San José de Anchieta ya está en su nueva ubicación, en los jardines del Campus Central de la Universidad de La Laguna (ULL). En la noche del martes abandonó la rotonda que lleva su nombre con destino a su emplazamiento provisional. Lo hizo sobre un remolque en el que permanecía a primera hora de la mañana de este miércoles. Sin embargo, avanzada la jornada, la estatua fue colocada sobre una base de cemento, una atalaya privilegiada de las avenidas Leonardo Torriani y de Los Menceyes.
Anchieta está ahora justo enfrente de otro emblema lagunero como es la Cruz de Piedra. Su mirada hacia atrás, a la ciudad de la que se despide, apunta en este caso hacia La Milagrosa. La peana sobre la que descansa y sus cinco metros elevan por encima de las rejas del jardín universitario al segundo santo de Canarias, nacido en La Laguna y que emigró a Brasil, donde fundó Sao Paulo.
Esta mudanza de la escultura –que no es la primera– está motivada por los trabajos de colocación de una pasarela peatonal que evite las interferencias entre viandantes y vehículos en la rotonda y, con ello, las frecuentes retenciones que se producen. Será, concretamente, una estructura que se instalará en la glorieta y consistente en una viga curva continua en forma de anillo de aproximadamente 100 metros de diámetro con un sistema de soportes.
La previsión es que, una vez que terminen los trabajos, la estatua se instale sobre una plaza de nueva creación situada enfrente de la Facultad de Biología, al inicio de la avenida Astrofísico Francisco Sánchez.
El autor de la obra fue el artista Bruno Giorgi, que eligió para instalarla el lugar de encuentro de la autopista del Norte con la avenida de La Trinidad. El cronista oficial de La Laguna, Eliseo Izquierdo, relata en el artículo Salvemos el monumento a Anchieta su historia: «El 28 de octubre de 1960, con el monumento todavía a bordo del trasatlántico Cabo de San Vicente, que lo había traído de Brasil, su autor el gran artista brasileño Bruno Giorgi (Mococa, Sao Paulo, 1905-Río de Janeiro, 1993) recorrió nuestra ciudad con el alcalde Benítez de Lugo y eligió, para situarlo, un amplio óvalo de césped en la confluencia de la autopista del Norte con la avenida de La Trinidad. Pero, en apenas una década, aquella zona experimentó una transformación radical. El incremento de la circulación demandó el ensanchamiento de la TF-5. Desapareció la atinada instalación de Giorgi, la recreación plástica del simbólico adiós del adolescente Anchieta a su ciudad natal en el momento en que iniciaba el camino que lo inmortalizaría».