La cruz con la que los castellanos conmemoraron la victoria sobre los guanches, la ermita en la que una placa sitúa erróneamente los restos del mencey grancanario Tenesor Semidán, la casona en la que estuvo el famoso almendro del poema de Nicolás Estévanez –“Mi patria no es el mundo, mi patria no es Europa, mi patria es de un almendro; la dulce, fresca, inolvidable sombra”–, la escultura del mencey guanche Bencomo... Hay mucha riqueza patrimonial e histórica más allá del casco histórico lagunero. Para dar a conocer todo ese acervo no tan conocido como el de las calles peatonales, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1999, el Ayuntamiento de La Laguna ha organizado las visitas gratuitas guiadas In memoriam: la ruta de los menceyes, desde mañana hasta el 19 de septiembre.

Todos los puntos que recorrerá esta ruta están unidos por un acontecimiento que marcó los orígenes del municipio: la batalla de Aguere, en la que los guanches intentaron sin éxito repeler la invasión de los castellanos el 14 de noviembre de 1495. De hecho, los inmuebles y monumentos cuya historia darán a conocer las guías se emplazan en la zona en la que tuvo lugar el enfrentamiento armado, en los terrenos que hoy ocupan Barrio Nuevo, Gracia y las avenidas de Los Menceyes y Leonardo Torriani.

La batalla de Aguere es recordada por los historiadores como una de las más crueles de la conquista. Los castellanos no se dieron por vencidos tras la derrota de La Matanza de Acentejo y un año después volvieron a las costas de Achinet (nombre guanche de Tenerife) pero esta vez con la ayuda de Tenesor Semidán, conocido por los castellanos como Fernando de Guanarteme, el último rey aborigen de Gáldar, que ayudó a los conquistadores. Las fuerzas eran muy desiguales: los castellanos enviados por Alonso Fernández de Lugo –que ya había tomado Santa Cruz– y comandados por Bartolomé de Estopiñán contaban con 1.600 hombres; los guanches, se calcula con más de 4.000. Pero los invasores contaban con más medios –picas, alabardas, espadas, dagas, ballestas– que unos guanches que se defendían a pedradas y garrotazos.

Después de la victoria castellana y con Tenerife bajo control se empezó a levantar la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, que lleva ese nombre por constituirse el 27 de julio de 1496, festividad del santo Cristóbal y en conmemoración a la laguna que tenía la ciudad. Estas edificaciones ubicadas en el lugar de la batalla serán el objetivo del paseo que cuenta con todo detalle la lucha guanche y la creación posterior de la ciudad. La ruta transporta a los participantes a la vida de finales del siglo XV y arranca en la maqueta del núcleo original en el convento de Santo Domingo. Estos son los lugares que recorrerá In memoriam: la ruta de Los Menceyes según las explicaciones de Hortensia Ayala, guía y creadora de rutas; Elvira Jorge, edil de Patrimonio Histórico; Fátima Melián, técnica; y la guía Celia Bethencourt.

Capilla de la Cruz Verde.

La ruta comienza en esta pequeña capilla construida por un acontecimiento sombrío, situada en lo que antiguamente era la entrada a la ciudad, en el cruce de las calles Herradores y Barcelona. El escritor Alejandro Cioranescu, en 1700, explicaba que el lugar, antes de ser ocupado por una capilla, era una zona de descanso. Los transeúntes que viajaban a pie o a caballo haciendo el camino desde la costa hasta la ciudad paraban en el banco que existía junto a una cruz verde. Cuenta la leyenda de la época que tras el encuentro de dos jóvenes amantes, la dama mandó a matar al caballero al que encontraron asesinado en el blanco banco. El asesinato horrorizó tanto a los habitantes de la zona que decidieron construir la capilla expiatoria para purificar de cualquier pecado la zona.

Ermita de San Cristóbal.

Una lápida informa de que en esta ermita yacen los restos de Tenesor Semidán, el último rey indígena de Gran Canaria, bautizado por los castellanos como Fernando Guanarteme. Guanarteme, tras ser apresado por los castellanos en Gran Canaria, decidió rendirse y colaborar en la guerra por la conquista de Tenerife, además de ofrecer sus servicios de traductor. Por ello, se cree que murió en esa zona, como corroboró su hija Margarita, aunque sigue siendo objeto de controversia entre los historiadores. La exhaustiva búsqueda desarrollada entre 2016 y 2018, con el apoyo del Gobierno de Canarias, no dio sus frutos y sigue sin saberse dónde están exactamente sus huesos. En los estudios realizados en la ermita de San Cristóbal no aparecieron bajo la lápida. Descartado este lugar, los investigadores apuestan por tres opciones: la iglesia de Santiago Apóstol (Realejo Alto) y las de La Concepción de La Laguna y Santa Cruz de Tenerife.

La ermita se construyó en conmemoración a la victoria de los castellanos en la batalla de Aguere. Fue fundada y edificada por Antonio Joven, mercader catalán y regidor de Tenerife en aquella época. Se ignora la fecha exacta de su fundación; se piensa que debe ser entorno a los primeros años del siglo XVI. La iglesia lleva el nombre del santo Cristóbal porque en la Edad Media era muy venerado entre los guerreros, ya que creían que al observar su figura estaban libres de la muerte al menos por un día. Los malos materiales y su posterior abandono hizo que se derribara parte de la fachada en el siglo XIX para la construcción de la carretera y la plaza que están en frente hoy en día. Por ello, solo se puede contemplar parte de la ermita original.

Cruz de Piedra.

