El sector de la hostelería se convirtió, al menos inicialmente, en un importante damnificado del estado de alarma. Salir de aquella situación de parón total no ha sido sencillo; tampoco en La Laguna, pese a la pujanza que en los últimos años ha adquirido el casco histórico como polo de atracción comercial y gastronómica. Los profesionales del sector lo llevan entre la resignación y el esfuerzo para cumplir con las exigencias de la nueva normalidad. Hay también quienes han encontrado una oportunidad para la creatividad, las sinergias y la incorporación de nuevos productos.

"Damos por hecho que este va a ser un año en el que no habrá ganancias, pero intentaremos cubrir para, cuando llegue la vacuna, recuperar la situación normal". Lo dice Ruymán Capote, del restaurante Mal de la Azotea, que también observa motivos para la esperanza: "La gente está respondiendo con bastante cariño". Ese es uno de los elementos que los empuja después de meses de incertidumbre y de lectura de decretos para saber cómo adaptar su negocio.

Antes de llegar al momento actual vivieron un proceso de exprimir la creatividad. "Nos pusimos a trabajar cada uno desde su casa", señala sobre los miembros del equipo de este restaurante ubicado en la calle San Juan y que desde su creación ha apostado por la "cocina canaria con una vuelta de imaginación". Ahí recuperaron proyectos que tenían en mente, como la puesta en marcha de una página web. Además, avanzaron en el posicionamiento en redes sociales y en nuevos mecanismos para pedidos. La pasión por los países asiáticos, unido a la búsqueda online, los llevó a introducir otros sabores orientales fusionados con productos canarios como el cochino negro.

Fruto de las dudas normativas que se les plantearon y del contexto general, contactaron con otros restauradores de La Laguna. "Con ellos compartimos chat, videoconferencia...", expresa Capote en referencia a negocios como el Rakaposhi Tapas Bar o El Remojo y a una "sinergia" que esperan que próximamente tenga resultados. "Es algo bonito que nos llevamos", apunta.

Empezar "de cero"

"Empezamos como si fuera de cero", comenta, y precisa que sacaron a todos sus trabajadores del expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) al que se acogieron. "Hemos estado con la incertidumbre de no saber lo que va a pasar, pero desde el positivismo", exponen desde Mal de la Azotea, un restaurante denominado de esa forma por varios factores, como la azotea con la que cuenta, las circunstancias del momento en el que inició su actividad o su decoración algo desenfadada.

El sentir general que perciben en otros colegas hosteleros es que están recuperando a la clientela. Otro aspecto destacado es el cumplimiento de las medidas de higiene y seguridad, empezando por la reducción del aforo y las labores de desinfección. Fundamentalmente están atendiendo a sus clientes con cita previa, aunque también les sirven sin haberla solicitado en caso de que el número de comensales lo permita.

Más en detalle, este establecimiento volvió al trabajo en la fase dos de la desescalada y, tras unas fechas en las que los repartos y las recogidas en el local fueron los principales protagonistas, han ido observando que la gente se muestra cada vez más animada a consumir en el restaurante, lo que les proporciona un "contacto con el público" y un "feedback" mayor.

Ruymán Capote enumera que cada uno de los profesionales del restaurante ha realizado un curso sobre la covid-19 y que han tenido que incorporar señalización interior y otras pautas como no colocar los servicios en la mesa antes de la llegada de los clientes. "Cada vez que se atiende a alguien hay que limpiar, tanto cuando se sienta como cuando se levanta", puntualiza. También incorporaron una carta en QR para que el comensal "sintiera mayor seguridad", si bien desde antes de esta etapa marcada por el coronavirus contaban con unas cartas lavables. La denominación de ese proyecto QR es May-Way, en un juego de palabras entre lo que podría ser el nombre de una ciudadana oriental, así como por una forma propia de trabaja y away (para llevar). Una cerveza artesana -Chutney- etiquetada para Mal de la Azotea es otra de las acciones que propició el estado de alarma en un local que ha aprovechado para seguir innovando en esta época extraña.