La crisis de la vivienda impide a universitarios continuar su carrera
El problema persiste después de iniciado el curso y afecta a alumnos de otras Islas que no encuentran pisos en alquiler ajustados a su economía

Cartel en un inmueble en alquiler. | ANDRÉS GUTIÉRREZ
Shade Campot es estudiante de Psicología. Llegó a La Laguna procedente de Lanzarote en 2021 para comenzar sus estudios universitarios. En este tiempo ha compartido dos pisos con otros estudiantes. «He tenido suerte de encontrarlos», asegura, pues conoce a amigos que han abandonado sus carreras por no poder permitirse un lugar donde vivir en otra Isla que se adapte a sus posibilidades económicas. No es un hecho aislado, al menos en el caso de la Universidad de La Laguna.
El ejemplo de Campot también es común. La primera vivienda que habitó estaba en Finca España. Pagaba 265 euros al mes, como la persona con quien la compartía. La dificultad derivada de falta de conexiones de transporte público en la zona la llevaron a mudarse a un piso más céntrico, en la avenida Trinidad, también a un precio asequible: 266 euros al mes. Son 4 estudiantes y la subida de precio del último año la llevó a abonar 325 euros. No son solo historias de universitarios. Es la común y cruda realidad.
Hasta 500 llamadas en un día y medio por el anuncio de un piso en el barrio lagunero de Gracia. Este episodio –ya no tan particular en el municipio universitario– fue el que vivió Chema Blanco, agente inmobiliario de la agencia Viviendas Tenerife, hace solo unos meses. La demanda de pisos de alquiler es cada vez mayor, en parte porque ya no son solo los estudiantes los que buscan compartir una casa: «También hay trabajadores o parejas que no pueden permitirse una vivienda en exclusiva y prefieren compartir», asegura el agente inmobiliario, un sector en el que la demanda ha alcanzado niveles muy superiores al de la oferta. Shade, Raquel, Carlos e Yraya son tres jóvenes que –como la mayoría de quienes buscan piso– se enfrentaron a la escasez de anuncios, estafas en internet y grandes subidas de precios para tener acceso a una vivienda. Lo buscaron por necesidad. Se desplazaron desde otras islas o municipios para estudiar carreras que solo se encuentran en la Universidad de La Laguna, como Biología o Psicología, o para trabajar, como es el caso de Raquel.
El negocio del alquiler se ha convertido en un mercado «salvaje» en el que se adjudica una vivienda al mejor postor. Chema Blanco explica que hay casos de «pujas por un piso». Un ejemplo que conoció de cerca lo protagonizaron unos estudiantes que lograron un alquiler gracias a su propuesta de pagar 100 euros más al mes por él. Como competían con otros tantos estudiantes por el mismo piso, recurrieron a pagar 900 euros –frente a un alquiler inicial de 800– por ser los primeros en la lista y lograr una vivienda en la que comenzar sus estudios en La Laguna. Esta situación se repite cada vez más a menudo en un contexto en el que «hay mucha desesperación por lograr un lugar en el que vivir», subraya el inmobiliario.
Los pisos se convierten en objeto de subastas. Chema Blanco también describe el caso de un piso en el municipio norteño de La Matanza de Acentejo. La oferta era de 800 euros. Sin embargo, un señor italiano ofreció pagar un año por adelantado y casi dos mil euros de más. Por supuesto, el piso le fue adjudicado. Así, el agente inmobiliario hace hincapié en una población extranjera que cuenta con mejores niveles adquisitivos para realizar este tipo de operaciones. Frente a eso, «las familias canarias no pueden competir».
Una inmobiliaria registra hasta 500 llamadas en día y medio por el anuncio de un piso en el barrio de Gracia
De hecho, un informe del Observatorio de Emancipación, que publica el Consejo de la Juventud de España, insiste en esta afirmación. Sus datos ubican a Canarias con la segunda mejor tasa de emancipación del país en la primera mitad de 2023. El motivo lo atribuye, en parte, a que las Islas registran un mayor porcentaje de personas jóvenes extranjeras –sobre todo de la Unión Europea–, que suelen emanciparse más que quienes han nacido en las Islas. Los datos muestran que un 20% de las personas jóvenes residentes en el Archipiélago vivían fuera del hogar familiar.
Entre los motivos, el informe sitúa los bajos salarios en Canarias y en España, en general, que hacen imposible este proceso de independización en solitario. A esto se le suma, además, los altos precios de la vivienda, por lo que el Observatorio de Emancipación subraya que una persona joven que cobrara el salario medio no podría emanciparse, aunque dedicara todo su sueldo.
Mientras la demanda aumenta, la oferta disminuye. En torno a un 40% de los hogares de Tenerife se han retirado del alquiler de vivienda habitual. En España, según los cálculos de Alquiler Seguro –empresa española que da protección a propietarios evitando la morosidad–, este año se prevé la pérdida de 60.000 viviendas en el mercado de arrendamiento. Chema Blanco lo achaca a la inseguridad jurídica que aporta la nueva ley de vivienda –que entró en vigor el pasado 24 de mayo– por la que muchos propietarios han decidido no alquilar, porque «corren el riesgo de que el inquilino se quede en una situación de vulnerabilidad y esté bastante tiempo sin poder cobrarle», subraya.
Lo cierto es que la nueva Ley de Vivienda protege a las personas en situación de vulnerabilidad económica. Esto se refiere a individuos que han perdido su empleo o han experimentado una disminución importante de sus ingresos. En el caso de los autónomos se fija en, al menos, el 40%. A este respecto, la norma establece que los inquilinos que no cumplan con los pagos no podrán ser desahuciados, pues pueden solicitar una suspensión extraordinaria del desahucio ante el juzgado. Además, si los inquilinos con deudas se encuentran en una condición de vulnerabilidad, un juzgado puede determinar una pausa de hasta dos meses.
900 solicitudes por un piso
Ante la merma de ofertas en un mercado tan imprescindible, como es el de la vivienda, surgen largas listas de candidatos por un solo piso. Blanco habla de hasta 900 solicitudes por una sola vivienda. Motivo por el que la adjudicación de pisos parece atravesar un casting que implica un aumento, también, de los casos de racismo y las estafas.
«Siempre ha habido racismo entre los propietarios de pisos, fruto de los prejuicios», explica Chema Blanco. Y cada vez es más evidente. Las multitudinarias solicitudes de alquiler hacen posible que el propietario acepte a quien se adapte mejor a sus gustos e ideología. Incluso en los propios anuncios en portales de alquiler como Idealista, Fotocasa o Milanuncios, los arrendadores escriben sus condiciones: «solo chicas», «solo chicos». Lo que no se escribe son la discriminación a distintos colectivos, aunque algunos adjuntan un «las condiciones particulares se darán en el momento de la visita». Entre estos grupos destacan los jóvenes migrantes, «muchos de ellos alcanzan la mayoría de edad y salen de los centros para menores en los que estaban».
En palabras del agente inmobiliario, reina la «desesperación». Un mes después del comienzo del curso académico seguía habiendo estudiantes en busca de pisos. Cualquier vivienda es considerada válida, lo que dio lugar a numerosas estafas. Hay una premisa. Para evitarlo, las inmobiliarias recomiendan no realizar ningún pago previo hasta no haber visto la vivienda.
De las hasta 500 llamadas que puede recibir la inmobiliaria de Chema Blanco en un solo día por la misma oferta, solo una persona accederá a un contrato.