Son numerosas las cruces que se conservan por la ciudad pero es La Cruz de Piedra la más antigua de todas. Situada en la rotonda de la confluencia de las avenidas de Los Menceyes y Leonardo Torriani, fue construida en 1560 también en conmemoración de la victoria de las tropas castellanas sobre los guanches. En un principio se erigió en la Milagrosa antes de la construcción de la plaza que existe en la actualidad. La zona de la Milagrosa era un humilladero, es decir, un lugar devoto que se identificaba mediante una cruz en la entrada de un pueblo o un camino. Fue encargada por el Cabildo de Tenerife, que en aquella época era la única administración pública de la Isla y en la que se ponían de acuerdo los colonos. La cruz ha sufrido diferentes daños naturales y vandálicos. En el siglo XVII fue destruida por un vendaval y el 1 de noviembre de 2007 sufrió graves destrozos por parte de cuatro jóvenes que desmembraron la parte superior del monumento, dejando únicamente el brazo central. Los hechos se produjeron, según consta en el parte policial, entre las 2:30 y las 3:00 horas de la madrugada, cuando la Policía Local fue alertada por testigos de que cuatro jóvenes, con disfraces alusivos a Halloween, estaban cometiendo actos vandálicos en ese lugar, dándose luego a la fuga sin que pudieran ser identificados por los agentes. Tuvo que ser reparada.

Escultura del Mencey Bencomo.

Esta escultura situada en la avenida de Los Menceyes se realizó en 1996 con motivo del 5º centenario de la fundación de San Cristóbal de La Laguna. Su autor es Juan José González Hernández-Abad, natural de Tenerife. Se dice que Bencomo murió justo en la zona donde se construyó el monolito tras caer herido en la lucha contra los conquistadores castellanos. Fue esculpida primero en barro y luego se realizó en bronce. Cuenta con seis metros de altitud y se eleva sobre una piedra de origen volcánico que el artista encontró en un barranco de Candelaria. Representa la idealización de los guanches inspirándose en los principales conocimientos del mundo aborigen. El jardín que la rodea se caracteriza por contener especies características de Canarias como el drago, la palmera o la tabaiba. Representa a Bencomo, considerado el mencey más poderoso de Tenerife y líder de la resistencia contra las tropas de Alonso Fernández de Lugo, el Adelantado. Lideró de hecho a los guanches en la batalla de Aguere pero cayó en combate.

Ermita de Nuestra Señora de Gracia.

En el barrio de Gracia se situaba el Real de San Miguel, la torre defensiva que mandó construir Fernández de Lugo, líder del ejército castellano, y que servía como una forma de penetración en el bando enemigo. La zona fue escogida por ser elevada: se podía ver el mar y estaba delimitada por barrancos, lo que le permitió establecer una táctica defensiva a los castellanos. La torre fue eliminada después de la conquista y tras haber ganado la batalla de Aguere, Fernández de Lugo hizo la promesa de levantar una ermita en honor a la virgen de Gracia por haberle prestado ayuda. Los españoles de la época veneraban a esta deidad de la cual llevaban con ellos una talla de madera.

Los historiadores aseguran que fue en este punto donde el general del ejército español Fernández de Lugo llamó a Bencomo para ofrecerle la rendición pacífica pidiéndole que se convirtiera a la religión cristiana, a lo cual el mencey se negó. Se estima que la construcción data de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Dentro se puede observar el cuadro traído desde Flandes en el siglo XVI La Virgen de Nuestra Señora de Gracia y San Miguel de Arcángel. Se puede ver cómo ha cambiado la ermita gracias a los cuadros mostrados por los guías que dibujaban la ermita diferenciada por dos partes, una nave y una capilla, pintadas de blanco y tejado rojo. Con la llegada de las madres oblatas fue reformado y se creó la nueva parte que incluía un internado y otras dependencias. Además, se procedió al vallado, ya que hasta entonces era pública. En la actualidad, solo queda el presbiterio de la ermita original.

Casa Estévanez-Borges.

La ruta finaliza en la Casa Estévanez- Borges, en el barrio de Gracia, que fue construida entre los años 1733 y 1735. Esta casona recién rehabilitada por el Cabildo y que el Ayuntamiento de La Laguna reclama como casa de la juventud, de estilo rural, acogió famosas tertulias organizadas por los hermanos Nicolás y Patricio Estévanez Murphy con intelectuales como Teobaldo Power –compositor tinerfeño y autor de los célebres Cantos Canarios– o Valentín Sanz –pintor–. En los andenes basálticos que conforman los jardines de la casa existen paneles con grabados rupestres. Este hecho, junto a la arquitectura de la casona, la convierten en un Bien de Interés Cultural (BIC).

La creadora de la ruta, la concejala de Patrimonio Histórico, Elvira Jorge, asegura que sería “ideal” que se convirtiera en un centro de información sobre la batalla de Aguere. Se trata de un emplazamiento con gran relevancia histórica al haber albergado el almendro –ya desaparecido– que cita Nicolás Estévanez, un militar considerado el padre del nacionalismo canario, en su poema Canarias como símbolo de la insularidad. “A veces con delicia, mi corazón evoca, mi almendro de la infancia, de mi patria las peñas y las rocas”.

Elvira Jorge, edil de Patrimonio; Fátima Melián, técnica; y las guías Hortensia Ayala y Celia Bethencourt realizaron el viernes un ensayo. A la izquierda, ermita de San Cristóbal; a la derecha, Cruz de Piedra y Casa Estévanez-Borges. Debajo, capilla de Cruz Verde.