Bajamar narra su historia entre el turismo y sus récords Guiness con visitas guiadas
El «pueblecito norteño» recuerda su pasado a través de un recorrido por sus lugares más significativos
Las visitas están disponibles hasta el 27 de octubre, con previa inscripción en la página web

Ruta por Bajamar / Arturo Jiménez
Un récord Guiness con la paella más grande del mundo que dio de comer a 5.000 personas, un récord mundial de Los Sabandeños por pasar más tiempo seguido cantando sobre un escenario (28 horas y 15 minutos) o una ermita escondida del siglo XVII. Estas son algunas de las curiosidades que esconde el pueblo de Bajamar y que se comparten, hasta el 27 de octubre, en las visitas guiadas que organiza la concejalía de Turismo del Ayuntamiento de La Laguna. La nueva campaña lleva por nombre las Rutas del Agua y se trata de una actividad lúdica y gratuita que invita a residentes y visitantes a descubrir la riqueza histórica y natural de este enclave costero.
Daniel Martí, historiador y presidente de la asociación Cerventear -que organiza actividades culturales y artísticas en Canarias-, es el encargado de hacer estos recorridos con una duración de entre una hora y media y dos horas a unas 20 personas y compartir sus conocimientos acerca de un pueblo que «esconde una importante historia», recalca Martí. La actividad -de la que ya se han realizado dos visitas, el 23 y el 25 de agosto-, tiene previstas otras 8 los días 30 de agosto; 1, 8, 15 y 27 de septiembre y el 6, 13 y 27 de octubre.
Todo comienza en en la Oficina de Información Turística, frente a la ermita del Gran Poder de Dios. Ahí se reúnen las 20 personas que realizaron la inscripción gratuita en la página web cervantear.org/bajamar, que se abre con una semana de antelación a la ruta que se quiere concertar. En una de las visitas, desde la pequeña plaza, Daniel Martí explica su amor por el litoral lagunero y su afán por dinamizar su vida cultural. Luego, quienes asisten a conocer un poco más de la historia de este pueblo se presentan y explican por qué se encuentran hoy allí.
María es de Santa Cruz y relaciona el pueblo con los veranos de su infancia, lo mismo le ocurre a Ermelinda, de La Laguna, que lleva viviendo 30 años junto al mar o a Pablo, que no recuerda la primera vez que visitó el litoral, pero siente haber pasado toda la vida veraneando allí. Así, en las pequeñas intervenciones de cada asistente se subraya el vínculo de este lugar con la playa y sus piscinas y con los veranos junto al mar. «Su relación con la costa es muy importante, pero este pueblo esconde mucho más», destaca Martí.
Entre el público también se encuentra Carlos García, que no se podía perder la primera visita guiada por su pueblo. El bajamero está ligado al lugar por cuatro generaciones anteriores y es autor, junto a Carmen Toral y Carmen González, del libro Bajamar, un pueblecito norteño. La obra recalca la antigua historia del pueblo que aparece por primera vez con el topónimo Baxamar en 1543.

Daniel Martí se presenta ante los 20 asistentes a la visita guiada frente a la ermita del Gran Poder de Dios. / Arturo Jiménez
La visita comienza en un lugar «muy desconocido para muchos aunque está al lado de las famosas piscinas», puntualiza Martí, y es que se trata de la ermita de San Juan del siglo XVII. En riesgo de que su techo se desplome y escondida entre casas y un pequeño parking se encuentra la ermita que data de 1628. La presencia de García en la actividad permitió rescatar la tradición de los Bajameros en este diminuto templo, «si pasas por aquí tienes que dejar una piedra en la cruz que tiene enfrente», explica el autor al mismo tiempo que los asistentes hacen caso a sus órdenes y cumplen con el pequeño ritual.
En total la visita cuenta con siete paradas. La segunda transcurre en las piscinas naturales y le sigue una tercera en la plaza de la avenida el Sol. En ellas se recuerda a la fortaleza del castillo, una construcción que protegía con sus tres cañones a los barcos que traían mercancía y de la que, en la actualidad, no queda rastro. Fue tan emblemática que da nombre a la playa que está al lado de las piscinas y que muchos nombraban con un sencillo «playa de Bajamar» o «la playa de la arena», a falta de conocer su verdadero nombre.

Visitantes frente a la ermita de San Juan. / Arturo Jiménez
Tras un pequeño recorrido por el pueblo -que invita a apreciar los restos de un Bajamar antiguo que se mezclan con los de una población renovada- la ruta vuelve a parar, esta vez, frente al barranco de Vargas, donde queda uno de los últimos palmerales de la Isla.
La quinta parada se realiza en la plaza de la Fonda donde se ubicó el primer espacio de pernoctar del pueblo y en el que Daniel Martí aprovechó para comentar «lo fiesteros que son en Bajamar», con el caso de la «gran paella». Lo cierto es que en 1969 se elaboró durante las Fiestas del Gran Poder una paella para 5.000 personas con la que se rompió el récord Guinness para, cuatro años después, volver a realizarse una paella más grande, esta vez para 10.000 personas. A esta historia le acompaña la noticia que retransmitió RTVE y que Martí mostró en una tablet, la misma con la que luego hizo sonar la canción Ay Bajamar, del grupo de lo Huaracheros. Con la canción los asistentes se animaron a cantar un tímido «Ay bajamar mi pueblecito norteño, dios te quiso tinerfeño».

Daniel Martí muestra imágenes antiguas de Bajamar. / Arturo Jiménez
La visita siguió frente a los charcos para concluir en el faro. Cada parada incluye un elemento que la hace más interesante. No solo por el evidente amor al pueblo que le guarda Daniel Martí -y que es capaz de transmitir a su público-, sino porque el recorrido incluye pinceladas del pasado, por ejemplo, con antiguos reportajes de periódicos de 1977, folletos de comercios ya extintos o imágenes como la de la primera fotografía de Bajamar, en la que se puede ver una típica estampa de un pueblo canario con sus casitas blanca entre pequeños cultivos y un paisaje más bien rocoso frente al mar.
Las curiosidades no paran de sucederse a lo largo del recorrido y quienes asistieron quedaron perplejos ante alguna de las explicaciones que dan sentido al Bajamar de ahora. Una de las anécdotas que rescató el historiador es la del charco de Marianne. La tradición oral de los propios vecinos cuenta la vida de una extranjera, Marianne, que durante toda su vida se bañó en el mismo charco. A modo de homenaje esta piscina de rocas naturales adoptó su nombre. Ahora gracias a las palabras de Daniel Martí o de autores como Carlos García las tradiciones del pueblo lagunero se extienden entre aquellos que asisten a estas visitas y se niegan a que la historia del litoral caiga en el olvido.
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