Yraya Navarro. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
«De los que busqué, muchos eran estafas»
Yraya Navarro tiene 19 años y estudia el segundo año del grado en Maestra en Educación Primaria. Encontró su piso gracias a un conocido de su padre, paga 283 euros, sin gastos de luz y agua incluidos en el precio y su propósito es lograr un piso económico que compartir con su pareja. En esa búsqueda, una de las mayores dificultades a las que se enfrenta son las estafas: «Algunos anunciantes te respondían utilizando la inteligencia artificial, porque siempre te daban la misma respuesta». En su experiencia, cuenta que se encontró con una inmobiliaria que le solicitó el pago por adelantado, antes de ver el piso. Tal inmobiliaria no existe.

Carlos Miranda. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
«Comparto piso con una pareja y su hijo»
Carlos Miranda, de 19 años, estudia Biología en la ULL. El primer año estuvo viviendo en una residencia para estudiantes, «quería empezar por algo seguro y barato», aseguró. Para este año optó por cambiar de piso decidido a priorizar la cercanía a su facultad. Su objeto era encontrar una vivienda de tres habitaciones para residir con sus amigos de la universidad. «La mayoría de los pisos dejaban mucho que desear, estaban mal acondicionados o eran muy caros», subrayó. Finalmente, tuvo que desistir de la idea de compartir un alquiler con sus amigos y ahora tiene por compañeros a una pareja de unos 30 años y su hijo. «Hay buena convivencia», valoró Mirando. Paga 350 euros al mes.

Raquel Canino. / ARTURO JIMÉNEZ
«Para vivir sola tenía que invertir mi sueldo»
Raquel Canino, 22 años, trabaja desde hace dos años como recepcionista de noche en un hotel de cuatro estrellas de La Laguna. Ella es de El Sauzal y vive su primer año independizada. Se planteó vivir sola, pero se encontró con que eso supondría invertir casi todo su salario y decidió compartir piso. Tardó un año en encontrar una vivienda que se adaptara a sus prioridades, como compartir con pocas personas, «por facilitar la convivencia», y el precio. Ahora vive con dos personas y paga 330 euros con gastos de wifi, agua y luz aparte. Entre las complicaciones de conseguir piso se encontró la petición de aportar un aval: «Para algunos caseros, no bastó con enseñarles mi contrato y mis tres últimas nóminas», señala.
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