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Fiestas del cristo | Traslado del Santísimo a la Catedral

Histórico besapié de las Hermanas Clarisas al Cristo de La Laguna

La madre abadesa muestra su emoción ante la imagen al pensar en su comunidad, su hermano, enfermos y personas sin trabajo

Traslado del Santísimo Cristo de La Laguna a la Catedral

Traslado del Santísimo Cristo de La Laguna a la Catedral P. Fumero

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Traslado del Santísimo Cristo de La Laguna a la Catedral Pedro Fumero

La emoción incontenible de la madre abadesa de las Hermanas Clarisas a los pies del Cristo de La Laguna fue el momento más emotivo del histórico besapié que las trece monjas de esta congregación realizaron en señal de despedida a la imagen, que permaneció 24 horas en la iglesia de su convento durante la celebración del 475 aniversario de la llegada de las fundadoras de esta institución a Tenerife. Y de este emblemático espacio partió en la tarde de ayer la procesión del Traslado del Santísimo Cristo hasta la Catedral, donde permanecerá hasta el próximo miércoles, cuando se desarrollará el regreso del Crucificado a su santuario. El besapié se hizo gracias a que miembros de la Esclavitud del Cristo colocaron una escalera para permitir el acceso de las monjas a la Sagrada imagen.

La madre abadesa, sor María del Pilar Climent Lorenzo, afirmó ante los presentes en el acto: «Soy lagunera y nunca había tocado al Cristo». En el siglo XIX, con motivo de una Rogativa, la citada imagen sí permaneció en el templo de las Hermanas Clarisas. Sin embargo, un acto como el de ayer no se había vivido con anterioridad. Y así lo advertía antes del mismo el esclavo mayor, Francisco Doblas González de Aledo. Las hermanas salieron hasta la iglesia, cantaron un himno creado para el aniversario mencionado y efectuaron el besapié.

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Procesión del Cristo de La Laguna Carsten W. Lauritsen

En 1547, la congregación fue fundada por diez hermanas que trajeron «el carisma de Francisco y Clara de Asís» a la Isla. De ellas, cuatro procedían del monasterio de San Antonio de Baeza y seis del de San Lúcar de Barrameda. En las tres décadas siguientes, las Hermanas Clarisas custodiaron al Santísimo Cristo en su santuario. Estos días en el convento de las Claras han recibido a las madres abadesas y dos monjas procedentes de San Lúcar de Barrameda y San Antonio de Baeza.

Climent aseguró que la emoción ante el Cristo de La Laguna se debió a que «son muchas experiencias personales, vocacionales ante su imagen; terminé de discernir mi vocación ante el Cristo; fue [allí] donde sentí que el Señor internamente me pedía que entregara mi vida, como ostia viva, eso es lo que nos dice San Pablo en la Carta a Los Romanos». Climent admitió que «es la meta de mi vida consagrada; ahí fue tomada esa decisión, y el día de hoy ha sido muy grande para nosotras también en la comunidad, al recibir la profesión de una hermana más».

Cuando se le pregunta de quién se acordó cuando se hallaba en lo alto de la escalera, la madre abadesa responde: «de mi comunidad, de mi familia, especialmente de mi hermano; de tantas personas enfermas que nos han pedido oración, enfermos de cáncer, personas con depresión, personas que no tienen trabajo, familias que están divididas; muchas personas han pasado por mi mente y mi corazón en ese momento y a lo largo de estas 24 horas que ha estado el Santísimo Cristo en nuestra iglesia». La celebración del 475 aniversario fue posible, entre otras cosas, a la historiadora del monasterio de San Lúcar de Barrameda, que ha puesto en contacto a las diferentes comunidades y que propició que «el interés por la historia brotara en nuestros corazones», explicó Climent. Dicha historiadora y la madre de una hermana también subieron a realizar el besapié. Al finalizar dicho acto la emoción era visible, además, en el rosto del esclavo mayor y otros integrantes de la Esclavitud. Casi dos mil personas vieron en algún momento la procesión. Poco antes de que llegara a la Catedral, las bandas pararon de tocar y las campanas dejaron de repicar para que en la calle La Carrera el Orfeón La Paz cantara Domine Deus.

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