La idea de construir un gran telescopio en el Roque de los Muchachos, no uno cualquiera sino el óptico más grande del mundo, nació en la década de los 90. De esas cosas ingeniosas que a Francisco Sánchez, antaño director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), se le metían en la cabeza y no paraba hasta que era capaz de desarrollarlas. Parecía, para qué engañarse, una locura por la majestuosidad del proyecto, pero acabó convirtiéndose en una genial ocurrencia que ya cumple diez años.

Para ser justo con su historia, lo mejor es conocer su cronología. Al menos, lo básico. En 1994 se creó la empresa pública Grantecan, con el objetivo de diseñar y construir el GTC. Tras años de incertidumbre, de desconfianzas, de demostrar al mundo que se podía y de un arduo esfuerzo por conseguir los fondos para su ejecución, sobre los 130 millones de euros, con el doctor en astrofísica Pedro Álvarez como uno de los protagonistas, en 2000 se iniciaron las obras.

La ceremonia de la primera luz tuvo lugar en la madrugada del 14 de julio de 2007, aunque su producción científica no se inició hasta marzo de 2009, ya con su primer instrumento, el Osiris, instalado. El 24 de julio de ese mismo año, cerca de 800 invitados participaron en el acto de inauguración del proyecto científico, destacando la presencia de Juan Carlos I y Sofía, reyes de España en aquel momento. Ya era una realidad, en la que fue determinante no solo el apoyo de las instituciones sino también de la sociedad, del pueblo, de La Palma. El Observatorio del Roque de los Muchachos tenía garantizado mantenerse entre los mejores del mundo durante lustros.

Fue una inauguración en la que los propios científicos reconocían abiertamente ante los medios de comunicación que era complicado poder adivinar hasta dónde los podía llevar el GTC cuando se fueran incorporando nuevos instrumentos a su coraza. Estaban ilusionados. Aquel día, al menos en ese momento, fueron como niños en Reyes Magos con un juguete por descubrir. Y es que la clave no era solo el armazón, el espejo y la cúpula, que era lo que prácticamente tenían en aquel momento, sino la potente equipación que todos sabían que tenía que llegar. La idea siempre ha sido analizar más en profundidad, lo más lejos posibles, los agujeros negros, alcanzar las estrellas y galaxias más alejadas del Universo, trasladarse incluso a las condiciones iniciales del Big Bang...

Ahora ya se sabe que gracias a este telescopio, un equipo del IAC ha podido obtener la imagen más profunda del Universo tomada desde tierra y, también, se ha podido observar la estrella individual más lejana jamás detectada, según ha declarado a la Agencia EFE el jefe de Operaciones Científicas del Gran Telescopio Canarias, Antonio Cabrera.

El espejo del GTC está formado por 36 segmentos hexagonales. La superficie colectora del primario es equivalente a la de un telescopio con un espejo monolítico de un diámetro de 10.4 metros. Gracias a su gran área colectora y a su avanzada ingeniería, se encuentra entre los mejores telescopios dedicados a la investigación astronómica. Al Osiris ha ido sumando otra instrumentación (EMIR, Frida, Megara, Miradas...), pensando siempre en qué hay dónde nadie ha sido capaz de ver.

¿Lo mejor?, que tiene años de vida y está ubicado en uno de los mejores lugares del mundo para la observación. Sí, lo mejor del Gran Telescopio Canarias está por llegar.