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EL REGRESO DE UN CANARIO UNIVERSAL | Aguere repara la memoria del físico Blas Cabrera Felipe

El genio isleño repudiado por Franco que se codeó con Einstein y Curie

La democracia honra la figura de Blas Cabrera, que fue pisoteada por la dictadura franquista

El físico canario junto a Marie Curie, ganadora de dos Nobel. E. D.

La democracia repara la memoria del canario más destacado de la historia universal de la ciencia. El físico Blas Cabrera y Felipe (20-5-1878, Arrecife de Lanzarote; 1-8-1945, Ciudad de México) dejó tal legado que gracias a sus descubrimientos se inventó uno de los aparatos más usados por la medicina, la resonancia magnética, y se conocieron las tierras raras, elementos químicos vitales hoy para fabricar productos tecnológicos como ordenadores o teléfonos móviles.

Una ecuación lleva su nombre –ecuación de Cabrera-Duperier sobre el paramagnetismo de la materia–, se codeó con algunos de los científicos más prominentes de la humanidad –Albert Einstein, Marie Curie, Pierre Weiss, Ramón y Cajal–, sus investigaciones guiaron a muchos premios Nobel –como John Hasbrouck van Vleck, de la Universidad de Harvard– y ayudó a sentar las bases de la física cuántica –rama de la física que estudia la naturaleza a escalas pequeñas, como los sistemas atómicos–.

El Gobierno central devolvió en 2018 el reconocimiento a un científico que estuvo nominado al Nobel

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Tampoco bastó al franquismo que Blas Cabrera fuera nominado en dos ocasiones a los premios Nobel de Física, en 1910 y 1930. Defender la democracia, la ciencia, el desarrollo y la libertad le costaron el exilio y el repudio de la dictadura. Presidente de la Real Academia de Ciencias en el momento del golpe de estado de 1936 a la República, Cabrera tuvo que huir primero a Francia y luego, en 1941, a México.

Sabía perfectamente que si se quedaba se convertiría en una víctima más de la represión franquista. De los 580 catedráticos que había en España en el estallido de la Guerra Civil, 20 fueron asesinados, 150 expulsados y 195 se exiliaron, según el recuento del historiador Manuel Castillo citado en un artículo de El País. La infamia llegó a tal extremo que el 10 de mayo de 1941, la dictadura desposeyó a Blas Cabrera y otros científicos españoles excepcionales de la medalla concedida por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. La sinrazón arrasa con la edad de plata de la ciencia española.

Busto de Blas Cabrera en el instituto Cabrera Pinto de La Laguna. Carsten W. Lauritsen

Fueron precisamente dos descendientes, que siguieron su huella y se convirtieron también en destacados físicos a nivel internacional, quienes comenzaron una lucha que ha conseguido ahora, con el apoyo de muchísimas personas y el regreso de la democracia, devolver parte del prestigio que Blas Cabrera y Felipe merece. Nicolás Cabrera Sánchez (Madrid, 1913-Madrid, 1989), otro gran impulsor de la física en España, inició una batalla por la memoria de su padre que prosiguió su hijo, Blas Cabrera Navarro, físico en la Universidad de Stanford (Estados Unidos).

Los esfuerzos empezaron a cristalizar el 21 de diciembre de 2018. El Consejo de Ministros, presidido por el socialista Pedro Sánchez –a propuesta del ministro de Ciencia, Pedro Duque, y la de Justicia, Dolores Delgado–, declara «el carácter radicalmente injusto de las disposiciones por las que se acordó el cese de extraordinarios investigadores» como el isleño Blas Cabrera.

La reputación de Blas Cabrera, sin embargo, se fue reparando poco a poco desde el regreso de la libertad en 1977, en especial en Canarias, donde en su infancia en La Laguna ya comenzó a mostrar su enorme talento científico. De tal manera que tiene un busto en Arrecife, da nombre a un instituto de la capital de Lanzarote y ha recibido múltiples reconocimientos, en especial en el municipio donde vivió su juventud, La Laguna.

El Ayuntamiento lagunero lo nombró Hijo Adoptivo, puso su nombre a una pequeña calle en el barrio de Coromoto y en junio de 2002 colocó un busto suyo justo en la fachada principal del instituto donde estudió, el Cabrera Pinto, llamado entonces Instituto de Canarias. Es un centro educativo pionero que, además, posee la sala de exposiciones Blas Cabrera.

El Consistorio lagunero ha redondeado ahora todos sus esfuerzos con el reconocimiento más simbólico. El miércoles pasado, Día de la Fiesta Nacional, aterrizaban en el aeropuerto Tenerife Norte sus restos procedentes de la capital de México, poniendo fin así a 85 años de exilio, y ayer los enterró en el cementerio de San Luis en un acto institucional.

Cabrera con Albert Einstein en 1923 en Madrid. ED

Canarias también había celebrado el centenario de su nacimiento en 1978 y el 50 aniversario de su fallecimiento en 1995. Pero hay muchos que opinan que aún falta por hacer para colocar a Blas Cabrera en el pedestal que merece en la historia de Canarias. Uno de ellos es el profesor de Física de la Universidad de La Laguna, Rafael Francisco Sala. «No se ha hecho la suficiente justicia en España ni en Canarias con la importancia real que tuvo Blas Cabrera», asegura. Sala destaca que «todos los grandes precursores de la física cuántica lo estudiaron y se basaron en sus experimentos, porque él era un experimentalista». «Es una figura clave en la ciencia mundial», remarca el físico.

Gracias a sus investigaciones se inventó la resonancia magnética, clave en la medicina actual

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El hombre que trajo a Madrid en 1923 al científico más relevante de la historia, Albert Einstein, al que había conocido en Zurich 11 años antes, ya había mostrado su sensibilidad cuando estudiaba bachillerato en La Laguna y se involucraba por ejemplo en el montaje de los tendidos eléctricos. Tras nacer en Arrecife en 1978, su padre, el notario Blas Cabrera Tophan, y su madre, Antonia Felipe Cabrera, trasladan a la familia a La Laguna en 1881. El mayor de 8 hermanos terminó sus estudios con sobresaliente con solo 15 años.

Su padre lo mandó a Madrid a estudiar Derecho. Allí conoció al premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, quien lo convenció de que eligiera ciencias. Ahí comenzó una carrera que lo convertirá en el padre de la física española, director del Laboratorio de Investigaciones Físicas o rector de la Universidad Central de Madrid. Enfermo de Párkinson, muere el 1 de agosto de 1945 cuando tenía 67 años y cuatro después de exiliarse en México.

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