Desde hace meses la pandemia lo marca todo. ¿Cómo lleva el barrio de Camino de La Villa la situación?

La realidad de la pandemia no puede ser diferente a la que se vive en cualquier barrio de Canarias o, en general, de España. Se ha visto muy afectado. Sobre todo en uno de los ámbitos de la zona hay muchas personas mayores y hemos tenido que intentar ayudar facilitándoles algunas labores, tanto de seguridad médica como de primeras necesidades. Cabe destacar que los vecinos han sido muy respetuosos con todas las medidas de seguridad y han cumplido rigurosamente.

¿Cuál era la realidad de la zona antes del coronavirus?

Esta asociación, que en unos meses va a cumplir los tres años, se creó por el abandono total y absoluto en el que estaba el barrio. Por tanto, las necesidades eran apremiantes a nivel humano, de infraestructuras, de servicios? Vamos a llegar a esos tres años y las mejoras siguen pendientes.

¿Qué nota le pone al lugar dadas esas circunstancias?

Muy mala. En el barrio estamos como en un castillo amurallado. Una muralla sería la de la pista de aterrizaje del aeropuerto; la otra, la autopista del Norte, y la tercera, el Padre Anchieta. Estamos bloqueados dentro de esa muralla. A eso hay que añadirle que no tenemos servicios deportivos ni culturales, tampoco plazas ni parques infantiles, puesto que no se puede llamar parque infantil a un columpio y un tobogán.

¿Hay algún proyecto especialmente necesario?

Nosotros hemos presentado a la anterior corporación y a esta un proyecto de más de 30 puntos elementales, y entre ellos se encuentra un centro social. Hemos descubierto que los terrenos que estaban para ese fin fueron cedidos al Gobierno de Canarias, al cual se los está pidiendo el Cabildo de Tenerife para unos servicios que no son internos del barrio. Entre eso y otro suelo que fue ocupado en la construcción de la nueva rotonda nos hemos quedado sin espacio para una instalación cultural, un centro deportivo? Y cuando hablo de centro deportivo me refiero a cielo abierto; no estoy pidiendo el Gran Canaria Arena ni el Pabellón Santiago Martín.

Y en lo referido a otras necesidades menores, más del día a día, ¿dónde considera que se debe actuar?

Están los problemas de circulación vial. Este es un barrio que en esa materia no reúne las condiciones adecuadas por las aceras tan estrechas que presenta. Teniendo en cuenta que no se han mejorado en nada las estructuras viales y que hay en el mismo centro un colegio bastante numeroso en alumnos, se multiplica el peligro. De la mitad hacia arriba, en el lado izquierdo ascendente, solo hay una acera y en algunos puntos está inutilizada por la ocupación por parte de árboles. Aparte de eso, también se carece una barbaridad de aparcamientos, y pedimos un barrio donde se puedan utilizar bicicletas, caminar y hacer una vida sana. Asimismo, demandamos calidad en los servicios. Otro aspecto es que solicitamos a Urbanismo sentarnos para analizar el Plan General de Ordenación y, en particular, esas calles de la parte alta que no se pueden denominar calles ni tampoco asfaltar, si bien se les ha dado nombre, luz, agua...

¿Cómo diría que está la limpieza, el transporte, la dinamización social...?

En un barrio con estas dimensiones, es imposible con un solo trabajador para la limpieza. Además, tenemos problemas con el servicio de guaguas. No estoy pidiendo más rutas ni muchísimo menos; pero lo que ocurre es que la gente no puede recurrir al transporte colectivo en mayor grado porque las veces que pasa son contadas con los dedos de una mano. Después, la línea sale de la estación y viene por la autopista, cuando por ahí no va a subir nadie; debería hacerlo al menos por Pablo Iglesias, que alguno más la utilizaría. Por su parte, la dinamización es cero; todo lo que se está haciendo lo desarrollamos nosotros.

¿Cómo influye el aeropuerto en la vida de la zona?

El barrio está antes que el aeropuerto, aunque nos hemos ido adaptando porque también esta zona ha vivido de él. Se produce controversia, pero no podemos olvidar que el aeródromo de Tenerife Norte fue la primera puerta de entrada aérea a la Isla y hoy es la segunda, y es fundamental. Las relaciones que hemos tenido en estos casi tres años con la Dirección del Aeropuerto han sido exquisitas; ha estado siempre a disposición de esta Asociación de Vecinos y preocupada por los residentes. Decir otra cosa sería mentir. Tanto el director anterior como el actual se han mostrado muy receptivos a buscar todas las soluciones para convivir barrio, ciudad y aeropuerto.

¿Cómo es la relación con el grupo de gobierno?

Lo felicitamos al día siguiente de tomar posesión y solicitamos, desde ese mismo día y dos días después, reuniones a todos los concejales. Teníamos la promesa de que se iban a tomar este barrio en serio; hay ediles que sí y existen otros casos en los que, por equis motivos, simplemente son los hechos los que hablan. Hasta ahora, de todos los puntos que le hemos presentado al gobierno local para la mejora del lugar, de una forma práctica no se ha realizado ninguno.