La Laguna vivió ayer un día del Cristo que pasará a la historia. No hubo procesiones, ni fuegos artificiales, ni tampoco la plaza albergó esos quioscos de los que emanan olores a carne asada. Apenas unos pocos laguneros se pusieran sus mejores galas para la ocasión y los vecinos de otros puntos de la Isla no se desplazaron masivamente hasta la vieja Aguere. Las restricciones derivadas de la pandemia fueron las que desencadenaron este cambio de guion en el día grande de la ciudad, prácticamente reducido en esta ocasión a actos religiosos en el Real Santuario. Solo el concierto de Los Cantadores, ya por la noche en el Teatro Leal, puso la nota folclórica.

Antes de las diez de la mañana, un gran vallado y un amplio despliegue de seguridad presidían la plaza del Cristo. "Yo cogí un taxi para venir y ahora no me dejan entrar...", decía con pesar una señora con un ramo de flores en la mano. Agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local, así como voluntarios de Protección Civil, se encargaban del dispositivo en espera de las autoridades locales, insulares y regionales, así como del representante real, una función que correspondió este 14 de septiembre al presidente del Parlamento de Canarias, el socialista Gustavo Matos.

Desde un lateral de la plaza, David Gutiérrez se mostraba disconforme con lo que veía. "No llego a comprender que hagan el Festival Sabandeño y que durante el verano se hayan hecho misas en las plazas de los barrios y, sin embargo, hoy no permiten esto aquí fuera", se quejaba este vecino de Las Gavias y conocido porque con frecuencia suele aparecer en los medios de comunicación como portavoz vecinal de esta zona.

Diez artilleros habían hecho acto de presencia. En coche o a pie fueron llegando representantes de diferentes instituciones: el subdelegado del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife, Javier Plata; el presidente del Cabildo tinerfeño, Pedro Martín, o el obispo de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Bernardo Álvarez. Poco después lo hacían el senador Fernando Clavijo y el consejero regional de Transición Ecológica, José Antonio Valbuena, ambos laguneros. Concejales, consejeros insulares? Hasta que a las 10:45 horas, con puntualidad londinense sobre el horario previsto, llegó Matos.

El esclavo mayor, Francisco Doblas González de Aledo, recibió al representante real, tronaron desde San Roque unas salvas y toda la comitiva accedió al interior del Santuario. Era la antesala de una celebración eucarística oficiada por el obispo y a la que solo se podía entrar con invitación debido a la reducción del aforo a 84 personas. Esta cita religiosa, la principal de la jornada, estaba acompañada de otras misas a las 8:00, 9:00 y 18:00 horas, así como de una quinta a las 20:00 horas también limitada a quienes dispusieran de invitación y que marcó el inicio del denominado Octavario.

Manuel Rigoberto González, uno de esos laguneros conocedores de las tradiciones, observaba desde las vallas. "Las fiestas de este año son algo diferentes, atípicas, con un protocolo que llama la atención", analizaba, al tiempo que destacó el mantenimiento, a pesar de todo, de los festejos mayores de la ciudad. "¡Y que vivan las fiestas del Cristo a pesar de los pesares!", apostilló. Las historias, las motivaciones para estar allí y los sentimientos de cada uno se entremezclaban. Felisa Laudelina Marrero percibía el día "muy triste". "Siempre vengo, pero como lo de este año no se ha visto nunca", opinó.

Tristeza del Orfeón La Paz

A unos metros, el presidente del Orfeón La Paz, Esteban Afonso, vivía la espera bajo el sol como a quien le falta algo. El coro de la entidad que dirige ha actuado tradicionalmente en la celebración principal del día grande de la ciudad. Pero ayer no. "Se rompió una tradición; lamentamos no haber estado el día del Cristo en la misa mayor, más si cabe tras haber hecho un trabajo arduo y ensayos", señaló, antes de apuntar que la organización no creyó conveniente contar con ellos por las restricciones aunque habían preparado un coro reducido e hicieron "todo lo posible".

Por su parte, varios miembros de otro de los colectivos laguneros, la Asociación de Vecinos Casco Histórico, mostraron un cartel contra el velatorio previsto en las proximidades del Santuario antes y después de la ceremonia oficiada a media mañana. "Estamos trabajando desde ya para que el próximo año podamos tener unas fiestas del Cristo como se merece esta ciudad", avanzó el alcalde a la conclusión de la misa, y lanzó un mensaje de ánimo a la ciudadanía. "Es una jornada distinta, yo creo que excepcional", manifestó el esclavo mayor, y resaltó que dentro de la tristeza por las restricciones había una cierta alegría por poder celebrarlo. También se expresó con sentimientos encontrados el presidente del Parlamento, que se mostró honrado de representar al rey y que tuvo un recuerdo para las personas que se han visto afectadas por la pandemia.