Desde el momento de la conquista y la fundación de la ciudad el 27 de julio de 1496, San Cristóbal de La Laguna fue un lugar estratégico para los castellanos. De una gran laguna manan los primeros asentamientos de Aguere, un lugar húmedo, fértil y seguro al estar alejado de la costa. De ahí que fuera la primera capital de la Isla gracias a tan preciado recurso y localización. Manantiales, canales, pilas y lavaderos donde canalizar y aprovechar este bien tan preciado eran el centro de la sociedad lagunera desde los orígenes. Pero poco queda más allá de relatos, crónicas y planos con 5 siglos de antigüedad de autores como Leonardo Torriani, ingeniero enviado por la corona castellana para analizar las defensas de la Isla y autor del mapa más antiguo de La Laguna, que data de 1588. De las fuentes originales solo quedan sus nombres.

La ruta de los manantiales que crearon La Laguna

Estos son los lugares en torno a los que gira la Ruta del Agua, un recorrido guiado y gratuito organizada por la Concejalía de Patrimonio Histórico y que recorre desde el 21 de abril –la actividad continuará todos los miércoles y jueves de este mes de mayo y junio, en horario de 17:00 a 19:00 horas– los principales puntos de interés de la fatídica evolución del agua en la ciudad. Gracias a estos manantiales –como el de Madre del Agua, el primer punto de abastecimiento de agua tras la fundación de la ciudad hace 525 años y canalizado hasta la plaza del Adelantado– y a fuentes y pozos privados, la población pudo abastecerse desde los inicios.

La ruta de los manantiales que crearon La Laguna

La ruta comienza en dicha plaza y discurre por lugares emblemáticos del casco histórico como la plaza de La Concepción o el Camino de las Peras, donde se encuentra aún a día de hoy el lavadero al que acudían las mujeres. Aguere era un lugar privilegiado para la ganadería y la agricultura. La gestión de las fincas y las formas de solventar los desniveles fueron grandes retos para conducir el agua. Estos son los principales puntos de la ruta:

La ruta de los manantiales que crearon La Laguna

Plaza del Adelantado.

La Ruta del Agua arranca en la icónica plaza del Adelantado, que recibe su nombre por la cercanía de la residencia del primer adelantado, Alonso Fernández de Lugo, conquistador castellano de La Laguna. En la actualidad, en esa parcela se encuentra situado el convento de la Catalinas. La fuente que se encuentra en el centro de la plaza no es la original. Es del siglo XIX y fue fabricada en Italia. Por ella no fluye el agua de forma natural. Por la original, sí. Le llegaba desde el manantial de Madre del Agua, situado detrás de la plaza del Cristo. Por todo el recorrido de la calle Nava y Grimón fluía a través de canalizaciones abiertas que le daban sentido a su nombre original: Calle del Agua. Madre del Agua fue la primera fuente pública de la historia de La Laguna. En el siglo XVIII se llevó a cabo la perforación del pozo y posteriormente se realizó la canalización hasta Los Lavaderos. Este pozo acaba de ser reabierto por el Ayuntamiento para derivar su producción –agua no potable– a labores de limpieza y riego de jardines.

Plaza de los Remedios.

El recorrido avanza por la calle Deán Palahí hasta llegar a la plaza de Los Remedios, conocida como de la Catedral o los Patos. Durante el trayecto por los empedrados adoquines del callejón, la guía, Hortensia Ayala, comenta lo necesaria que es la imaginación para esta ruta pues se abordan elementos que ya no están. La plaza de Los Remedios es uno de los principales puntos sobre los que pivota el recorrido. Muchos proyectos para abrir fuentes o canales quedaban frustrados por los importantes desniveles. Fue el caso de la plaza donde se yergue la Catedral. Tras varios proyectos infructuosos, se acabó por llenar un estanque frente al templo donde poner vegetación ornamental y patos, que le dieron uno de sus múltiples nombres a la plaza. Ahora queda un estanque renovado sin patos.

Pila Seca (Plaza de La Concepción).

Subiendo las calles que nacen desde la plaza de la Catedral, el recorrido desemboca en otro punto clave: la Pila Seca. El desnivel que existía hacia las zonas que le correspondían a la Villa de Arriba hacía imposible llevar agua a los vecinos.

En el centro de la actual plaza de La Concepción descansa una fuente rebosante de agua que choca con este relato. Es una fuente que sustituyó a la pila original, en donde según los historiadores y los textos de la época nunca llegó a fluir el agua. Esto suponía un motivo de conflicto entre los vecinos de ambas villas –la de Arriba y la de Abajo– que veían cómo se agrandaba la brecha en torno al recurso más preciado del momento. Según el historiador Abreu Galindo, el principal método de abastecimiento del que se nutría esta zona debido a la falta de fuentes era la de la contratación de aguadores que se desplazaban a la Villa de Abajo en su busca. Gracias a la figura del Síndico Personero –similar al Diputado del Común– se denunció esta situación y queda constancia a día de hoy.

