La peculiar historia de los agricultores noruegos de Valle Jiménez, en La Laguna

Ve la luz la traducción al español de una obra publicada en 1976 por un escandinavo

Retrata con agudeza la sociedad local

La portada del libro.

La portada del libro. / María Pisaca

La Laguna

El pueblo lagunero de Valle Jiménez contó entre sus vecinos, en los años 60 y 70 del siglo pasado, con una comunidad de noruegos que se puso al frente de una finca. Se trataba de una situación de lo más exótica en aquel tiempo y en un lugar tan alejado del centro de la ciudad. Uno de los miembros de ese grupo de escandinavos, Kåre Hegseth, se lanzó después a llevar sus vivencias agrícolas a un libro, titulado Våren kommer i oktober. Décadas más tarde, su contenido ha sido finalmente traducido al español. Horacio Melián, vecino de Valle Jiménez, ha conseguido que aquella obra escrita en noruego pueda ser conocida por todos. Y ha sacado a la luz, casi que por accidente, un retrato de la época de indudable interés.

Singular es el libro y también el proceso para su traducción. Para entender la historia en su conjunto hay que contextualizar que Horacio Melián pertenece a una de las familias más conocidas de la zona. Su padre, también llamado Horacio Melián, puso en marcha el Restaurante Casa Horacio, que sigue siendo uno de los lugares de referencia en Valle Jiménez y que en el momento en el que se desarrolla la obra (finales de los 60 y principios de los 70) era con diferencia el principal punto de encuentro y de esparcimiento. Melián hijo, de 63 años, es personal laboral del Área de Gestión Tributaria del Ayuntamiento de La Laguna y ha entregado durante años su tiempo libre al rescate de la memoria histórica de Los Valles, el ámbito geográfico que engloba a los núcleos poblacionales de Valle Jiménez, Valle Tabares y Los Campitos.

El autor fue un polifacético de vida nómada que trabajó como agricultor en Valle Jiménez

Kåre Hegseth fue actor, director de películas para la empresa Europafilm y estuvo vinculado a la radiodifusión pública de Noruega. Pero también tuvo una faceta nómada que lo llevó a embarcarse como marinero y a trabajar como agricultor en Valle Jiménez. Våren kommer i oktober, cuyo eje central es la vida en la finca, cerraba una trilogía sobre Tenerife. La publicó en 1976 y le envió un ejemplar a la familia Melián. Indescifrable por razones idiomáticas, la obra permaneció durante décadas en una repisa como un enigma.

El primer intento para conocer su contenido se produjo en 1999. Horacio Melián se puso en contacto con un centro de traducción que se encontraba en el casco histórico lagunero. Les entregó cinco páginas en las que aparecían los términos Valle Jiménez y Horacio. Según recuerda, el resultado lo recibió en aquellos disquetes de tres pulgadas y media que en los años 90 y principios de los 2000 precedieron a los pendrives. Pudo atisbar por dónde iba el libro, pero el coste de la traducción era inasumible y el proyecto quedó aparcado.

Traducción compleja

La iniciativa quedó durante años en su lista de cosas pendientes, pero no en el olvido. Volvió a la carga con el confinamiento. Con más voluntad que éxito empezó a teclear grafemas del alfabeto noruego en Google Translator. El resultado no fue el esperado. Realizó una nueva intentona a través de una conocida de su familia y con turistas noruegos en el Sur. Tampoco hubo fortuna. Pero a la cuarta fue la vencida. Según explica, se le ocurrió ponerse en contacto con el Consulado de Noruega en Las Palmas de Gran Canaria, que le facilitó una lista de traductores. Eligió a uno, pactaron un calendario de plazos y pagos, y se pusieron manos a la obra.

Entre medias hubo más contratiempos. Y es que no se puede tomar alegremente un libro ajeno y traducirlo. Horacio Melián tuvo que realizar una particular peregrinación de escritos a editoriales noruegas. La que editó la publicación en sus orígenes le comunicó que le había pasado los derechos a otra, la segunda le dijo que aquellos habían quedado en manos de una tercera y esa última le respondió por burofax que ya no tenía interés en la obra. Vía libre para él.

La obra contiene estampas de la época, analiza la sociedad y deja algunas reflexiones vitales

El resultado ha sido La primavera llega en octubre, de 159 páginas y de la que se han editado 300 ejemplares. Sobre la financiación, Horacio Melián indica que el proceso de traducción fue sufragado con una aportación anónima, mientras que la impresión contó con el apoyo económico de colectivos y empresas de Los Valles. La presentación tuvo lugar el pasado jueves en el Centro Ciudadano de Valle Jiménez, en la que Horacio entregó ejemplares a sus vecinos. También ha repartido el libro por varias bibliotecas y fondos.

Fue durante el proceso de traducción cuando Horacio Melián empezó a darse cuenta de que el esfuerzo había valido la pena. A medida que iba leyendo los envíos del traductor no salía de su asombro. El libro contenía una historia novelada, con sus correspondientes toques de ficción, y se podría decir que sin grandes alardes literarios. Había incluso algún traspié con detalles y circunstancias que no queda claro si son parte de la ficción o de confusiones del autor (como creer que la finca iba a quedar anegada por la construcción de una presa, cuando, en realidad, esa infraestructura estaba prevista en Los Campitos). Ahora bien, sus páginas retratan con una mirada aguda y neutral la vida local.

