En medio de la confusión política, de gobiernos en minoría, de imposiciones de pactos, Perestelo cierra su despacho. Sin notoriedad. Con el foco mediático enfocado exclusivamente en la actualidad, en el día a día a veces poco cotidiano, la historia de las personas pasa desapercibida. José Luis ha sido el último político de La Palma capaz de meter en las urnas más de 20.000 votos con su nombre. El último en 'aplastar' a sus rivales en la lucha por la Presidencia insular. El último en marcar, al fin y al cabo, una época.

Perestelo llegó al Cabildo en 1991. Hace 28 años. Ya había sido concejal en San Andrés y Sauces, pueblo en el que nació en 1956. Como edil, estuvo cuatro legislaturas. Allí comenzó en 1983, en una agrupación de electores. ¿Por qué nunca alcalde? "Si me presentó en mi pueblo, la gente no me vota", afirmaba siempre con cierta ironía. O quizás no, tal vez lo pensaba de verdad. Fue consejero hasta 1996, cuando llegó a la Presidencia. Pocos apostaban por el recorrido de aquel joven de Los Galguitos. Al fin y al cabo, había llegado de rebote al bastón de mando.

Todos los pronósticos fueron erróneos. Su mandato duró hasta 2009. Trece años. Sufrió en pactos y disfrutó de mayorías absolutas. Dejó la Presidencia en manos de Guadalupe González Taño. En realidad, y aunque no lo admita públicamente, nunca quiso dejarlo. No estaba de acuerdo con aquella decisión que impulsó Antonio Castro. No la entendió, pero aceptó. También fue senador durante ocho años, diputado en el Congreso y también en el Parlamento de Canarias en la VIII Legislatura. Ese es su cartel de presentación. Sí, el último 'tiburón' de la política insular. Ahora quedan aprendices. O casi.

"Es complejo cerrar esta etapa de mi vida. Lo hago agradeciendo a la ciudadanía la oportunidad que me ha dado de trabajar por la gente. La confianza que ha mostrado a las candidaturas en las que yo participé en estos años. También agradezco a Coalición Canaria la oportunidad que me ha dado de representar a los palmeros. No me quedo con grandes obras, sino con el día a día...". Se va sin querer armar líos. ¡Que podría! Llega incluso a "pedir perdón a los que pude defraudar a lo largo de estos años".

"¿Agobio al marcharme? Hace más de un año que tomé la decisión de dejar la vida institucional, pero como cualquier persona que se jubila de un trabajo que le gusta mucho, tendrá las mismas sensaciones que tengo yo. Soy una persona más a la que le llegó la etapa de la jubilación. Uno cree que está en las mejores condiciones físicas y mentales, con mayor experiencia para dar mejores resultados, pero también es verdad que la gente joven necesita una oportunidad y tienen el derecho de tener la suerte que tuve yo de representar a todos los palmeros", subraya Perestelo.

Los pactos con Juan de la Barreda (PP), las "guerrillas" con Felipe Hernández (PSOE), las disputas internas con Antonio Castro (CC)... "han pasado tantas cosas a lo largo de estos años", recuerda. Aunque, "estoy convencido de que todos teníamos, con nuestra forma de pensar, un objetivo común, que no era otro que luchar por mejorar la vida de los palmeros. Con nuestros errores, que seguro que fueron muchos, pero sin olvidar nunca para lo que estábamos en las instituciones". Sí, otra forma de hacer política. De entender, aún con fallos, el bien común. Lo que sufre el que toca a la puerta.

Perestelo avisa de que "mi aspiración siempre fue quedarme en La Palma cuando me jubilara, conviviendo con la gente". Y lo hará "vinculado a movimientos sociales. Se ha presentado el informe de Cáritas y me preocupa la situación de mucha gente en la Isla", por lo que "me gustaría ayudar en lo que sus responsables entiendan que mi colaboración sería positiva".

También muestra su interés por el nuevo modelo energético, a través de una plataforma "que aporta aire fresco y que nos han hecho cambiar a todos nuestras estrategias para hacer una isla no dependiente de combustibles fósiles. Me han admitido como militante de base en un sistema asambleario que es el que me gusta...".

Perestelo sabe que la clave para ser útil es no pararse.