El aeropuerto de Los Rodeos, en el municipio tinerfeño de La Laguna, dio ayer un nuevo paso hacia su particular nueva normalidad. La posibilidad de los canarios de viajar libremente entre islas, así como el incremento hasta el 100% de la capacidad de los vuelos interinsulares, insufló algo de vida a un aeródromo que en los últimos meses ha tenido días de lugar fantasma, con zonas de espera y mostradores desiertos. La imagen de este lunes quedaba lejos de lo que fue habitual antes de la irrupción de la pandemia, pero la actividad se empezaba a percibir.

La fila de pasajeros que esperaban para facturar su equipaje era la consecuencia más visible de los cambios que entraban en vigor coincidiendo con la Fase 3 de la desescalada. Allí se entremezclaban fundamentalmente historias de traslados por motivos laborales y familiares. Entre los primeros se encontraba Richard Azuaje, que aguardaba su segunda conexión de la jornada. "Compartí asiento; el vuelo venía completo", expresó sobre el trayecto Gran Canaria-Tenerife, mientras que a continuación tomaría un avión a El Hierro.

En cambio, a Begoña Cabrera la movían motivos familiares. Tenía un billete en dirección a Lanzarote -de donde es natural y donde viven su hijo y su nieto- para unos días después de la declaración del estado de alarma. Y, como aquel vuelo quedó en ese limbo en el que el coronavirus dejó tantas cosas, ha tenido que esperar casi seis meses, en total, para el reencuentro con ellos. "Lo afronto con mucha ilusión", respondía a bote pronto al preguntársele cómo vivía la experiencia de viajar en unos circunstancias un poco anómalas, aunque a continuación exponía que durante el confinamiento tuvo la incertidumbre de que la situación se agravase.

Pasadas las 13:00 horas, la cola ágil en el área de Salidas contrastaba con Llegadas y, en general, con el resto del recientemente renombrado Aeropuerto de Tenerife Norte-Ciudad de La Laguna. La quietud en diferentes zonas de la instalación era similar a la de semanas atrás. Tampoco había movimiento en los establecimientos comerciales -una cafetería, una multitienda y una receptor de lotería-, que permanecían cerrados a cal y canto. Tan solo la farmacia tenía sus puertas abiertas.

"Voy con un poco de recelo, pero no me queda más remedio", indicaba Miguel Ángel Garrido, un sevillano afincado en Tenerife desde hace 16 años, poco antes de tomar un avión en dirección a Lanzarote para trabajar. Pese a ello, afirmaba no estar preocupado. José Manuel Vinagre y Cinthia Ventura también mostraban unos nervios relativos. Iban en dirección a El Hierro, donde dejaron una mudanza a medias y un coche en el aeropuerto, y a donde las restricciones derivadas de la covid-19 les habían impedido volver hasta ayer.

Movilidad interprovincial

Las modificaciones de este lunes son consecuencia del levantamiento de la prohibición de desplazarse fuera de la provincia o de la isla de residencia, aunque dentro de una misma región. No se trata de una circunstancia exclusiva de Canarias, sino que también de esa movilidad interprovincial disfrutan ya otras regiones españolas. En el caso canario, con el inicio del estado de alarma los vuelos diarios entre islas quedaron reducidos a 18, mientras que las rutas con la Península, a 17. Sin embargo, ayer ya se contabilizaban hasta 111 operaciones totales -de llegadas y de salidas- en toda Canarias, según cifraron desde Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA).

Esas razones eran las que tenían a muchos potenciales pasajeros a la espera. Un ejemplo es el de Cristina Herrera, que explicó desde la cola de facturación que llevaba tres meses sin ver a su novio, que se encuentra en Lanzarote. "Estaba esperando el momento; saqué el billete desde que se pudo", apuntó una joven acostumbrada a desplazarse entre las islas y que, precisamente por eso, ha vivido con una sensación especialmente extraña los últimos meses. "Confío en que todo esté controlado y que las medidas sean las correctas", dijo Herrera sobre las sensaciones antes de subirse al avión.

También se dirigía hacia la Isla de los Volcanes Diana Caisedo. Ella destacó que le había costado "mucho" conseguir el billete, y se detuvo en la importancia de las medidas de seguridad e higiene para evitar los contagios en una situación como esta. "Sobre todo por mi estado", apostilló sobre su embarazo. Precisamente, su viaje a Lanzarote tenía como objetivo ver a su otro hijo. Edgar Renshau también se mostraba algo preocupado por el escenario en el que había decidido volar. Como la mayoría de quienes ayer se subían de nuevo a un avión, era la primera vez que lo hacía desde que se declaró el estado de alarma. "Lo llevo con incertidumbre", admitió sobre un desplazamiento por ocio que realizaba entre Tenerife y Lanzarote.