Lo que los ojos no ven
Casa Museo de Los Sabandeños
La vivienda que exhibe hoy la historia del mítico grupo folclórico lagunero acogió a militares y fue una escuela pública

Patio principal de la Casa Museo de Los Sabandeños. / Mari Cruz del Castillo Remiro
Domingo Medina
La histórica vivienda que hoy visitamos es la Casa Museo de Los Sabandeños, que se encuentra en el tercer tramo de la calle llamada originariamente con el nombre de Las Piteras, más tarde como Bencomo y Capitán Brotons desde el 27 de julio de 1937. Posteriormente, en julio de 2018, en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, se le denomina con el nombre del abogado y alcalde durante la Segunda República Alonso Suárez Melián.
En el plano de San Cristóbal de La Laguna de 1588, levantado por el ingeniero militar nacido en la ciudad italiana de Crémona Leonardo Torriani, ya aparece esta vivienda, en esos momentos de una sola planta. En el Archivo Histórico Municipal consta en 1624 la solicitud para reformar la casa por parte de su propietario, el capitán Juan de la Haya, que fue alcalde de Tejina.
En 1769 llegaron a Tenerife un total de 172 hombres, entre oficiales y sargentos, con el objeto de instruir a los labradores en materia militar. Todos fueron alojados en la casa que Juan de la Haya tenía en la calle de Las Piteras. A partir de la llegada de estos militares profesionales, que instruyeron a los veteranos milicianos, es cuando en Canarias comienza a darse una cierta profesionalización de las milicias, creándose una compañía de infantería y otra de caballería con los hombres llegados de la península. Hasta esa fecha, en La Laguna los campesinos que dominaban el manejo de cuchillos curvos, como las hoces, habían formado una tropa llamada Rozadores de La Laguna.
En un documento de la época, que data de 1790, en Tenerife se disponía, por parte de los milicianos, solo de 73 fusiles, 77 bayonetas y 8 pistolas. Antes de empezar a organizarse de forma profesional el ejército de la época, era el Cabildo quien almacenaba los chuzos, cuchillos… La Comandancia General, trasladada a Santa Cruz en 1723, era la que disponía de mosquetes, fusiles y la pólvora para los cañones instalados en los castillos y en la costa.
En el censo de propietarios que elaboró el Ayuntamiento en 1894 estas dos viviendas edificadas en la entonces calle de Las Piteras, y con los números 23 y 24, eran propiedad del que fue primer alcalde de La Laguna, después de la Constitución de Cádiz, Bartolomé González de Mesa, que no las habitaba. Nacido en La Laguna en 1751, fue síndico personero general de Tenerife en 1793, diputado del común entre 1790-1793, regidor en 1805 y miembro de la Junta Suprema de Canarias en 1808.
El inmueble tenía una característica común a las viviendas de la época, donde los patios responden a la necesidad de proporcionar ventilación e iluminación a las diferentes habitaciones, teniendo el primer patio, en este caso, un tratamiento y uso de representatividad social. El segundo estaba dedicado para los usos propios del servicio de la casa, como lavado, tendido de ropa y cocina. En algún momento, de los casi cinco siglos que tiene esta vivienda, que lógicamente ha pasado por diferentes reformas, estuvo conectada, por la parte trasera, con la contigua. Probablemente esto ocurrió cuando se habilitó como sede de los militares llegados desde la península.
Actualmente se trata de dos viviendas completamente distintas. En el entresuelo de la que hoy visitamos, situado a la altura del rellano de la escalera, tanto en su disposición y forma se ubicaba el gabinete o despacho del propietario. La escalera, situada a la izquierda, da acceso y distribuye la parte superior donde se encontraban diferentes salones y las habitaciones.
Escuela pública
A mitad del pasado siglo XX, esta vivienda fue destinada como escuela de enseñanza pública y era donde realizaban las prácticas los alumnos de Magisterio del último curso. Por eso se le conocía en La Laguna como la escuela práctica. Se impartían clases a los niños y niñas, por supuesto en aulas separadas, desde infantil hasta la preparación para el ingreso en el cercano Instituto de Canarias. Es imposible en un trabajo como este citar a todos y cada uno de los profesores y profesoras que dieron clase en este centro, pero aún permanecen en el recuerdo los nombres de las profesoras Nievita Quintero, más tarde Antonia, esposa del catedrático Sebastián de la Nuez y Carmen Samarín, y los profesores Miguel Palmero y Nicolás, que también fue violinista de la Orquesta Sinfónica de Tenerife.
Posteriormente, en estas dependencias escolares se preparaba a los alumnos y alumnas que, al no tener la enseñanza primaria terminada, necesitaban formarse y obtener el llamado certificado de estudios primarios para acceder a la vida profesional y a determinados documentos oficiales. Por ello, a este colegio también se le conoce como La Graduada. Durante un tiempo, y debido a las obras que se estaban realizando en el antiguo seminario, que era el lugar donde se impartían las clases para adultos, se utilizaron estas dependencias y también llegó a ser escuela de música. En 1985 se convirtió en la sede de la primera Federación de Lucha Canaria, al separarse de la Federación Nacional.
En el edificio donde estuvo la Escuela Graduada se encuentra actualmente la Casa Museo de Los Sabandeños, vivienda que fue adquirida por el grupo folclórico con fondos propios, obtenidos con parte de las cantidades que percibían sus componentes y dedicaban, a través de un depósito bancario individual, para tal fin. Posteriormente, la propiedad fue cedida a la Fundación Canaria Los Sabandeños, su actual propietaria.
En este lugar también realiza los ensayos el internacional grupo folclórico lagunero. Los Sabandeños están reconocidos como la más importante de las agrupaciones de música folclórica de Canarias y, sin duda, también como la más relevante a nivel nacional. Su música ha sido escuchada en actuaciones en directo en todo el mundo, con un alto nivel de aceptación, valorado también por el inmenso trabajo discográfico realizado de forma ininterrumpida desde su fundación en 1965, cuando un grupo de amigos amantes de la música se reunían en la finca de Sabanda, en la localidad de Punta del Hidalgo (La Laguna).
Su primer disco fue grabado en el salón de actos del Ateneo lagunero en 1966. Como anécdota, algunos componentes cuentan las dificultades que tuvieron para que no se oyeran las campanas de la cercana torre de la Catedral.
Los instrumentos musicales
El espacio cultural Museo de Los Sabandeños está dedicado íntegramente a la trayectoria de este internacional grupo del folclore canario e hispanoamericano. Alberga su historia y legado, de tal manera que en las diferentes salas podemos encontrar los instrumentos musicales, trajes, fotografías, discografía, premios y cuantos objetos posee. Cuenta con varias salas temáticas que ofrecen al visitante la vinculación de este grupo con el folclore y con la historia de La Laguna. La biblioteca del Museo está dedicada a la periodista y escritora María Rosa Alonso, que donó sus volúmenes a la misma. En este espacio se celebran conciertos, conferencias y talleres relacionados con el folclore de nuestras islas. Puede ser visitado de forma gratuita, donde personal especializado informa detalladamente del contenido del mismo.
A lo largo de más de sesenta años, muchos folcloristas han formado parte de este prestigioso grupo lagunero, que tiene sus orígenes en la amistad que tenían varios de ellos, desde que formaron parte del Coro Palestrina y de la Coral Universitaria, dirigidos por el recordado Padre Adán. El periodista y escritor Elfidio Alonso Quintero, cofundador y director de Los Sabandeños, permanece al frente de esta agrupación músical desde su fundación hasta nuestros días.
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