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Igualdad y religión | Un fallo judicial veta la entrada de las mujeres a una hermandad católica

Una hermandad solo para «caballeros»

La entidad persevera en impedir el acceso femenino pese a que en sus orígenes fue mixta

Una procesión de la Esclavitud del Cristo de La Laguna. Andrés Gutiérrez

La Esclavitud del Cristo se ha movido durante años entre la fe y la polémica. La entidad que absorbió la primitiva cofradía estaba fundada por «los más distinguidos de la Isla».

«La Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna es una asociación religiosa de caballeros, constituida para promover entre sus asociados una vida cristiana más perfecta, el ejercicio de obras de piedad evangélica y el incremento de la devoción y culto a la Sagrada Imagen de Nuestro Señor Crucificado». Así comienza el artículo primero de los estatutos de una hermandad que ha vuelto a situarse –y en esta ocasión con más fuerza que en ocasiones anteriores– en el centro de la actualidad. El motivo: el veto a las mujeres, avalado en los últimos días por el Tribunal Supremo. Es esta la continuación a años de polémica sobre el mismo asunto.

Se da la circunstancia de que la exclusión femenina es posterior al nacimiento de esta cofradía lagunera, dado que inicialmente fue mixta. «La Esclavitud tiene su origen en la primitiva Cofradía del Santísimo Cristo de La Laguna, creada desde la llegada a la ciudad del Santo Crucifijo, mucho antes de 1545 –fecha de apertura del Concilio de Trento–, y compuesta por hombres y mujeres», expone el propio colectivo en su página web.

El paso hacia una entidad formada solo por hombres vendría más tarde. «Esta Cofradía fue absorbida por la Venerable Esclavitud que fundaron el 6 de septiembre de 1659 los más distinguidos de la Isla, a iniciativa de Fray Juan de San Francisco, siendo su primer esclavo mayor don Fernando Arias de Saavedra. Compuesta inicialmente por treinta y tres caballeros seglares en memoria de los años que Jesucristo estuvo entre los hombres vestido de su santísima humanidad, el número de sus componentes se amplía a setenta y dos con las adiciones que en 1884 se hacen a las constituciones de 1863. Por decreto de 9 de septiembre de 1889, el obispo Ramón Torrijos, a solicitud de la Esclavitud, convierte en ilimitado el número de miembros, lo que se recoge en las nuevas constituciones de 1892», se expone en el portal web.

La hermandad ha vivido anclada hasta hoy en el enfoque de aquel tiempo y en esa presencia exclusivamente masculina. El ámbito más visible de su actividad es la custodia del Cristo de La Laguna, una de las imágenes religiosas de mayor devoción en Canarias, y la organización de actos en su honor, tanto en las fiestas de septiembre como en Semana Santa. «Desde las constituciones de 1659 se establecen como cultos públicos principales el acompañamiento a la Santa Imagen el Viernes Santo de madrugada y la celebración de la fiesta principal en el mes de septiembre, en conmemoración de la exaltación de la Santa Cruz», indica la entidad. «Hasta el año 1930 se encargó de la organización de los festejos religiosos y populares que la ciudad celebraba en honor del Santísimo Cristo en el mes de septiembre, fecha en la que se acuerda desentenderse en lo sucesivo de las fiestas populares, pasando a ser de responsabilidad municipal».

Franco fue miembro

La Esclavitud ostenta desde la fundación de 1659 el título de venerable, al que se le une el de real por una real orden de Alfonso XIII, con fecha de 29 de diciembre de 1906, y el de pontificia, concedido por el papa Pío X el 15 de febrero del año 1908. Entre sus miembros, y con el título de esclavos mayores honorarios y perpetuos, se encuentran el rey Alfonso XIII, el dictador Francisco Franco y los reyes Juan Carlos I y Felipe VI.

«La Pontificia, Real y Venerable Esclavitud del Santísimo Cristo de La Laguna es, desde hace más de tres siglos, parte de la historia de la Iglesia y de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Esa incidencia en la historia y peso propio dentro de ella viene marcada por sus orígenes, desde 1659, pero inevitablemente marcada por otras tres fechas cruciales», apunta el colectivo en la web, antes de precisar que esos hitos son la llegada del Cristo de La Laguna y las concesiones de los títulos de real y pontificia.

Esta asociación religiosa cuenta con miembros que se adhieren al colectivo por fe o promesas, en unos casos, o por tradición familiar, en otros. La organización, y sobre todo su cúpula directiva, ha mantenido un estrecho vínculo con la alta burguesía local. El profesor universitario de Psicología Juan Martínez Torvisco, que intentó ser esclavo mayor en 2016, se refirió en aquel entonces a eso último. «La Esclavitud nace originalmente mixta porque a Cristo se le ama desde todas las posturas y desde todas las condiciones. De repente, los pudientes de La Laguna pretenden que sea un rincón solo para ellos y expulsan a las mujeres. Cambian los estatutos y las mujeres desaparecen», expresó.

«Se van sucediendo los esclavos mayores, tenientes esclavos y secretarios casi que por sagas familiares», analizó Martínez Torvisco, que también fue concejal del Ayuntamiento de La Laguna. «Hay que acercar el Cristo a los esclavos y a la sociedad lagunera y canaria; debe dejar de ser una especie de reliquia que tenemos ahí los de la Junta de Gobierno y que nadie más se puede aproximar. No puede ser el Cristo de unos pocos; tiene que ser el Cristo de todo el mundo», abogó durante un caldeado proceso electoral que a la postre supuso la llegada al cargo del actual máximo responsable del colectivo, Francisco José Doblas González de Aledo.

Pasos sin resultado

Desde aquellas elecciones, y en lo concerniente al acceso de la mujer, el colectivo fue anunciando pasos mientras que iba transcurriendo el tiempo. En 2017, tras un encuentro celebrado entre los responsables de la hermandad y dos representantes del sector femenino interesado en incorporarse, la entidad convocó una reunión extraordinaria de antiguos esclavos mayores para, dijeron, abordar el cambio. El acuerdo fue que dos miembros estudiasen la petición para disponer de un informe que se trataría en una nueva cita. La lentitud del proceso y la ausencia de efectos prácticos, así como los reiterados desplantes por parte del Obispado de Tenerife, fueron llenando la paciencia de María Teresita Laborda, la mujer que insiste desde 2008 en formar parte de la Esclavitud.

Laborda optó durante años por la presentación de escritos de solicitud y la petición de apoyo a la Diócesis, hasta que, harta, interpuso una denuncia por vulneración de derechos fundamentales, germen de lo que ha venido posteriormente. Primero fueron dos sentencias (en primera instancia y en la Audiencia Provincial) favorables al acceso femenino y, esta semana, la del Supremo en sentido contrario.

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