Aquí vivió gente durante unos 1.000 años. Desde la época aborigen hasta las primeras décadas, quizás hasta mediados del siglo XX. Son un conjunto de 83 estructuras artificiales de piedra seca, de muy diferente tamaño, tipología y funcionalidad, con una historia que contar.

No es un poblado situado estratégicamente en una zona perdida para evitar peligros. Quizás lo fuese en su primera construcción, cuando todo estaba demasiado lejos. Ahora, al contrario, se encuentra a unos 300 metros de uno de los espacios de recreo en la montaña más utilizados por la población local: el refugio del Pilar, a la altura de la entrada a la pista de la Barquita, y tanto el Ayuntamiento de El Paso como el Cabildo de La Palma, con el apoyo incluso del Gobierno de Canarias (al menos del anterior Ejecutivo regional), están empeñados en recuperarlo como un atractivo turístico peculiar, aprovechando además el fácil acceso al lugar.

El poblado "pudo ser habitado por un centenar de personas", cuenta el arqueólogo Jorge Pais, que estima que la actividad principal de estos pobladores "pudo ser la cava de las raíces de helechos". Es difícil asegurarlo con rotundidad. Era una vida diferente. Con lo básico. Ya se han llevado a cabo dos fases del proyecto de recuperación y ahora la idea es ir un poco más lejos: techar la gran mayoría de las construcciones, recuperar las doce cabañas que están al otro lado de la carretera y realizar una excavación arqueológica, según ha puesto de manifiesto la consejera insular de Patrimonio, Jovita Monterrey.

La nueva fase requiere de la tala de una serie de pinales, todos ellos de repoblación, que están en medio del poblado de cabañas y que, en algunos casos, están afectando a la propia estabilidad de las construcciones. Está prevista además la colocación de paneles informativos con toda la referencia que, hasta la fecha, se conoce sobre este interesante enclave de carácter arqueológico y etnográfico.

Devolver el aspecto original

En las dos primeras fases de este proyecto se trató de devolver a las cabañas, abrigos y refugios el aspecto que tuvieron hasta el momento de su abandono. Por tanto, las obras consistieron, básicamente, en la limpieza de la vegetación, la recolocación de las piedras caídas de los muros y añadir una techumbre vegetal a un total de cinco de las construcciones artificiales.

Jorge Pais defiende que "estamos ante uno de los conjuntos arqueológicos-etnográficos más interesantes de La Palma". Y tiene razón. Ahora bien, llega la tercera fase y, lo que siempre tiene su complejidad, difundir sus potencialidades para atraer no solo visitantes sino además como para que los jóvenes conozcan cómo era la vida en un pasado no tan lejano.