El Cabildo de Tenerife y el Obispado Nivariense presentan los trabajos de mejora ejecutados por la restauradora Carmen García Díaz, incluso sorteando el tiempo de confinamiento, dentro del convenio de colaboración entre las entidades para el cuidado del patrimonio histórico. 

La Catedral de La Laguna cuenta desde ayer con un motivo añadido para visitar el templo tras la presentación, ayer, de la restauración ya finalizada del mayor retablo de Canarias de estilo rococó, que preside la Virgen de Los Remedios, no solo titular de la parroquia donde está la sede catedral, sino también patrona de la Diócesis y de Tenerife.

Con el deán de la catedral, Juan Pedro Rivero, como maestro de ceremonia, tomó la palabra el director insular de Patrimonio Histórico del Cabildo, Emilio Fariña, quien elogió las características del retablo, excepcional y de exquisita ejecución, cuya mejora ha sido posible gracias al convenio de colaboración entre el Cabildo y el Obispado de Tenerife para el periodo 2016-2020, una joya del arte barroco, al ser el mayor de Canarias, obra de Antonio Francisco de Orta y protegido como BIC con la categoría de monumento y que ahora, con su restauración, está para el disfrute del patrimonio cultural.

Antes de que tomara la palabra la artífice de la restauración, Candelaria García Díaz, el deán de la Catedral amenizó la espera de las tareas de higienización del atril aportando el dato de que la imagen de Los Remedios vestía ayer, precisamente, un traje de época, acorde con el patrimonio textil que se custodia en el templo.

En su intervención, Candelaria García reconoció el honor y la emoción que le suponía presentar la finalización de la restauración de un retablo que se finalizó en 1715, de estilo rococó, obra de Antonio Francisco de Orta, un lagunero de Tejina que elaboró las tallas con madera de cedro y la estructura, en tea. Después de hacer un repaso por las técnicas utilizadas para hacer un diagnóstico del estado y las patologías, fue contundente a la hora de asegurar que el retablo se encontraba bastante más deteriorado de lo que se percibía inicialmente.

La restauradora estableció tres períodos críticos: el cambio de presbiterio en la parroquia de Los Remedios, lo que obligó a alterar su disposición alterando la estética de la estructura porque no cabía; la construcción de la catedral y, como tercer momento que afectó a esta joya del barroco, la rehabilitación del templo, que se prolongó desde 2002 hasta 2014 y que provocaron que se deteriorara más aún. Desde su construcción, advirtió, ha sufrido sustituciones de riostras y vigas hechas con maderas de peor calidad que se encontraban deterioradas por el ataque de insectos y de la humedad.

Hasta piezas como cornisas, molduras o brazos de ángeles ya habían caído; las columnas presentaban pérdidas muy notorias y muchos elementos estaban colocados de cualquier modo por los bajos del retablo, hasta el punto de encontrar grietas, retintes de purpurina y pinturas de muy mala calidad, entre cableado eléctrico inadecuado y, sobre todo, mucha suciedad y muchos escombros. De ahí que la restauradora asegurara que gran parte del deterioro fue por la intervención humana.

Mejor conservar que restaurar

La responsable de la mejora del retablo reivindicó la máxima de que «es mejor conservar que restaurar», y precisó que se procedió a la reposición y ordenación de los elementos que faltaban o estaban en emplazamientos diferentes al que ideó su autor.

También hizo una diferencia entre el retablo y las siete tablas flamencas que se distribuyen en él, que ya fueron restauradas en 1973. En esta intervención solo se procedió a la limpieza superficial, recordando, incluso, que fueron expuestas al público mientras el equipo de rehabilitación procedía a recordar la estructura interna del retablo, un trabajo que no se ve, al igual que ocurre con la limpieza trasera, que acumulaba gran cantidad de escombro. Junto a Candelaria García intervino su equipo, entre los que se encuentra su hermano, carpintero, así como un escultor y otros profesionales que también permitieron la mejora de la hornacina.

Tras la intervención de la restauradora, llamó la atención la intervención del alcalde, Luis Yeray Gutiérrez, quien renunció al discurso que había preparado por escrito para «hablar desde el sentimiento», como reconoció, para referirse al orgullo que sentía como lagunero y tinerfeño por la relevancia de esta joya, que aporta valor añadido a la ciudad y expone el cariño con el que intervino la restauradora. «Evidencia el compromiso de que no nos olvidamos del patrimonio histórico y cultural».

El obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, recordó que esta actuación es fruto a los convenios que desde el área de Patrimonio Histórico de la Diócesis, que dirige Miguel Ángel Navarro, están firmados con los cabildos de la provincia tinerfeña. «Además, es una muestra de que ofrecemos al visitante algo más que sol y playa, a la vez que nos beneficiamos, porque nos ayuda a vivir la fe. En ese retablo hay algo más de lo que se ve: la fe de miles de personas», destacó.

También el presidente del Cabildo, Pedro Martín, mostró su satisfacción por este «recreo para el espíritu», como definió de forma metafórica el retablo, rememorando a cuantas generaciones han disfrutado de este sitio, de esta joya del patrimonio que mantiene vínculos en un lugar especial. «Disfruten de este patrimonio recuperado», invitó a todos.