La Caldera de Taburiente es un Parque Nacional de reducidas dimensiones. Tiene poco más de 4.600 hectáreas, con un terreno abrupto que alcanza los 2.000 metros de desnivel. Es una montaña que sufrió grandes deslizamientos a través de diferentes erupciones volcánicas y quedó vacía, formándose un extraordinario circo de más de 8 kilómetros de diámetro con una riqueza en su interior majestuosa.

Las autoridades celebran hoy el 65 aniversario de la declaración de Parque Nacional para la Caldera. En realidad, la felicitación llega unas semanas tarde. Y es que fue el 6 de octubre de 1954 cuando se promulgó el decreto para la máxima protección a este espacio, que además es desde 2002, Reserva Mundial de la Biosfera conjuntamente con toda la Isla.

Es difícil narrar todo lo que ofrece. Sus singularidades. Cuenta con cien kilómetros de senderos, aunque algunos tramos no son ahora accesibles, que en gran parte son recorridos cada año por miles de visitantes. Tiene cascadas (algunas como La Fondada de más de 150 metros), ríos, fuentes... a pesar de que sufre los efectos de la sequía tras meses sin caer ni gota en su territorio. Suma tubos volcánicos de mil metros de profundidad, también restos arqueológicos de diferentes tipologías y, aún con todo, tal vez sus mayores riquezas sobreviven en los acantilados, allí donde los animales introducidos especialmente para la caza tienen mayores dificultades para acceder.

Tiene la suerte de disponer de zonas únicas donde nadie (o casi) puede acceder. Uno de esos rincones es el andén de los Calzones Rotos. Está justo por debajo de la Punta de los Roques. El director del Parque Nacional desde 1994, Ángel Palomares, técnico en la Caldera desde 1986, ha admitido en alguna ocasión que es su zona predilecta. Y si alguien conoce este espacio es él. Para llegar hay que hacer 150 metros de rápel (sistema de descenso por superficies verticales utilizando técnicas de cuerdas) y para salir, otros 100. Los privilegiados que han llegado allí han podido disfrutar de un bosque primigenio de pinar. Similar al que un día vivieron los aborígenes de la Isla. Tiene una cubierta de vegetación con unas 40 especies diferentes. Una joya.

El parque cuenta con unas 450 especies de flora y la mayoría sobreviven en los acantilados. Saben del peligro de los incendios, padecieron durante centenares de años el pastoreo y, más recientemente, deben huir de los animales introducidos. Se han recuperado Retamón, de las que quedaban ocho especies en el mundo; Bencomia, tan solo había una veintena; Violeta, un centenar. Ahora hay miles de cada una de ellas, en un trabajo inmenso de recuperación. Precisamente, una de sus mayores amenazas es una planta herbácea: Rabo de gato (Pennisetum setaceum), extendida por todo el territorio insular y que se teme que pese a los esfuerzos por evitarlo, acabe invadiendo el Parque Nacional.

Itinerarios más habituales

Pero no todo está escondido. Lo bueno de la Caldera es que es perfectamente visitable y que los efectos del ser humano en su territorio son más bien escasos. Los itinerarios más habituales son aquellos que discurren desde los Brecitos a la Zona de Acampada, descender hasta la Cascada de Colores, acceder por el barranco de las Angustias... para los menos caminantes están miradores como La Cumbrecita o El Roque.

Propiedad de las Haciendas de Argual y Tazacorte

La propiedad de las tierras de la Caldera de Taburiente pertenece a las Haciendas de Argual y Tazacorte, un derecho que viene tras ventas y transmisiones iniciadas prácticamente desde que los Reyes Católicos le dieron a Alonso Fernández de Lugo el derecho para repartir las tierras y las aguas de La Palma. El Heredamiento aprovecha el agua de más de 70 manantiales y galerías de la Caldera, así como las que por escorrentía llegan a Dos Aguas, una vez fuera de los límites del Parque. La Caldera siempre fue utilizada como dehesa comunal. Destacar que las instituciones y autoridades locales han iniciado sin éxito procesos judiciales a lo largo de la historia para declarar este espacio como público. En 1954, el Ayuntamiento de El Paso inscribió las tierras de La Caldera como municipales. En 1967, la corporación local volvió a demandar la propiedad, pero fue desestimada por el Tribunal Supremo en 1970. Nuevas demandas en 1981, 1984 y 1986 no obtuvieron en los tribunales ningún resultado favorable. En la propia página del Ministerio para la Transición Ecológica se recuerda que el Heredamiento en sus ordenanzas dicta una estricta protección de los bosques del interior de la Caldera, prohibiendo la tala de árboles y la introducción de ganado, conscientes de que la presencia y conservación de la cubierta arbolada garantizaba la permanencia de fuentes y manantiales, así como su caudal. Gracias a esta temprana conciencia ecológica, nacida hace más de 400 años, la Caldera ha llegado hasta nuestros días con sus recursos naturales casi intactos, lo que ha propiciado su declaración como Parque Nacional.

Petición de artistas

Tras la petición de un grupo de artistas, principalmente, en 1954 se declaró por decreto el área de la Caldera de Taburiente como Parque Nacional, aunque ya en 1934 hay referencias de que un concejal de La Palma pidió esta calificación para el corazón de la Isla, que fue rechazada al ser la Caldera una finca particular.

Mayor superficie

La ley 4/1981 de reclasificación supuso una ampliación del Parque hasta las 4.690 hectáreas y la incorporación de una Zona Periférica de Protección que comprende 5.956. El territorio protegido pudo ser mayor pero los ayuntamientos y particulares que tenían que aportar los terrenos no tomaron a tiempo los acuerdos correspondientes. Por ello, la ley en uno de sus artículos permite la incorporación de nuevas fincas colindantes con el Parque en cualquier momento, según advierte el Ministerio para la Transición Ecológica.

Plan de uso y gestión

En 1986 se aprobó el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque, en el cual se establece una zonificación en relación al posible uso por los visitantes así como los accesos y principios generales que van a definir la gestión. Se prevé una revisión periódica del documento.