A veces queda medio en el olvido que Valle de Guerra también tiene costa. Se trata de una zona con evidentes atractivos naturales y que, además, ha incorporado algunas mejoras en sus dotaciones. Es un lugar distinto, caracterizado por lo natural de sus espacios de baño y donde prima la tranquilidad.

La Punta del Hidalgo y Bajamar son los lugares más frecuentados de la costa lagunera. Se trata de dos enclaves especiales, ideales para desconectar, y también conocidos y concurridos. Jóver, en Tejina, se queda algo más al margen de los circuitos playeros habituales. Y después está La Barranquera, en Valle de Guerra, el menos nombrado de los rincones costeros del municipio. Pero no por ello menos destacado ni exento de encantos. Lo natural de sus zonas de baño y el toque marinero del pueblo hacen de él un punto que merece una visita.

La Barranquera ha sido objeto de noticia en las últimas fechas, después de que el Ayuntamiento de La Laguna informase de que había culminado la rehabilitación de la zona de servicios para ofrecer mayor comodidad a la ciudadanía. «Esta intervención se suma a las ya realizadas con anterioridad para que los vecinos y visitantes puedan disfrutar de un enclave costero de calidad y bien dotado, con una imagen cuidada y un equipamiento moderno y funcional que satisfaga las necesidades de los bañistas y llame la atención de nuevos turistas», expresó la concejala de Playas y Piscinas, Cristina Ledesma.

Como en la mayoría de núcleos costeros, el verano es el gran momento de La Barranquera, más si cabe en días de calor como los de esta semana. El pasado lunes a media mañana, el parquin de tierra con el que cuenta este núcleo lagunero estaba prácticamente lleno. «Es la segunda vez que vengo. Soy de Santa Cruz y, después de una visita el año pasado, animé hoy a unas amigas a pasar aquí el día de playa porque me pareció que habría menos gente que en otros sitios y porque, además, es una playa que tiene un rollo que me gusta», expresaba Teresa González, que acababa de aparcar y que ponía rumbo a la playa junto a dos amigas. El acceso tiene la peculiaridad de que discurre entre invernaderos, y en eso se detuvo la joven: «Como solo había venido una vez, pensé por un momento, cuando me vi bajando por tanto invernadero, que me había equivocado de camino».

Desde donde se aparca a la zona de baño principal hay unos pocos metros de distancia, mientras que, si se opta por ir a un charco cercano, es necesario atravesar por un sendero. Cerca de allí, un hombre pescaba en una roca. La tranquilidad del sitio se ponía de manifiesto en una pequeña cancha de voleibol, en la que el balón había quedado en el suelo sin miedo a que alguien se lo llevara. «Yo vengo todos los años algún día. Tengo unos familiares que, cuando yo era joven, tuvieron una casa aquí y venía a visitarlos, y le cogí cariño a esta zona», explicaba Juan Antonio, un vecino de San Benito. «Yo siempre que vengo salgo como nuevo», añadió, antes de celebrar que poco a poco hayan ido haciendo mejoras porque el lugar se encontraba «demasiado deteriorado».

El otro ‘balneario’ de La Laguna

En torno al embarcadero

La mayor parte de los bañistas se suelen situar en los alrededores del embarcadero. Según lo que explicó el Ayuntamiento en la nota de prensa enviada recientemente con las actuaciones, allí se ha incorporado una nueva escalera de acceso al mar. El resto de trabajos, indicaron desde la institución local, han consistido en la instalación de módulos de almacenamiento para que los pescadores profesionales guarden sus artes, aparejos y utensilios, y en la renovación de los servicios públicos. Ledesma subrayó la importancia de esta última intervención por «la mejora que implica para los usuarios, que se quejaban del estado tan deteriorado en el que se encontraban los aseos». Y añadió: «Con esta actuación damos respuesta a esa demanda, ofrecemos mayor comodidad y garantizamos un funcionamiento adecuado, ya que las canalizaciones de agua estaban putrefactas y había piezas de baño inservibles». Aparte de sustituir esos elementos, también se colocó nuevo pavimento antideslizante, se acondicionó la madera y se pusieron azulejos y espejos, entre otras tareas.

Una imagen de la Virgen del Carmen se encuentra en un pequeño paseo marítimo, en el que llamaba la atención el lunes, muestra de la familiaridad del lunes, un tendedero con ropa en la calle. «Me gusta bastante», expresó sobre el entorno en su conjunto Juan Roselló, valenciano, de vacaciones en la Isla con su familia. «Solo estamos por aquí de pasada. Ayer estuvimos en el Puerto de la Cruz y hoy nos vinimos a ver esta zona de costa, que nos habían dicho que era diferente», apuntó. «La verdad es que todo Tenerife nos está gustando mucho y, sobre todo, nos está permitiendo desconectar», resaltó.

«Todo el paisaje de la zona está salpicado de invernaderos hasta llegar a la costa, donde destacan pequeñas calas con playas de callaos, la más conocida la de La Barranquera, declarada Bien de Interés Cultural con categoría de zona arqueológica, frecuentada sobre todo por la gente del lugar y que tiene acceso señalizado», ensalza la web turística municipal.

El otro ‘balneario’ de La Laguna

Bañistas que se conocen

Precisamente en la presencia de gente local es en lo que se detuvo Alberto Díaz. Tiene 34 años y decidió pasar el lunes junto a su pareja en esta zona de playa. «Vengo con cierta frecuencia y siempre hay mucha gente de la Comarca; el ejemplo más claro es fijarse y ver que no es extraño que la gente hable entre sí, se salude, vaya junta a bañarse... Eso no ocurre en otras playas. Tú vas a Las Teresitas y no te encuentras a uno hablando con el que tiene la toalla al lado. El motivo es que aquí muchos se conocen», analizó. «Tengo que reconocer que a mí me costó un poco cogerle el punto, porque vienes, te encuentras todos los invernaderos, el solar en el que se aparca... y parece que esto es una huerta más que una playa, pero, cuando conoces de verdad el sitio y su tranquilidad, la cosa cambia, o por lo menos esa ha sido mi experiencia», señala este vecino del municipio de Tegueste.

Se da la circunstancia en La Barranquera de que el sitio tiene un atractivo fuera de lo común: alberga nada menos que una zona arqueológica. «Se localiza sobre un acantilado costero, extendiéndose desde el nivel del mar hasta una cota que oscila entre los 25-70 metros sobre el nivel del mar, al oeste del núcleo habitacional de La Barranquera, entre el Barranco del Tanque y el Barranco de Chamorro, en la costa de Valle Guerra. Se distinguen dos grandes sectores separados por el promontorio lávico de la Punta del Jurado, que se adentra en el mar», describe la web del Gobierno de Canarias en su apartado dedicado a los Bienes de Interés Cultural. Uno de los puntos clave son las cuevas de El Calabazo, al sur de la Punta del Jurado. Este complejo de cuevas se encuentra situado «en el tracto superior del acantilado, por debajo de una pista agrícola e invernaderos adyacentes».