A comienzos de los cuarenta del siglo XX, coincidiendo con la construcción del mercado Nuestra Señora de África de la capital tinerfeña por el Mando Económico de Canarias, se comenzó a hablar en San Cristóbal de La Laguna de la conveniencia de modernizar o sustituir la vieja recova de Armiño, deteriorada ya e insuficiente para las demandas de la población. Se optó, finalmente, por demolerla y levantar una más espaciosa. Era arquitecto municipal interino Tomás Machado y Méndez Fernández de Lugo. El primer proyecto es de 1944. Las obras comenzaron por el que iba a ser el patio central, en la trasera del viejo edificio, que, entre tanto, siguió abierto al público. En 1953 se aprobó un reformado, para añadirle el módulo de pescadería y salazones. En 1961, Machado diseñó la fachada, dentro del neocanario que tan grato le era, en dos alturas, con frente porticado de arcos rebajados, ancha franja central de piedra, en la que se abrían la puerta principal y, en la segunda planta, un balcón descubierto con antepecho de forja, ventanas tradicionales de guillotina a ambos lados sobre los arcos y, rematándola, el escudo de la ciudad. Para romper la acentuada horizontalidad del edificio, Machado remontó la esquina del antiguo callejón del Matadero con un ajimez con celosía de tea, que intentaba mimetizar el del frontero monasterio de las catalinas. Las obras de construcción concluyeron a finales de 1962 y el nuevo mercado pudo abrir sus puertas en enero de 1963.

Esta tercera recova estaba siendo sometida en 2007 a un plan de rehabilitación y modernización, cuando ocurrió el grave percance que llevó a su cierre y posterior demolición. Las obras habían comenzado en agosto de 2006 por el área de pescadería, en la que se invirtieron 1.150.000 euros, pues su estructura se hallaba seriamente deteriorada. Finalizaron en septiembre e inmediatamente se iniciaron las del patio central. Pero, en junio de 2007, con los trabajos avanzados (estaba previsto finalizarlos en noviembre), se detectaron diversas grietas en la estructura, provocadas por las excavaciones para la cimentación del nuevo edificio de los juzgados. Se intentó la reparación, sin conseguirlo. El edificio se clausuró el 20 de julio, por peligro grave de derrumbamiento. Otro millón de euros (928.101) al garete de un día para otro.

El 11 de diciembre del mismo año 2007 se inauguró, en la Plaza del Cristo, la recova provisional que, trece años más tarde, sigue estando y siéndolo: una carpa longitudinal de 2.700 metros cuadrados, más varias dependencias exteriores anexas (mercadillo, flores, tejidos, aves y otros animales, etc) y con 104 puestos. El Ayuntamiento aseguró, entonces, que en el plazo dos años la ciudad tendría nuevo edificio de mercado. En 2011 se convocó un concurso internacional de ideas para su construcción, al que se presentaron 265 proyectos, 84 de arquitectos canarios y el resto, de la Península y de distintos puntos de Europa. Fue elegido el de Carlos de Luxán/Almudena Peralta. Pero todo quedó en eso. Entre tanto, los tribunales condenaron al Gobierno de Canarias a resarcir al Ayuntamiento con siete millones y medio de euros, por daños y perjuicios.

La acción del tiempo y la pandemia que se resiste a abandonarnos han acentuado los problemas de esta carpa provisional, inadecuada para acoger con holgura suficiente en la actual situación sanitaria a comerciantes y trabajadores, obligados a permanecer en ella durante la jornada laboral, y a los clientes que acuden a hacer sus compras. Ni unos ni otros lo merecen. Pero habrá que esperar. Por fin, el Cabildo dio luz verde a la canalización del barranco de la Carnicería. Sin embargo, aun hay que expropiar terrenos y la permuta o cesión de otros, para encauzar las aguas y ampliar los exteriores y el edificio que se construya.

A juicio del actual equipo de gobierno, es necesario un nuevo proyecto de mercado municipal, el que demanda –recalcan– La Laguna del siglo XXI. Estiman los munícipes que el de Luxán/Peral ha quedado obsoleto y no contempla aspectos ahora imprescindibles. Defienden que se escuchen opiniones y sugerencias de técnicos en ingeniería y arquitectura y de especialistas en mercadotecnia, de comerciantes y de consumidores.

La Laguna necesita con la mayor urgencia un mercado que, sin ser faraónico, sea una construcción con futuro y con el sello inequívoco de nuestro tiempo, ejemplo de la mejor arquitectura contemporánea, en la que primen la calidad constructiva, la luminosidad y la amplitud; una obra que contribuya a enriquecer la peculiaridad que ofrece nuestra ciudad en la amplia área en la que ha de situarse, donde se dan la mano armónicamente los diversos estilos arquitectónicos de más de medio milenio de historia, aunque haya quienes sean incapaces o se resistan a apreciar el valor de ese legado plural, esencial para entender la peculiaridad, belleza y valor de nuestro patrimonio.

En vísperas de las últimas elecciones municipales, el ahora alcalde de San Cristóbal de La Laguna, don Luis Yeray Gutiérrez Pérez, y el actual presidente del gobierno de España, don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, enviaron conjuntamente a la ciudadanía una carta con el compromiso de desatascar, entre otros, tres problemas básicos para el municipio: la desaladora del Nordeste, Las Chumberas y el Mercado. Tras largos años de dimes y diretes, el sangrante tema de Las Chumberas está, por fin, encarrilado y camina hacia su solución. Es buen augurio y reanima la esperanza en el cumplimiento de las otras dos promesas, para que, por lo que al Mercado municipal se refiere, deje de seguir arrastrando la larguísima cola de los incumplimientos flagrantes. La covid-19 y el tiempo han convertido el Mercado de San Cristóbal de La Laguna en cuestión prioritaria.

De la recova diseñada por Machado, a la que me refiero en esta segunda crónica, como también de la carpa actual, tienes en el archivo del periódico dónde elegir y mejores que las que yo podría enviarte. Queda a tu criterio.