«Solo busco un hogar digno donde poder cuidar a mis tres perritos, que lo son todo para mí». Reina María González, una venezolana de 43 años hija de emigrantes tinerfeños, lleva casi un año viviendo en la calle en el barrio lagunero de La Cuesta. Sin empleo y sin medios económicos, desde el 16 de junio de 2021 habita la plaza Ana Bautista. Comenzó en un banco a la intemperie y gracias a la solidaridad de los vecinos ahora al menos se protege en una caseta de campaña. Nunca se despegan de ella sus tres perros, Pach, Blacky y Tika, de entre tres y cuatro años. El Ayuntamiento de La Laguna, Cruz Roja y Cáritas le han ofrecido viviendas sociales pero no ha aceptado porque ninguna le deja llevar a las mascotas. «Sin ellas no me voy a ningún lado», deja claro.

El caso de Reina ha saltado a la actualidad después de que Cristo Gil, un tinerfeño defensor de los derechos de los animales, denunciara en las redes sociales su situación y la imposibilidad con la que se ha topado esta mujer para hallar una vivienda social que le permita tener a sus perritos. «Sí, la culpa de que Reina viva en la calle es de ella misma, porque lo fácil hubiera sido llevar a Blacky, Pach y Tika al albergue y quitarse el problema de encima como le dijeron en el Ayuntamiento de La Laguna. Pero no, ella ha decidido seguir viviendo en la calle con su familia, para no abandonarla. Me sorprende muchísimo que en el año que corre no haya ni una sola opción habitacional para personas con animales», escribe Cristo en su muro de Facebook.

El Ayuntamiento le ofrece alternativas pero ninguna le deja seguir con Pach, Blacky y Tika

El concejal de Asuntos Sociales de La Laguna, Rubens Ascanio, asegura que le han ofrecido todo tipo de alternativas, incluso dejar los perros de forma provisional en un espacio habilitado en el albergue de animales de Valle Colino para emergencias de este tipo. «Allí cuidarían a los perros hasta encontrar una solución y ella podría ir a visitarlos cuando quisiera. Pero la mujer ha decidido que sin ellos no va a ningún lado a vivir», precisa. Ascanio puntualiza que los espacios comunitarios para personas sin hogar que gestiona el Consistorio para casos como el de Reina no permiten las mascotas porque «hay usuarios que tienen alergias o miedo a los animales». La única solución pasaría porque algún vecino le ofreciera un alquiler a precio reducido que le permitiera tener a Blacky, Pach y Tika, extremo que todavía no se ha producido. «Estamos haciendo todo lo posible pero hasta ahora no hemos encontrado una salida», matiza el concejal lagunero, que detalla que están trabajando en pisos con medios para tener animales en futuros planes de viviendas sociales, como las casas modulares que se proyectan en Geneto.

Reina María González es graduada en administración y llegó a trabajar en Venezuela, donde nació hace 43 años, como responsable de contabilidad. Hija de un matrimonio de Icod que emigró al país bolivariano, decidió hace cinco años venirse a España «en busca de un futuro mejor» para ella y su madre, que sigue en Caracas y a la que cuida otro perro, Rayo, que ya tiene 13 años. No ha podido traer a su madre a Tenerife porque las cosas no le han ido nada bien. No encuentra trabajo y lleva un año viviendo en la calle. Al menos acaba de conseguir que le reconozcan el Ingreso Mínimo Vital, con lo que recibe los 565 euros que le corresponden por la paga extraordinaria. «Me han llegado a aconsejar que ocupe una vivienda pero no quiero ir por esa vía porque me niego a ocupar un techo que no me pertenece. Solo busco un alquiler accesible para poder tener a mis hijos, porque mis tres perritos son mi familia. Los tengo desde que nacieron y nunca los dejaré», zanja.

Reina ha podido salir adelante gracias a las ayudas del Ayuntamiento, Cruz Roja y Cáritas, y a la mano que le echan los vecinos de la plaza Ana Bautista de La Cuesta. «Incluso algunos vecinos me ofrecen sus casas para que me bañe. Gracias a ellos al menos tengo una caseta. A todos les estoy muy agradecida. Ojalá que pronto pueda aparecer una solución», concluye sin perder la esperanza.