Su acento pausado, que no pachorrón, deja al descubierto unas raíces herreñas ratificadas a partir de su apellido materno. Leandro Trujillo Casañas (1942, Valverde) conserva en buen estado una memoria laberíntica en la que se arremolinan los recuerdos forjados en El Hierro, La Gomera y Tenerife; postales en las que la docencia golea a la política, pero que durante una generosa parte de su vida convivieron en el mismo plano. "La Laguna es el lugar que elegí para vivir", confiesa el director de honor de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife.

El quinto de los seis hijos de un matrimonio integrado por un gomero de Hermigua y una herreña de Valverde fue concejal del PSOE cuando la Alcaldía de Aguere estuvo en manos del independiente Pedro González. Antes se afilió al Partido Socialista Popular del profesor Tierno Galván que tanto llamó su atención durante los años de formación universitaria en la Complutense de Madrid. "En las primeras elecciones no nos fue bien", cuenta Leandro respecto a unos resultados que posicionaron al PSOE por delante del PSP. "Fuimos la segunda opción más votada de todas las corrientes socialistas y nos sentamos a negociar", dice en relación a una negociación en la que tuvo un rol protagonista -celebrada en el hotel Nautilus de Bajamar- y que fue la base sobre la que tomó impulso el PSC-PSOE lagunero.

De Hermigua a su "Macondo"

Trujillo Casañas reside hasta los cuatro años en Valverde. En la entonces Isla del Meridiano conoce en primera persona los problemas hídricos que sufre una población que dependía de la llegada de barcos cisternas al puerto de La Estaca. "La familia paterna estaba algo más desahogada y nos mudamos a La Gomera; Hermigua se convirtió en mi Macondo", compara con el escenario idealizado por García Márquez en su universo literario. "Los cañaverales eran abundantes y en los barrancos corría agua procedente de El Cedro. Aquellos veranos fueron maravillosos", recupera sobre las vivencias acumuladas antes de volver a hacer las maletas para viajar a Tenerife. "Alguno de mis hermanos mayores, que además ejercieron el papel de madre durante muchos años, ya estaban viviendo en Santa Cruz.

El barrio de Duggi de la capital tinerfeña fue el enclave elegido en su desembarco en la isla capitalina. "Fue un núcleo que creció con la llegada de gente procedente de El Gomera y El Hierro, fundamentalmente", precisa en torno a la panorámica que ofrecían las calles de El Monturrio a principio de los 50. "El primer recuerdo que tengo de Santa Cruz fue impactante... Yo no estaba acostumbrado a moverme en un ambiente tan bullicioso. El tranvía, que tenía un recorrido parecido al actual, era ruidoso y en cuanto caía la noche los chispazos eran continuos", describe el profesor en un instante de la conversación en el que se vuelve a colar un principio de la física que ha marcado su vida: "En los momentos de máxima inestabilidad se toman decisiones que pueden llegar a ser claves en la vida", sostiene.

El despertar cultural

La influencia de su madre -mantenía un vínculo muy cercano con un gabinete literario en El Hierro- fue determinante a la hora de un "despertar cultural" que se acelera cuando Leandro Trujillo conoce a Mauricio Gómez Leal. "Era un ser que transmitía pasíón por la literatura y el teatro", resume sin obviar que durante sus primeros cursos de escolarización forma parte de una obra que se representa en el teatro Guimerá.

Pero los años que envolvieron a la postguerra nacional no invitaban a grandes aventuras escenográficas. Todas las manos eran válidas para ayudar a sacar adelante a la familia y muchos niños acabaron siendo los chicos de los recados. "Era un alumno brillante, pero en casa había que arrimar el hombro y tuve que cambiar mis hábitos escolares... A los 14 era recadero por las mañanas y alumno de la Escuela de Comercio en horario nocturno. Fue así hasta que un día leí en el periódico que iban a poner clases de Bachillerato por las noches", expone al recordar los años previos a su ingreso en la comunidad universitaria. "Don Pablo Pou Fernández se llevó un disguto cuando se enteró que había elegido una opción de ciencias".

A pesar de insistencia del profesor de Literatura, Trujillo Casañas se matricula en Física. "De las cuatro opciones que había, yo me especialicé en una que era una mezcla de astrofísica, geofísica y geografía; algo así como una Física del Globo", comenta en torno a su licenciatura universitaria.

El Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) era aún una nebulosa cuando volvió a casa. "Al principio trabajé para la Universidad de La Laguna y participé en varios proyectos de observación, pero finalmente trabajé dando clases de Secundaria". Su primer destino estuvo en el actual IES Poeta Viana de la capital tinerfeña. "En ese centro llegamos a construir un laboratorio en un cobertizo". Cuando acaba esa etapa abre otra de un año en el IES viera y Clavija de La Laguna y, por último, a finales de los años 70 consigue una plaza fija como profesor de Física en el Instituto de Canarias Cabrera Pinto, centro en el que permanece durante casi dos décadas y media antes de su jubilación. "Allí hicimos un gran trabajo -su esposa Carmen Mari y Maruca Juan conforman un equipo que pone en marcha distintos proyectos educativos- partiendo de la nada. Cada vez que me han encargado una misión la que cogido con energía y he trabajado para mejorar las cosas", subraya antes de abordar su etapa como teniente-alcalde y edil responsable de educación y cultura de San Cristóbal de La Laguna. "Mi intensidad a la hora de impartir docencia o ejercer la política siempre fue alta".

El exsecretario de Prensa, Propaganda y Agitación del Partido Socialista Popular (PSP) se convirtió en una pieza clave en el organigrama de gobierno municipal de Pedro González. "Fueron años duros para el sector de la Educación. No se había planificado nada y las carencias eran importantes; tanto de infraestructuras como de profesores... A nivel cultural se consiguió municipalizar el teatro Leal y no quiero ocultar dos hechos claves en la historia de IES Cabrera Pinto en los que tuve una intervención muy directa", señala respecto a la declaración de la antigua sede como edificio de gran valor patrimonial y la compra de un terreno, localizado en la calle Anchieta, que permitió ejecutar una ampliación del instituto en el que dio clases hasta su jubilación.

De sus cinco años como presidente de la RSEAPT, Leandro Trujillo Casañas pone en valor el proceso de modernización -tanto en algunas obras de infraestructuras como en el modelo de gestión- de un organismo que hace unos días certificó la dimisión del catedrático José Carlos Alberto como director: "La Económica está en un momento clave; hay que definir toda su estrategia de futuro", defiende el físico herreño.