Historia
Viaje al fascinante ‘reino’ de Addar que veneraban los guanches
Un libro describe el achimenceyato de la Punta, que lideraron Aguahuco y Zebenzuí
Se llamaba Addar, lo lideraron Aguahuco y su hijo Zebenzuí y las altas montañas de su pequeño territorio, que es conocido hoy como la Punta del Hidalgo, generaban fascinación entre el resto de poblaciones guanches antes y después de la conquista de los castellanos a finales del siglo XV. El libro Cuando el cielo nos habló, realizado por José Farrujia de la Rosa, profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Universidad de La Laguna, y Miguel Ángel Martín González, historiador y director de la Revista Iruene, describe las características de este achimenceyato.
La publicación, que se presenta este jueves (18:00 horas) en el convento de Santo Domingo de La Laguna, viaja a Addar y a las creencias de este núcleo y sus espacios de culto, que reflejan que su emplazamiento, como explican Farrujia y Martín, «no es azaroso, pues existe una conexión evidente con el entorno en el que se encuentran y con el cosmos». «La localización de los sitios sagrados obedece a un conocimiento ancestral», detallan. El proyecto va asociado al cortometraje Aramuygo, dirigido por Horacio González Díaz (Guanil Producciones), con guion del propio Farrujia. El título del corto es uno de los topónimos guanches que se habían perdido y no habían sido ubicados geográficamente hasta que lo ha recuperado este estudio. Es como llamaban los guanches al Roque de los Dos Hermanos de la Punta.
Los guanches de este extremo de Tenerife vivieron y murieron en un espacio que se caracteriza por una orografía escarpada, por la presencia de montañas elevadas, que fueron veneradas junto a otros elementos de la naturaleza que sirvieron como referentes. «El achimenceyato, en este sentido, fue entendido ancestralmente como un lugar de proyección y significado», explican los autores de una investigación que, a su vez, «evidencia cómo determinados espacios sagrados del mundo guanche se integraron en el sistema católico, tras la conquista, fruto del sincretismo desarrollado por el colonizador y de la pervivencia en la isla de los descendientes de los guanches».
De esta manera, la investigación permite corroborar otro dato «sumamente interesante», que se ha evidenciado igualmente en otros rincones de Tenerife y Canarias. Farrujia y Martín se refieren a «espacios de culto indígenas, que fueron claves para los guanches y que mantuvieron su especial significación después de la conquista, si bien bajo la advocación de otras divinidades o santos del cristianismo». «Es decir, el cristianismo levantó ermitas, en los años posteriores a la conquista, en sitios que seguían siendo frecuentados por los naturales de la isla porque en ellos hacían sus celebraciones a Magec –sol– o Ayur –la luna–».
La publicación que revela la atracción que los indígenas sentían por estas montañas se presenta este jueves
Es el caso de La Punta del Güigo, donde hoy se levanta un templo cristiano a escasos metros de la principal estación guanche de cazoletas de mar, la ermita de San Juanito. No es casual que la toponimia del lugar haga referencia al Charco de las Ovejas en el que, según la tradición oral, se llevaban a cabo los baños rituales del ganado, que hunden sus raíces en la época guanche. Este topónimo también está presente en otros puntos del litoral canario, asociado a espacios de culto indígena.
La sinópsis de Cuando el cielo nos habló detalla que en el año 1464 se firmó el Acta del Bufadero en Tenerife, entre conquistadores y guanches. «Ello supuso, junto al posterior proceso de conquista, el inicio del desmantelamiento de una realidad cultural y de una organización territorial ancestral, la guanche», detalla el resumen, que añade: «En el achimenceyato de Addar o de La Punta del Hidalgo, los guanches mantenían vivas por entonces sus creencias, a pesar de que eran conscientes de que Mashegho, su guañameñe –profetas o adivinos– , ya había anunciado que se avecinaban tiempos difíciles tras la llegada de los extranjeros por el mar».
La investigación ha permitido documentar 56 yacimientos vinculados con el mundo sagrado guanche. Entre ellos están las cuevas y abrigos santuario, las estaciones de cazoletas de mar, las estaciones de cazoletas y canales y los yacimientos que combinan cazoletas y canales con otro tipo de grabados rupestres. La cifra es importante si se tiene en cuenta que los límites de Addar rondan los 18,6 kilómetros cuadrados, frente a los 120 del menceyato de Taoro o los 180 del de Daute. Es decir, Addar sería el penúltimo en cuanto a extensión de todos los menceyatos, estando en último lugar Icoden, con 5.
Farrujia y Martín cuentan que si bien el achimenceyato se conoce –a partir de la tradición historiográfica– como el de Punta del Hidalgo, la investigación a partir de las fuentes documentales del siglo XVI y de otras evidencias historiográficas refleja que «el territorio de este achimenceyato englobó Chinamada, Bejía –que fueron núcleos de población indígena– y los actuales caseríos de Las Carboneras y El Batán, también ocupados en época guanche». Fue precisamente en La Punta donde residió el último achimencey de este territorio, Zebenzuí.
¿Qué era un achimenceyato? Mientras el menceyato era un territorio guanche que se entregaba al hijo legítimo del gran mencey, el achimenceyato era una porción de terreno mucho más pequeña que se entrega al hijo ilegítimo. Farrujia precisa que «Aguahuco, padre de Zebenzuí, fue hijo ilegítimo del Gran Tinerfe». En el caso de Addar era un territorio que dependía del menceyato de Anaga.
Este extremo de Tenerife, tras la conquista, fue «un espacio aislado, una isla dentro de la isla», según los autores. La documentación de la época es clara al respecto, cuando habla de la precariedad de los caminos y de los problemas para desplazarse a la primera capital de la isla, San Cristóbal de La Laguna. «A ello hay que añadir que los indígenas gomeros recibieron tierras en La Punta y también en Chinamada», matizan. Este hecho, junto a la presencia de descendientes guanches en estas tierras, «permite explicar la pervivencia de topónimos indígenas en la documentación del siglo XVI, por ejemplo en las Datas de Repartimiento». «Los repartos de tierras a los nuevos colonos se llevaron a cabo usando como referencias geográficas los topónimos guanches, que obviamente, se fueron perdiendo con el paso del tiempo, especialmente los de los lugares sagrados, tal y como evidenciamos en la investigación», concluyen.
Suscríbete para seguir leyendo
- Santos Lecuona, una farmacia bicentenaria en el casco histórico de La Laguna
- La Laguna comienza en breve la obra del barranco de La Carnicería
- El acuartelamiento del Cristo, en La Laguna, ya es propiedad del Cabildo de Tenerife
- El Gobierno de Canarias decidirá sobre las excavaciones de la plaza de la Catedral, en La Laguna
- El Gobierno de La Laguna lanza un gran plan para proteger el casco
- Atentos a los cambios de tráfico en el centro de La Laguna por las obras en el entorno de la plaza del Adelantado
- Moisés Afonso toma posesión como nuevo concejal de CC
- Cerrada la costa de La Laguna por el fuerte oleaje