El Cabildo de Tenerife anunció ayer que la obra del nuevo dique de Bajamar saldrá a licitación en abril. Así lo indicó el consejero de Planificación del Territorio, Patrimonio Histórico y Turismo del Cabildo de Tenerife, José Gregorio Martín Plata, que precisó que el trámite se realizará por la vía de urgencia. Se trata de unos trámites que el representante insular ya le había hecho saber al alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, con quien se reunió recientemente para abordar diferentes asuntos relacionados con el municipio, entre los que se encontraba el futuro del rompeolas.

Martín Plata (PSOE) especificó que, antes de llevar a cabo la actuación, el proyecto debe ser revisado y puesto al día “en referencia a los desperfectos ocasionados por el oleaje que afecta a la zona y a los precios de los materiales a utilizar para ejecutarla”. Y añadió: “A partir de ahí, el siguiente paso es licitar la actuación de una manera ágil para poder ejecutarla y dar solución a los destrozos a los que tiene sometido el oleaje al actual dique, cuya situación es de sobra conocida”.

Por su parte, el alcalde de La Laguna, el también socialista Luis Yeray Gutiérrez, celebró que se trata de una noticia “largamente esperada por los vecinos y vecinas de Bajamar y de toda la Comarca Nordeste, ya que supone el primer paso para solucionar un problema histórico y relanzar las posibilidades de desarrollo turístico de la costa lagunera”.

Detrás de esta actuación hay años de espera. La acción está pendiente de avances desde el mandato pasado, cuando el Cabildo anunció que el proyecto había sido entregado a finales de diciembre de 2016 y que su presupuesto era de algo más de 1,5 millones de euros, con un plazo de ejecución de ocho meses. En aquella ocasión, el por entonces presidente insular, Carlos Alonso, calificó la actuación de “importante”, y detalló que la institución estaba pendiente de que la Jefatura Provincial de Costas emitiese un permiso para la ejecución de la obra, que había sido solicitado por el Ayuntamiento de La Laguna.

Las previsiones de la corporación tinerfeña eran que “en breve” saliese el proyecto a información pública y que, una vez firmado el convenio con el Consistorio lagunero, se licitase la obra. Ese paso estimaron que podría comenzar “en un par de meses”. Según dijeron, de las ocho alternativas analizadas, el documento por el que se apostó “define y valora” la formada por bloques de 30 toneladas, “con tres piezas en la coronación de la berma y talud”. Los objetivos concretos de la reparación eran tres: la mejora de la protección de la “defensa”, con la que, en terminología técnica, se pretende evitar la “disipación de la energía” de las olas; la reparación de “averías” que se han detectado en la infraestructura, y otras actuaciones de carácter complementario.

Años de trámites

En octubre de 2017, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de La Laguna aprobó que el alcalde lagunero de la época, José Alberto Díaz, instase a Costas a que se declare de emergencia la obra del dique de Bajamar. La finalidad era reducir a la mitad los plazos y que los trabajos pudiesen estar en marcha en el verano de 2017. Díaz puntualizó que no era una decisión que correspondiese al Consistorio lagunero, sino que este la solicita, toda vez que no es titular de los terrenos en los que se tienen que desarrollar las actuaciones. “Es importante que los plazos se acorten lo más posible”, recalcó el regidor local, que también se refirió a que la intención era que estas labores se lleven a cabo en los meses de bonanza de las mareas.

Aquello se producía en el marco de unas obras del Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento dentro del programa insular Tenerife y el mar, de las que en aquel entonces se habían conocido dificultades en los trámites burocráticos y, en particular, en la justificación ante el Estado de la citada declaración de emergencia. “Es necesario que la reparación del dique se realice de forma apremiante, no solo para evitar la ruina de la propia estructura del dique, sino para garantizar la seguridad de los usuarios de la playa, paseo y zonas colindante”, expresaron.

Posteriormente, y ya en 2019, se conoció que los trabajos se retrasarían debido a que el proceso de adjudicación había quedado desierto. Una de las últimas noticias se produjo a finales de 2019, cuando desde el Cabildo anunciaron que la actuación volvería a salir a licitación en 2020 con mayor presupuesto. La previsión de la corporación tinerfeña era que el pasado año comenzaran las obras con la fabricación de los bloques de hormigón, mientras que su colocación comenzaría en la primavera o el verano de 2021.

Cabe indicar que la situación actual del rompeolas es consecuencia especialmente de dos temporales de mar que causaron diversos daños en el litoral bajamarero. El primero de ellos se prolongó durante dos días y estuvo marcado por el mar de fondo y olas de hasta tres metros y medio. Por entonces, el oleaje causó roturas superficiales en el dique y, sobre todo, en el denominado botaolas y en las losas de hormigón del graderío con el que cuenta.

Exigencia vecinal

El presidente de la Asociación de Vecinos de Bajamar, en una entrevista el pasado año, situaba la reparación del dique como uno de los proyectos axiales para la zona. “Con el Cabildo, los proyectos del dique y la carretera TF-13 tienen que salir adelante en este mandato. Más retrasos resultan inadmisibles; sencillamente, más demoras no se pueden tolerar”, expresó el dirigente vecinal. “Con el Ayuntamiento, hay que garantizar la conservación del patrimonio histórico de Bajamar, en particular de la ermita de San Juan. También hay que atender a las reclamaciones vecinales para mejorar las zonas de recreo infantil. El mantenimiento de las piscinas debe estar a la altura de lo que exige una Bandera Azul”, expresó.