universidad de California, los Institutos Nacionales de Ciencias Naturales de Japón, los Observatorios Astronómicos Nacionales de la Academia de Ciencias de China, el Departamento de Ciencia y Tecnología de la India, y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá. Y la realidad es que una inversión estimada de 1.400 millones de dólares se justifica más fácilmente si el proyecto está más cerca de casa.

En el otro hemisferio, en el nuestro, las instituciones han cumplido su trabajo administrativo, superando el varapalo inicial que supuso la sentencia a favor de Ben Magec-Ecologistas en Acción, que había presentado una demanda asegurando que el permiso de ocupación de los terrenos se tramitó sin la declaración de impacto ambiental. Y tras ganar ese litigio, amenazaron: "Si insisten en obtener autorización para construir el TMT en este área legalmente protegida en La Palma, cada paso dará lugar a acciones legales adicionales por nuestra parte".

La administración ha tenido que hilar fino en cada trámite, hasta que esta semana el alcalde de Puntagorda, Vicente Rodríguez, anunciaba la aprobación de la licencia de construcción, aunque con la necesidad de solventar diferentes aspectos. El acuerdo desató un abanico de manifestaciones optimistas en algunos casos desmedidas. El presidente canario, Ángel Víctor Torres, afirmó que " desde mañana mismo se podrían empezar las obras porque ya se tienen todos los permisos". No era exactamente eso. Enfatizó que el TMT atraería a las islas más de 3.000 millones de euros en sus 70 años de operaciones y "un centro de formación, una cantera de ingenieros y una expansión del conocimiento incalculable, además de una referencia turística más para Canarias". Y tiene razón.

El ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, Pedro Duque, fue más lejos para asegurar que La Palma tiene "muchas posibilidades" de ser elegida para acoger el Telescopio de Treinta Metros (TMT). "Seguimos hablando con todos los actores internacionales que participan en el consorcio", y transmitiéndoles "la capacidad absoluta" de España para llevar a cabo este proyecto, "la alineación de todas las administraciones" y que La Palma tiene "todos los permisos sobre la mesa", sentenció.

Pero Maunakea sigue siendo la elegida. El vicepresidente de TMT, Gordon Squires, confirmó la licencia de Puntagorda y se mostró "agradecido y entusiasmado", pero, y no es un pero cualquiera, "Maunakea sigue siendo el sitio preferido para TMT". Y aclaró que "no hay fecha establecida para determinar nuestros próximos pasos para la construcción del TMT".

¿Y ahora qué? Se desconoce. El propio director del IAC, Rafael Rebolo, ha explicado que "en Hawái se mantiene el bloqueo desde julio", y que el conflicto entre el TMT en Maunakea "está enquistado y sin vías de solución". Visto de esa manera, "la solución podemos ser nosotros, aquí en Canarias". Cree realmente que "tenemos una posibilidad real" de que el telescopio pueda finalmente instalarse en el Roque de los Muchachos, pero desveló que "existe la posibilidad real de que el proyecto sea detenido y cancelado". Sería una tercera vía. La peor para la ciencia.