La Laguna retira los últimos reconocimientos al franquismo de su espacio público. Después de que el dictador Francisco Franco dejara de ser Medalla de Oro de la ciudad o la calle Herradores dejara de llamarse General Franco, el Ayuntamiento aprobará este jueves una moción en el pleno para que dos calles dejen de llevar nombres de personajes del franquismo: Manuel Lora-Tamayo y Narciso de Vera Marrero. Además, se retirarán los retratos de una sala de las Casas Consistoriales anexa al salón de plenos de los alcaldes durante la dictadura «por su activa colaboración en la represión, depuración y vulneración de cualquier legalidad democrática».

La moción que recibirá hoy el visto bueno, propuesta por los tres partidos que gobiernan el Consistorio de Aguere –PSOE, Unidas Se Puede y Avante–, también insta al Obispado de Tenerife a eliminar dos placas alusivas a la dictadura de las iglesias de La Concepción –en el casco histórico– y Valle de Guerra. Con estas medidas, el Gobierno lagunero culmina la aplicación en el municipio universitario de la ley de la memoria histórica, aprobada en 2007 por el Gobierno central a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura.

El caso más significativo es el de la calle Lora-Tamayo al tratarse de una de las principales entradas a la ciudad Patrimonio de la Humanidad. Según apunta la moción –firmada por los ediles Yaiza López (PSOE), Rubens Ascanio (Unidas Se Puede) y Santiago Pérez (Avante)–, este político franquista andaluz fue presidente de la Comisión Depuradora del Magisterio en Sevilla desde 1937, en los años más fervientes de Queipo de Llano –militar golpista– en la ciudad. «No era responsable directo del fusilamiento de casi una treintena de profesores, pero sí conocedor de estas ejecuciones, en las que no hubo ni siquiera juicio», tal y como apunta el historiador José Montaño en el reciente artículo Lora-Tamayo, el depurador de maestros del franquismo que continúa dando nombre a tres colegios andaluces, citado en la moción por sus proponentes.

Manuel Lora-Tamayo fue ministro de Educación y Ciencia durante el franquismo (1962-1968), uno de los motivos que justifican que se le diera el nombre de una de las principales entradas de La Laguna. El experto recuerda en el artículo un caso muy significativo: el de Francisco Ruiz López, maestro cacereño, fusilado a bocajarro en plena sierra sur de Sevilla en septiembre de 1936. Poco se conoce de lo ocurrido aquellos días que acabaron con la vida de este maestro de tan sólo 26 años. Montaño explica que acababa de «regresar de su localidad de origen» y que probablemente, según algunas fuentes orales, sus alumnos presenciaron su muerte. Lora-Tamayo elevó al Ministerio de Educación que «falleció en los primeros días del Glorioso Alzamiento y se elevó a dicha Comisión tres años después», en 1939, año que finalizó la Guerra Civil.

El segundo franquista que dejará de dar el nombre a una calle lagunera, en este caso del barrio de La Cuesta, es el del tinerfeño Narciso de Vera Marrero, periodista y activo representante de los sectores conservadores laguneros, afiliado a Falange Española desde febrero de 1938, aunque ocupó previamente, desde 1931, el puesto de concejal monárquico primero y primer teniente de alcalde en enero de 1936, como conservador. El 18 de julio de 1936, el día que comenzó el golpe de estado de Franco precisamente en Canarias, donde el dictador había sido capitán general, Narciso de Vera fue uno de los voluntarios que apoyaron el alzamiento militar contra el gobierno democrático republicano.

Participó en el ataque al Gobierno Civil –actual Delegación del Gobierno central– ubicado entonces en la plaza de La Candelaria de Santa Cruz de Tenerife. Fruto de ello se le reconoció entre los merecedores de la medalla de bronce de la ciudad, otorgada por el pleno en la etapa franquista. Es un reconocimiento que también se retirará según exige la moción que será aprobada hoy. El papel de Narciso de Vera en los círculos franquistas de La Laguna lo llevó a ser incluso alcalde, cargo que ostentó desde el 18 de octubre de 1949 al 25 de noviembre de 1950. Por eso fue reconocido con una calle ubicada en La Cuesta.

Hacer cumplir la ley

Rubens Ascanio, concejal de Bienestar Social por Unidas Se Puede y uno de los firmantes de la moción, defiende que el espacio público «no pueden mantener los reconocimientos a personas que defendieron la privación de libertades y el uso masivo de la violencia para poner fin a una democracia y sustituirla por una dictadura». «Pero, por encima de todo, es una cuestión de hacer cumplir una ley, la de memoria histórica, aprobada en el Congreso». Ascanio recuerda que La Laguna ha sido un municipio «adelantado» en la eliminación de las menciones franquistas, incluso antes de la aprobación de esta norma. «Ya desde el regreso de la democracia, con Pedro González como alcalde, el Ayuntamiento comenzó a retirar menciones al franquismo de su espacio público».

En cuanto a la petición al Obispado, Ascanio aclaró que «no es la primera vez» que se pide al organismo que representa a la iglesia católica en la provincia tinerfeña, con sede en La Laguna, que retire dos placas que honran al régimen militar en dos de sus sedes. Una de ellas se encuentra en el interior de la iglesia de La Concepción, en pleno casco histórico. En la placa de mármol se lee lo siguiente: «La reconstrucción de esta iglesia matriz se debe a la decisión personal del Jefe del Estado español, Don Francisco Franco Bahamonde, que tomó a su cargo rescatar para la historia isleña esta joya de nuestro acervo artístico, siendo obispo de la Diócesis, el Dr. D. Luis Franco Cascón». «Al valorar dicho procer y magnífico gesto, en constancia de inmensa gratitud, se coloca esta lápida para perenne memoria de tan fausto acontecimiento», añade.

La otra placa que menciona la moción se encuentra en la fachada de la iglesia de Valle de Guerra. «Caídos por Dios y por España. José Antonio Primo de Rivera», recoge la pieza, en la que también figuran otros doce nombres. «Es una inscripción que ensalza a aquellos que participaron en el lado de los golpistas en 1936 y que, evidentemente, tendrá que ser modificada, como ha sucedido en otros municipios, en los que han desparecido por completo esas inscripciones o han sido cambiadas», expresó Rubens Ascanio.