El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Los Llanos de Aridane dio por fallecido a Ángel González Acosta en un auto de 3 de noviembre de 2010, hace ya casi nueve años, a pesar de que este lagunero de nacimiento todavía vive a sus casi 86 años en el estado de Yaracuy, en Venezuela, tal y como este periódico informó en su edición de ayer.

La declaración de fallecimiento no llegó hasta la vivienda de este emigrante hasta el año 2018, en virtud de las diligencias de ordenación a la que ha tenido acceso esta redacción.

En el auto se expone el escrito presentado por una de las hijas de Ángel González, en el que solicita la declaración oficial de la supuesta muerte de su padre, alegando que "hace aproximadamente 30 años que no se han tenido noticias" del afectado, "que emigró a otro país antes de 1980".

El último domicilio conocido por su familia en La Palma fue en la calle Enrique Mederos de Los Llanos de Aridane.

El expediente se incoa, se practica la instrucción que se estimó oportuna por el juzgado y se publicaron los correspondientes edictos en diferentes medios de comunicación, sin que el Ministerio Fiscal se opusiera a la declaración solicitada.

La juez asegura que se intentó la localización del último posible paradero de Ángel González en Venezuela, gestiones que en 2010 "resultaron infructuosas". En los fundamentos de derechos, se expone que el artículo 193 del Código Civil establece que procede la declaración de fallecimiento transcurridos diez años desde las últimas noticias habidas del ausente desde su desaparición, o después de cinco años en caso de que hubiera cumplido los 75 años de edad. Con este emigrante lagunero se cumplían ambas condiciones.

Tomando como referencia la fecha de nacimiento del afectado, el día 3 de octubre de 1933, y el artículo del Código Civil de aplicación en estos casos, la jueza sentencia que la fecha oficial del fallecimiento de Ángel González, que sigue vivo, tuvo lugar el 1 de enero de 2008. Esta decisión tenía cinco días para ser recurrida.

"Fíjese a lo que llegaron, a darme por muerto"

Ángel González Acosta es una persona de avanzada edad que no acaba de entender cómo un juzgado puede declarar oficialmente su fallecimiento, pero al que en realidad lo más que le duele es que el procedimiento lo haya iniciado precisamente una de sus hijas. Como muchos emigrantes especialmente de aquella época, quizás también de ahora, tiene una visión muy particular de la vida y de lo que pudo suponer su marcha para los que quedaron por detrás. Ayer manifestó para esta redacción que "estoy preocupado por lo ocurrido. No he tenido roce ni hablado con ella, pero que me haya hecho esto... Siempre me he portado bien, nunca las he olvidado y nunca he negado que allá (en Canarias) tenía a otra mujer y una hija, pero me he dado cuenta de que el esfuerzo que he hecho no me valió la pena. Fíjese a lo que hemos llegado, a darme por muerto". "Con esta situación estoy sufriendo", sentencia. Su hija en Venezuela, Angélica González, admitió a este periódico que "desconozco las razones por las que María Nieves (su hermana en La Palma) hizo eso, pero ha traído consecuencias para nosotros". Además, desvela que ha existido comunicación entre ellas, lo que supuestamente desmonta que en realidad en La Palma no se supiera que este emigrante seguía vivo. En este sentido, hace hincapié en que "María Nieves dice que no sabe el paradero de su papá, pero tengo correspondencia e incluso fotos de ella, de los sobrinos y de todo, y es ilógico pensar que si me mandas saludos, declares luego que nuestro padre está fallecido. Desconocemos las razones que la han llevado a esta situación". De todas formas, prefiere centrarse en lo que ahora es más importante y no es otra cosa que de una vez "se rectifique el error cometido. No se agotaron todas las vías antes de dar por fallecido a mi papá. Lo que queremos es que el juez rectifique el error y que se aplique justicia".