Trabajo, alegría y amor. Esas fueron las tres cosas por las que rogaron los tejineros a su patrón San Bartolomé, en el día grande de sus fiestas. Así, Tejina celebró la Fiesta de los Corazones con una sencillez a la que pocos están acostumbrados, pero que se ha hecho indispensable debido a la actual crisis sanitaria, y por segundo año consecutivo, este pueblo lagunero ha tenido que vivir esta fiesta con contención. Aunque sin el gentío de otras ocasiones, en las que las calles de Tejina bullían de vida desde bien temprano, ayer por la mañana solo había algunos signos que mostraban que uno de los principales actos de las fiestas iba a empezar.

La calle de Abajo porta su corazón por la plaza. Andrés Gutiérrez

Pasadas las nueve de la mañana, una pequeña representación de las calles de Abajo, Arriba y El Pico llegaron a la plaza de la Iglesia de San Bartolomé portando unos corazones considerablemente más pequeños que los que suelen fabricarse habitualmente, aunque con el mismo esplendor de siempre. Y ello se debe a que desde el año pasado estas obras de arte no se exponen en la plaza –con la consiguiente fiesta que acompaña a su izado– sino que se muestran en el interior del templo tejinero, por lo que su escala debe ser menor.

El corazón de la calle de Arriba A. Gutiérrez

Gracias a actos como este, los vecinos volvieron a lucir sus coloridas camisetas –verde para los de El Pico; naranja para la calle de Arriba; y amarillo, para los de la calle de Abajo– y demostraron que el pique entre ellos se limita únicamente a una antigua tradición puesto que durante la mañana se sucedieron los abrazos entre todos estos laguneros que se congregaron en la Iglesia. Los tejineros, conscientes de la delicada situación sanitaria, cumplieron todas las normas establecidas y no fue demasiada la gente se congregó dentro del templo cuando dio comienzo la ofrenda pasadas las nueve y media de la mañana.

El Pico saca de la camioneta el corazón que confeccionó este año. A. Gutiérrez

Precisamente en esas tradicionales camisetas se pudieron leer algunos de los deseos de los tejineros para estas fiestas. Por quien ya no está y por quien sí es lo que se veía en las espaldas de los vecinos de la calle de Abajo, y fue también por lo que rezaron los asistentes a la Iglesia tras la ofrenda de los corazones, que entraron en este enclave bajo una lluvia de aplausos.

Tal y como apuntaron los vecinos que se encargaron de dirigir las oraciones durante la mañana, «los corazones de nuestro barrio apuntan al cielo, haciéndonos estar más cerca de San Bartolomé», dijeron minutos antes de que los representantes de las tres calles dejaran sobre las imágenes del santo y de la Virgen de la Encarnación pequeños panes a modo de ofrenda. «Con estos panes y con estas frutas damos las gracias a Dios porque nunca nos ha negado el sustento», continuaron y solicitaron a todos los vecinos que «esta tradición nunca caiga en el olvido porque estos corazones son el orgullo de todo nuestro pueblo».

Tras estas plegarias, los corazones fueron colocados en los soportes dentro de la Iglesia, una labor mucho más sencilla que la que deben realizar los vecinos cuando estas obras de arte se alzan sobre los mástiles de la plaza de San Bartolomé y protagonizan la emblemática carrera para ver quién es el más rápido. El párroco del templo, Daniel Padilla, tildó la jornada como «un día de encuentro y convivencia» que inevitablemente se vivió de manera diferente en los hogares de los tejineros. «Aunque los corazones no estén colgados en la calle, sí lo están en el corazón de cada uno de nosotros», afirmó el cura quien concluyó que fue «un día de gozo y alegría contenida», una idea que fue compartida por todos los asistentes quienes, no obstante, están deseosos de que las fiestas vuelvan a lucir con todo el esplendor del que presumían antes del inicio de esta crisis sanitaria, que ya ha robado unas fiestas normales durante dos años.

Celebraciones diferentes

El alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, agradeció a la asociación que se encarga de la conservación y difusión de esta destacada fiesta declarada Bien de Interés Cultural por sus altos valores etnográficos y antropológicos, así como al resto de personas que participan en la preparación de estas bellas ofrendas, «la implicación y el compromiso depositados, a pesar de las dificultades actuales». Por su parte, el concejal lagunero de Fiestas, Badel Albelo, no faltó a los actos solemnes y felicitó a los tejineros por cumplir con todas las normas de carácter sanitario.

La jornada festiva continuó por la tarde con la liturgia de las siete de la tarde, así como con el acto de la XXXV Exaltación a los Corazones, que se celebró en el Teatro Unión Tejina y en la que participó el timplista majorero Domingo El Colorao. Finalizaron así unas fiestas diferentes en las que sin embargo no faltaron actos como la coronación de la reina durante la Fiesta del Arte. En esta ocasión, la corona fue para Carmen Delia Perdomo, quien ostenta este título desde 2020 debido a las limitaciones de la pandemia. La joven tejinera estuvo acompañada por sus cuatro damas de honor: Andrea Izquierdo, Nayara Hernández, Yaiza González y Sofía Hernández quien ayer tampoco faltaron a los últimos actos de las festividades tejineras.