Tato se enamoró a primera vista de Bajamar y la Punta del Hidalgo. Afirma que, tras perder su empleo como capataz de la construcción en 2009, viajó a la Isla y vio desde el avión unas olas que lo encandilaron. Y hasta hoy. Allí trabaja como artesano de tablas de surf, abrió una tienda y ahora ha puesto en marcha la Sala Cultural y Galería de Arte Gran Azul, donde pronto reeditará la propuesta Un verano sin fin.

Fotogramas, vídeos antiguos, documentos escritos y hasta el contenido de una de las 50 cajas que se repartieron por el mundo con material original de The Endless Summer, el primer documental de búsqueda de olas. Esas son solo algunas de las joyas que se han mostrado en la segunda iniciativa de la Sala Cultural y Galería de Arte Gran Azul, en Bajamar. Se trata de productos que han sido recopilados durante décadas y detrás de los que existe una historia, si cabe, más llamativa. Su protagonista es Jesús Dionis, más conocido como Tato, un melillense que se enamoró de la costa lagunera y que ha encontrado allí su lugar.

El museo del surf de Bajamar

Tato es shaper (artesano de tablas de surf) y también cuenta con una tienda en el número 144 de la carretera general a la Punta del Hidalgo: Tato Surfboards Bajamar, donde ofrece venta y alquiler de productos de surf, así como souvenirs creados por artistas. Según explica, su afición por este deporte y por el coleccionismo de material antiguo germinó en su Melilla natal. La película El gran miércoles lo marcó y después aprendió a surfear en la playa de San Lorenzo. Ya con unos quince años realizó sus primeros viajes en busca de olas a la ciudad de Mehdia, en la región de Kenitra, en la costa atlántica marroquí. Pasaron los años y vinieron posteriormente el trabajo, las obligaciones... y un revés laboral en 2009 que lo dejó sin su cargo de capataz de la construcción. Optó entonces por regalarse un viaje de diez días a Tenerife. Y aquella pequeña aventura va camino de once años.

El museo del surf de Bajamar

Lo suyo con Bajamar y la Punta del Hidalgo fue un flechazo. «Me enamoré del lugar en el avión. Me acordaré toda la vida. Una mañana soleada, llegando a la Isla, avisté un pueblecito costero a las faldas de una montaña y con unas olas impresionantes», rememora Tato. «Le pregunté a la señora del asiento de al lado si era tan amable de decirme si conocía el nombre del pueblo. Ella me respondió súper amable: ‘Sí, mi niño; eso es la Punta del Hidalgo y Bajamar, y se come ahí un pescado maravilloso’. Me bajé del avión, cogí un taxi y le pedí que me trajera a Bajamar», afirma. Después invirtió los «pocos recursos que tenía» en la creación de un taller para ofrecer servicio de reparación y elaboración de tablas.

El museo del surf de Bajamar

La tienda y la galería

El establecimiento comercial y la galería vinieron más tarde. En ellas se respira surf y parecen haber encajado bien en el entorno. «¿Cómo va eso, Tato?», le pregunta un vecino que pasa por allí. «¡Venga, Tato!», lo saluda al rato otro también de cierta edad. El perrito Luigi merodea por la tienda. En origen, el establecimiento era un espacio amplio y diáfano, pero la suspensión de los actos culturales debido al confinamiento llevó a su propietario a liarse la manta a la cabeza: «La dividí en dos y creé una galería de arte y centro cultural». El primer evento se celebró en diciembre del pasado año y estuvo centrado en la historia del surf y, más concretamente, en los pioneros de esta actividad en la zona. La segunda iniciativa se expuso entre el 21 y el 26 de junio bajo el título Un verano sin fin, un proyecto que nació a raíz del aniversario de la primera proyección de The Endless Summer. La próxima parada, consecuencia del éxito de la anterior cita, será una extensión de aquella. Concretamente, está prevista entre el 21 y el 25 de septiembre otra emisión del citado documental, así como proyecciones y charlas sobre la mujer en el surf y la historia del bodyboarding en el Archipiélago.

La acción ha sido posible gracias al Gobierno de Canarias, el Instituto Canario de Desarrollo Cultural, Canary Islands Film, el Ayuntamiento de La Laguna y el área de Cultura del Consistorio lagunero. Tato destaca que durante la principal propuesta de las jornadas, que fue la proyección de algunas de las películas de Bruce Brown, se transmitió simultáneamente a través de las redes sociales y contó con reproducciones en hasta cinco países: Portugal, Francia, Reino Unido, Italia y Australia. Próximamente, una vez que termine el acto previsto para septiembre, tiene planeado que su espacio de arte acoja una exposición de Louis Lambert, alias 3ttman, un grafitero de reconocido prestigio afincado en Bajamar.

El responsable de la sala Gran Azul no es nuevo en el ámbito de lo expositivo. Durante años ha intentado llevar su colección por municipios y expresa que también ha mostrado parte de ella en el centro experimental para la creación contemporánea Madrid Matadero, en Berlín y en Lisboa. Si lo que ahora tiene en marcha presenta un aire de museo, su verdadero deseo es montar una instalación permanente de este tipo con todo su material. Entre otros objetos, dispone de 400 tablas antiguas desde los años 50 hasta los 90 del siglo pasado, así como de más de 1.000 artículos de pared de distinta importancia. Añade que un ejemplar del primer libro de la historia en el que se hace referencia al surf, de 1872, y la primera revista sobre este deporte, de 1960, también integran su archivo. Tato Dionis detalla que el material que ha ido acumulando es el resultado de 30 años de coleccionismo.

El sueño del museo

«El Ayuntamiento de La Laguna ya ha realizado los primeros movimientos para la creación de un museo», señala sobre un recinto que podría convertirse en el más importante de España y de toda Europa. Se da la circunstancia, además, de que la costa lagunera es un lugar óptimo para una iniciativa de esta naturaleza. Y es que, recuerda, el inicio del surf en la Isla está allí: «Empezó en la Punta del Hidalgo en 1969 gracias a cuatro norteamericanos procedentes de la costa este de Nueva York, lo que marcó un antes y un después en la cultura y sociedad del pueblo».

Cuando se le pregunta por la situación actual, expone que el turismo que está dando la salvación a la zona es el surfero. Y agrega: «Están viniendo jóvenes de todos los lugares y residiendo aquí». Ahora bien, admite que la covid y la crisis económica derivada de las restricciones le han generado pérdidas y que también le ha perjudicado tanto a él como a otros comerciantes el cierre del camino de El Lobo. «No podemos esperar otra temporada», indica, y apunta que el Ayuntamiento está intentando la reapertura.

Como contrapeso a los quebraderos de cabeza que le ha creado la pandemia, una alegría: él y su negocio han sido incluidos en la guía Surf&Stay, de la periodista de viajes, arquitecta y surfista belga Veerle Helsen, sobre lugares en los que surfear, y donde la costa lagunera comparte espacio con Cornualles, Flandes Occidental o el Sur de Bretaña, entre otros santuarios del surf. «Al alcalde le dije que Bajamar y La Punta están entre los diez mejores destinos del mundo para la práctica del surf y del longboard, la tabla larga», afirma con rotundidad y pese a haber recorrido mundo en busca de lugares en los que surfear. «Agradezco al pueblo canario por ser como es y por la gran acogida que tuve», añade Tato, que disfruta al hablar del litoral lagunero y sus olas. Las paladea: «Me gusta la de El Lobo, que es de izquierdas, y la de El Callao, en El Arenal, que es de derechas, súper larga, idílica».