La panificadora Jorós lleva abierta desde hace más de medio siglo. Fue constituida el 25 de febrero de 1967. Han pasado años. Elabora pan de toda la vida, con el tradicional furgón que reparte por las viviendas y deja colgado el producto a primera hora de la mañana en las puertas de las viviendas. Un negocio unido a la vida cotidiana de Santa Cruz de La Palma.

La aparición de la panadería industrial, quizás también la gestión del negocio, tal vez una mezcla de circunstancias... la realidad es que la panadería Jorós vive uno de sus momentos más angustiosos. Cuesta cubrir gastos y los peores que lo están pasando son sus trabajadores. Una veintena, algunos de ellos con 38 años de antigüedad. El personal se concentró ayer a las puertas de la panificadora durante dos horas, como una de las medidas de protesta ante la inestabilidad laboral que están viviendo. Cobran tarde y mal.

Comisiones Obreras ha asumido la portavocía de la situación que viven los trabajadores. Muestra su "frontal y rotundo rechazo" a la nefasta gestión de la dirección de la empresa. Ya no confían en cómo se está gestionando la panadería y, en el fondo, se temen lo peor. Y es que el personal está sumido "en el desconcierto y la precariedad". Padecen "desde hace más de un año" el pago de sus salarios "de forma fraccionada y a destiempo", adeudándoles varias nóminas atrasadas "y sin que encuentren solución o respuesta a su situación".

La plantilla no recibe información sobre lo que ocurre, al menos conocer las alternativas que puedan existir para la supervivencia. Al contrario, no cobran y, encima, todo son incógnitas respecto al futuro inmediato. Desde diciembre no saben nada de sus jefes.

Jorós siempre fue una de las señas de identidad del barrio. Durante décadas tuvo músculo económico. Ahora, los impagos hace que sus operarios "se vean con penalizaciones" en los gastos "a los que tienen que hacer frente mes a mes, sin que por parte de la empresa se haya hecho el más mínimo esfuerzo por solventar esta situación o, tan siquiera, plantear sus planes a los empleados", lo que no hace más que "acrecentar el desconcierto y la frustración entre los trabajadores".

Es el personal el que día a día "pone la panificadora en marcha y, sin duda, no son merecedores de la incompetencia e inamovilidad de la empresa", sostiene la representación sindical.