Crónicas laguneras

Viernes de Lázaro

Viernes de Lázaro

Viernes de Lázaro / ED

Domingo Medina

Tal día como hoy, Viernes de Lázaro, desde hace siglos se mantiene la tradición en La Laguna de visitar la entonces ermita (hoy parroquia desde el 14 de mayo de 1963) de San Lázaro. La principal fuente de información que se tiene de Lázaro es el Evangelio de Juan (11:41-44), hermano de María y Marta, que eran amigos y discípulos de Jesús. Estando Jesús en Betania, le avisaron de que Lázaro había enfermado y sus hermanas querían que viniera a verlo. Por diferentes causas, entre ellas por los enemigos de Jesús, este se retrasó y llegó cuando Lázaro había muerto.

Sus hermanas, desconsoladas, le recriminaron no haber llegado a tiempo. María le dijo: «Señor si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto». Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «¡Lázaro, levántate y anda!». Este hecho narrado en el Evangelio, símbolo de la resurrección, es lo que se venera en esta ermita de La Laguna. La existencia de otro Lázaro se contempla en la parábola de Jesús de Nazaret cuando habla de cierto hombre rico y un pobre mendigo llamado Lázaro, según el Evangelio de Lucas. Por ello, y por derivación de esta parábola, este Lázaro es considerado patrón de los mendigos y de los leprosos.

Es costumbre de las familias laguneras asistir a los cultos del Viernes de Lázaro acompañadas de los niños, tal y como lo dejó escrito en su diario Juan Primo de la Guerra (1880-18807): «Celebráse la función de San Lázaro en la ermita, a la salida del pueblo, y encontré porción de gentes que habían tomado aquel paseo. Entre ellas al conde de Salazar con sus hijas, a quienes hablé. Cuando me hallaba cerca me encontré al capellán don Tomás de Castillo. Predicó por la noche y dicen que hubo en la ermita mayor iluminación y fervor».

La primera ermita que construyeron a principios del siglo XVI, en honor de San Lázaro, los agricultores de La Cruz Grande estuvo situada «a un cuarto de legua (cinco minutos caminando) de donde se encuentra la actual iglesia», en el camino antiguo que va desde La Laguna hasta La Orotava. De construcción muy pobre, fue derribada y se trasladó su culto al lugar que ocupa actualmente entre 1510 a 1513, aunque autores como Rodríguez Moure sitúan la fecha del traslado en 1530. La nueva edificación se lleva a cabo por iniciativa del gobernador Pedro de Vergara, que lo fue hasta 1525. Falleció en la Aldea de San Nicolás de Gran Canaria, en 1535. Además, fue alcalde mayor en 1500, regidor en 1503 y alguacil mayor en 1507.

En su testamento ordena al escribano Diego Donis: «Que se construya a su cargo un lugar de oración dedicado a San Lázaro». Sus herederos no cumplieron, pues en 1543 todavía las paredes de la ermita no estaban enlucidas. Según el historiador Rodríguez Moure, en 1857, siendo mayordomo el presbítero Fray José María Argibay, y con el celo que le distinguió y el estado ruinoso en que se encontraba la ermita, trasladó la imagen a la de San Benito. Emprendió el derribo y reedificación de aquella, terminándose y siendo bendecida por el sacerdote Pascual José Cosar el 24 de octubre de 1861.

La iglesia, de una sola nave de planta rectangular y de 15 por 5 metros, tiene una capilla mayor separada de la nave principal mediante un arco toral rebajado, sostenido por pilastras estriadas de madera. La cubierta es de teja árabe a dos aguas y la fachada tiene una portada de medio punto en piedra y dos bancos laterales a cada lado, además de un pequeño campanario configurado por dos arcos de medio punto. A la edificación se le añadió, en los años 80 del pasado siglo, una capilla cuadrada y cubierta a cuatro aguas que se comunica con la iglesia, que proviene de una desaparecida escuela de niñas que estaba adosada a la edificación original. Muy próximo a la ermita, y desde 1678, se construyó un calvario en el mismo lugar donde se hizo el actual (4 de mayo de 1958), ya que el primero fue una edificación pobre cuyas imágenes estaban pintadas en tablas recortadas.

El ayuno es una práctica seguida por todas aquellas personas que en Cuaresma limitan sus alimentos. El Viernes de Lázaro en La Laguna, previo al de Dolores y Viernes Santo, siguiendo la costumbre de no comer carne, el menú de esos días está formado preferentemente por los típicos huevos duros, arvejas y bacalao.

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