Lo que los ojos no ven

Casa Capitán Carreño de Prendis

La vivienda fue vendida al Ayuntamiento de La Laguna por María del Pilar Pérez el 25 de marzo de 1993, siendo alcalde José Segura

Fachada principal de la Casa Capitán Carreño de Prendis

Fachada principal de la Casa Capitán Carreño de Prendis / E. D.

Domingo Medina

Santa Cruz de Tenerife

En la esquina de San Agustín, una de las calles principales y más antigua de La Laguna, con Tabares de Cala, frente al palacio de Lercaro, está la vivienda de dos plantas que se construyó sobre la que fue propiedad del capitán Cosme Carreño de Prendis (1571-1628), regidor de Tenerife. Más tarde vivió su hijo Diego Carreño de Prendis (1602-1676), abogado de los Reales Consejos, regidor de Tenerife en 1628 y teniente de gobernador de Tenerife en 1644. Luego la habitó su nieto, el sargento mayor, también llamado Cosme, que contrajo matrimonio en 1655 con María Soler de Padilla y Castilla, que heredó el mayorazgo de Chasna, según el historiador Alfonso Soriano Benítez de Lugo.

El citado mayorazgo tuvo su origen en la data que otorgó el Adelantado el 11 de junio de 1504. Fue heredado por la séptima poseedora de esta propiedad al contraer matrimonio, en 1765, con el teniente coronel Alonso Chirino y Ascanio, V marqués de la Fuente de las Palmas, quien incorporó la propiedad de la casa que hoy visitamos en La Laguna al mayorazgo, vivienda que fue reedificada en la mitad del siglo XIX. El último de esta familia que nació en ella, el 20 de septiembre de 1792, Alonso Chirino y del Hoyo, VII marqués de la Fuente de las Palmas, coronel del regimiento provincial de las milicias laguneras, murió asesinado la noche del 17 de agosto de 1840, cuando se dirigía en su caballo desde Granadilla a Vilaflor.

El marqués asesinado

Alonso Chirino del Hoyo-Solórzano (La Laguna, 1792-Granadilla de Abona, 1840), VII marqués de la Fuente de las Palmas, cuando contaba con 48 años, fue asesinado el 17 de agosto de 1840 por un grupo de doce enmascarados a la altura del caserío de la Cruz de Juan Bello, lugar muy próximo a su residencia en Vilaflor. No se condenó a nadie por esta muerte, ya que no pudo ser esclarecida y la misma dio lugar a la famosa frase: «¿Dicen que mataron al marqués? ¡Eso dicen!». Curiosamente, y así lo refleja el popular dicho, nadie quiso hablar en el pueblo sobre este asunto. Al parecer, el motivo se relaciona con una sentencia que le da la razón a Alonso Chirino de fecha 1833, y más tarde ratificada en 1840, el mismo año en el que se produce el asesinato, concediéndole la incorporación de otras propiedades al mayorazgo que había heredado, pues se consideró que en su momento le habían pertenecido, produciendo con ello un importante malestar entre aquellos que tenían que devolver las tierras.

Este edificio lo convirtió en hotel Benjamín Renshaw Orea, que fue hijo del cónsul general de Estados Unidos en Venezuela. Según contó a sus hijos, Jesús de Ascanio y Montemayor, que nació y vivió en esta casa, «el 8 de junio de 1893 almorzó en esta vivienda, ya siendo hotel, el que más tarde sería rey de Inglaterra, Jorge V, de paso por Tenerife, como guardamarina a bordo del buque escuela de la Real Armada Inglesa, Britania, acompañado de su hermano mayor el duque de Clarence, Alberto Víctor de Sajonia». (Casa y Familias laguneras. Alfonso Soriano). 

Benjamín Renshaw también era propietario del Hotel Aguere en la cercana calle de La Carrera. En el siglo XIX, los ingleses buscaban un clima de las características como el de La Laguna para curar sus dolencias. Por ello, algunos empresarios se lanzaron a la aventura de transformar antiguas casonas en modernos hoteles, como el Inglés, en la plaza de La Concepción; el Laguna Islas Canarias, en la calle de La Carrera esquina a Núñez de la Peña; y el Battenberg, en la entonces calle El Jardín (hoy, Anchieta).

Este inmueble de dos plantas con acceso a dos calles tiene en su frente principal, en la planta baja, una puerta que da entrada a un zaguán y este a un patio central que, a través de una hermosa escalera de madera, distribuye la planta alta. Tiene cuatro ventanas en el primer piso y cinco en el segundo, alineadas de forma simétrica por la calle de San Agustín. Por la de Tabares de Cala, en la planta baja, tenía dos puertas y tres ventanillos y en la parte superior, cinco ventanas de guillotina, también instaladas de forma simétrica. A lo largo de los años, el edificio ha sufrido varias reformas, la última en 1995, para adaptarlo como sede de la Gerencia Municipal de Urbanismo.

74 millones de pesetas

La casa fue vendida al Ayuntamiento de La Laguna por María del Pilar Pérez de Ascanio y Gutiérrez de Salamanca, heredera de su último propietario, Eduardo Pérez de Ascanio, mediante escritura pública con fecha de 25 de marzo de 1993, siendo alcalde de La Laguna José Segura y por un importe de 74 millones de pesetas. Ante la necesidad y la evolución de la administración municipal y el aumento de las responsabilidades asignadas a lo que fue en su día la Oficina Técnica Municipal, se buscó un inmueble con el fin de poder ofrecer a la ciudadanía una gestión más especializada y eficiente de la ordenación territorial y urbanística del municipio de La Laguna. Por ello se crea la Gerencia de Urbanismo, cuyas funciones están relacionadas con la gestión del espacio urbano en general, su ordenación, transformación, conservación y control de la gestión del suelo... También se dedica a la expedición de licencias y permisos, elaboración de planes generales, estudio de detalles y proyectos de urbanización, atención al ciudadano…

La adquisición de viviendas históricas y singulares por parte de organismos públicos -como el Ayuntamiento de La Laguna, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias-, así como de entidades sin ánimo de lucro -como la Fundación CajaCanarias-, empresas públicas y particulares, con el objeto de rehabilitarlas, dándoles un uso público o privado, ha conseguido que durante los últimos años, especialmente desde la democratización de los ayuntamiento (1979), que el centro histórico de La Laguna no solo conserve su trazado, y por ello fuera declarada Ciudad Patrimonio de la Humanidad, sino también recuperar la habitabilidad, dinamizando la vida cultural y comercial de una histórica ciudad como San Cristóbal de La Laguna. 

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