Hay un relato que por momentos se puede extrapolar a todas las medianías tinerfeñas. Están la señora con una gallina que se sube en la guagua, las langostas, los paisajes, el afilacuchillos, los carnavales, la nieve en los coches tras bajar del Teide, niños a los que les daban tragos de vino, la llegada de la luz… También se detiene en aspectos con un mayor componente de análisis: el bar como lugar de celebración y encuentro, la sacrificada vida de la finca, el valor de la familia en la época («si uno se cae, los demás le recogen y se juntan para que nadie de fuera se dé cuenta»), casas en las que no era necesario cerrar la puerta, la presencia de la religión, las bodas, la ayuda vecinal...

«Los campos eran de color marrón oscuro. No había señal ninguna de verde», expresa sobre el paisaje. Y prosigue: «En la parte baja del valle había un profundo y ancho barranco. Era un barranco con laderas muy empinadas en ambos lados y un pequeño riachuelo en el fondo». En el párrafo siguiente completa la fotografía: «Estos barrancos se ven en toda la isla. Empiezan en lo alto de las montañas y suelen bajar en línea recta hacia el mar. Desde lejos parecen rayas negras dentro de la masa de la montaña. En su época, hace tiempo, estaban llenos de agua, con ríos grandes que daban vida a la tierra. Hoy están todos secos».

En otra de las páginas refleja la actividad cotidiana: «La vida en el valle seguía su camino normal. Las mujeres lavaban la ropa en el arroyo, golpeando las prendas con palos de madera, bañándolas con lejía y dejándolas secar al sol hasta que tuvieran un color blanco brillante. Recorrían el camino de ida y vuelta a donde estaba Horacio con una pesada cesta encima de la cabeza y otra en cada mano».

También hay espacio para la agricultura. «En los campos los hombre estaban cansados, tanto ellos como las vacas, que tiraban de los arados de madera», relata. Los muestra como tipos rudos y lleva a imaginarlos callados y entregados a la labor campesina: «Cortaban la hierba con una hoz, y nunca se oía cantar o reír a nadie, como se escucha, por ejemplo, en los campos del sur de Francia». Y agrega a renglón seguido: «A menudo, por las noches, se levantaban las voces en el bar y se hablaba mal de todo, menos de la familia y de Franco».

Vino y animales

«Los españoles no suelen beber alcohol fuerte. Ellos beben su propio vino, que es agrio», «El seguro de vida de la gente pobre era tener muchos hijos» o «Se pueden decir muchas cosas buenas de los españoles, pero una cosa está clara: no quieren a los animales» son otras frases que sobresaltan durante la lectura. La última de ellas la apunta tras presenciar cómo trataban a una vaca. «Creo que las industrias están acabando con la felicidad de la gente», reflexiona un vecino local tras contar que sus hijos se habían ido a trabajar a la industria y que volvían tan cansados que iban directos a acostarse.

La primavera llega en octubre une descripción y aspectos más de análisis sobre los comportamientos de la sociedad con una tercera pata en forma de reflexiones vitales. «Vive tu vida sin estropear la de los demás» es una de esas aportaciones. «¡Mira la gente de este valle! Hay tantas cosas que podemos aprender de ellos. Su mejor experiencia es el hecho de poder vivir aquí, cerca de la naturaleza y en medio de algo que es de lo mejor que Dios ha creado», se expresa en el libro.

La obra deja como sensación última la contraposición de dos formas de ver la vida: de una parte, la de la sociedad de aquel Valle Jiménez del ayer, familiar, pegado a la tierra y sus tradiciones, influido por la religión, que trabajaba las huertas resignadamente y que tenía como principal ilusión el rato que pasaba en el bar; de otra, el modo de pensar de unos noruegos de mirada más amplia, nómadas, aventureros, decididos y que, sin embargo, creían ver la felicidad en la forma de vivir de los lugareños. Los primeros tenían sus raíces como faro y los segundos parecían no contar con pasado alguno. «Nunca mires atrás», dice una de las noruegas en el cierre del libro, en el momento en que abandonan Valle Jiménez tras haberse hartado de la finca y con rumbo a nuevos planes y proyectos.

Horacio Melián y Los Valles

El impulso de la traducción de La primavera llega en octubre no es el primer proyecto de Horacio Melián para la recuperación de la memoria histórica de Los Valles. Su producción propia la conforman Valle Jiménez: retazos de su historia, fiestas y tradiciones, de 2002; Los años vividos: memoria fotográfica de los Valles de Jiménez y Tabares, de 2005, y Los Valles de Tabares, Jiménez y Los Campitos a través de la prensa (1838-2016), de 2017. El último es un trabajo titánico en el que recogió las noticias de la zona en todos los periódicos (sí, en todos) que han existido en Canarias. Otros textos en programas festivos y otras publicaciones completan su labor.

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