Plaza de los Bolos-Calle del Remojo.

Subiendo desde La Concepción el recorrido llega a la plaza de la Junta Suprema, más conocida como la plaza de los Bolos. Este es otro de los puntos de mayor interés ya que, según el mapa de Torriani, era el punto donde comenzaba la laguna que da nombre a la localidad. Tanto es así que en uno de los extremos de la plaza se encuentra grabado dicho mapa en una placa metálica entre las baldosas.

En esta zona tan cercana al lago abundaban las grandes casas que se abastecían mediante pozos privados. Esto supuso uno de los grandes problemas sociales de la época. Al ser un recurso limitado del que dependían todos, este tipo de prácticas privadas llevó a las élites del agua a especular con las personas que tenían menor capacidad adquisitiva. Para paliar este problema se acabaron instalando fuentes y abrevaderos para abastecer no solo a los habitantes de la zona, sino también al ganado, que era una de las principales actividades económicas de la época.

Tanta era la desigualdad y el abuso de recursos entre los siglos XVI y XVII que en esta etapa destacó por la gran cantidad de ordenanzas encargadas de regular el uso de las pilas y fuentes de aguas, porque las usaban indiscriminadamente animales y personas. También son llamativas las prohibiciones para usar las pilas para lavarse el pelo o para la limpieza de utensilios de cocina. El camino continua por la actual avenida Silverio Alonso, conocida en la antigüedad como la calle del Remojo. Como su nombre indica, este tramo en sus inicios estaba ocupado por el extremo de la laguna, que llegaba a medir hasta un metro de alto y ocupaba una superficie de seis campos de fútbol.

Vega Lagunera-Parque de la Constitución.

Esta parte de la ruta se mueve por el área donde el agua le ganaba a la tierra. Debido al estado de insalubridad en la que se encontraba –según cronistas llegaba a haber cadáveres de animales en descomposición– terminó siendo eliminada. El reparto de territorio y aguas restantes se hizo por la cercanía de los pozos privados, ya que el terreno que quedó al descubierto resultó especialmente fértil, dando lugar a la Vega Lagunera. Dentro de la zona desecada se encuentra el mucho más actual parque de la Constitución. Destaca que, antes de su construcción, ya era una zona mucho más orientada al ocio que al abastecimiento y en su interior se pueden apreciar las bocas de unos pozos ya tapiados. En su interior se encuentran los patos desplazados desde la plaza de Los Remedios y varios bustos de figuras históricas como el libertador venezolano Simón Bolívar o el libertador y escritor cubano José Martí.

Plaza del Cristo.

Acercándose al final del recorrido, el paso por la plaza del Cristo es obligado. Es importante porque ahí se localizaba el antiguo convento de los Franciscanos, que delimitaba el fin de la Vega Lagunera. Se trataba de un lugar tan importante que el adelantado Alonso Fernández de Lugo lo despiezó a través de las datas, autorizaciones de los Reyes Católicos para el reparto de tierras y accesos al manantial de Madre del Agua.

En esta zona además se localizaba el llamado Tanque Grande, que almacenaba el agua para toda la zona. Esta data incluía la explanada que da lugar hoy a la plaza del Cristo, la más grande de La Laguna. En este punto, cuando las aguas sufrían crecidas, los franciscanos de este convento y los de San Benito se llegaban a visitar utilizando barcas para cruzar la laguna, ya que las aguas eran navegables. De esas crecidas surgió el proyecto del primer alcalde democrático de La Laguna tras la dictadura franquista, el socialista Pedro González, de crear la Venecia Lagunera, una red de canales –algunos llegaron a ser construidos– por la que desplazarse en barca. La idea no cuajó.

Camino de las Peras.

La Ruta del Agua se guarda para el final uno de sus puntos de mayor interés: Los Lavaderos, muy cerca de la fuente de Madre del Agua, de la que se nutría. Situada al inicio del Camino de las Peras, este es uno de los pocos lugares para los que no hace falta tirar de imaginación pues las pilas de piedra para lavar la ropa se conservan. Es un pequeño recinto pintado de amarillo, techado y rehabilitado, al que acudían las lavanderas. Sigue cerrado a la espera de que se reabra a modo de lugar de interés patrimonial.

Llama la atención el hecho de que las vallas de las pilas se instalaran hace mucho tiempo, cuando era usado como lavandería manual. Y es que se tuvieron que habilitar medidas de protección para espantar a los hombres que acudían a importunar a las lavanderas. Durante la limpieza, cuentan los relatos que a las mujeres «se les veían los tobillos».